Mi pobre país rico

Sin temor a equivocarme, creo que los dos estados de Venezuela que pasan más penurias son Zulia y Bolívar, posiblemente por ser estados fronterizos o por estar plagados de escuálidos, del Zulia conozco lo que leo y oigo pero de Bolívar, lo vivo todos los días. Nuestro estado sufre las más increíbles penurias de las cuales poco se sabe en las esferas del poder, sino, ¿Cómo permiten este desastre que parece no tener respuestas lógicas en la ilogicidad que nos embarga? Los precios suben todos los días y no se ve la mano gubernamental por ningún lado, los precios, dolarizados por supuesto, se traducen en una economía minera donde pareciera que todos cargamos unos gramos de oro en el bolsillo, no hay producción agrícola ni ganadera que se vea, los centros mineros, de Upata para allá está tomado por pranatos que controlan todo, desde la producción artesanal de mineral hasta la distribución de alimentos y no hay ley que valga, el mismo gobernador Justo Noguera que vive y muere en el Arco Minero, haciendo su trabajo claro está, no se siente por la capital del estado. El alcalde Hernández, que no es familia, por si las moscas, en su programa radial semanal, matiza el panorama con hermosos planes y verbo ardiente que confunden al más pintao, mientras uno trata, como periodista honesto, de denunciar problemas comunes que, estoy seguro, se podrían solucionar y pongo unos ejemplos simplones para que vean: el problema del agua es uno de ellos, la administración anterior, de Rangel Gómez, había prometido tremendo acueducto que surtiría la ciudad y así lo vendió en las múltiples vallas que plagaron en su momento la autopista Cd. Bolívar-Pto. Ordaz y que según decían las malas lenguas diseñaba la empresa publicitaria de un familiar, hermosos diseños por lo demás, ahora solo sale un chorrito que parece la miada de un viejito, a deshoras y sin importarle el caudal que se desborda en la avenida Libertador y que hemos denunciado y seguimos denunciando en los twitter e instagrams que montamos en la red, en un fútil intento de protesta.

Los comercios asiáticos son otro caso, precios alterados todas las semanas, mala atención, desaseados locales y una caterva de empleados, nativos, que maltratan a los usuarios, quienes, en unas colas interminables, bajo un ardiente sol, esperan que les den ingreso, de diez en diez, para hacer sus compras, para que los atraquen mas bien.

El transporte público, que en realidad es privado, pues los choferes acortan las rutas sin pararle bolas a la alcaldía, aumentan el pasaje como quieren y atiborran las unidades con los sufridos usuarios que tienen que escoger entre cuatro alternativas: camiones de barandas, perreras, microbuses o patica, todo bajo la mirada indiferente de las autoridades.

Los bancos públicos y privados, que también optaron por las colas afuera de las entidades, de dos y tres horas, para ingresar al frio de las instalaciones vacías, cosa que evidencié en persona cuando fui a hacer una transacción en uno de ellos, en el Mercantil en este caso. El Venezuela no escapa a esta situación, pues las tres oficinas que hay en Ciudad Bolívar no se dan abasto, súmele a esto la desatención de los empleados, que pareciera que viven obstinados y maltratan al usuario y si es un viejo como yo, mejor no le cuento.

De la salud ni hablar, ¿cómo paga una citología una mujer de pueblo si cuesta 100 mil bolívares? ¿Y los remedios, los antihipertensivos o antibióticos para sus hijos? Mejor es no enfermarse pues usted sabe cuándo entra en un hospital pero no sabe si va a salir vivo y si no dese una vuelta por el Ruiz y Páez y creo que allí mismo le da otro patatús. Las clínicas privadas ni las comento, parecen un resort donde hay que entrar biyuyo en mano para que lo atiendan.

Los salarios públicos son irrisorios, la quincena alcanza para un cartón de huevos si pone un poquito más (y no compra el queso), claro, me olvidaba de los bonos, una ayuda en todo caso y que llegan en su momento, pero recordemos que hay muchos negocios que no aceptan ni transferencias ni tarjetas de débito, como es el caso de los transportes interurbanos, un caso que se ha denunciado hasta la saciedad, pero no hay ley que les obligue a aceptar dinero electrónico.

La situación en los pueblos fronterizos es otro problema más, en la región de la Gran Sabana, una alternativa en el pasado para irse a pasear de forma barata, ya no existe, si no paga con dólares, con gramos de oro o con real brasilero usted es un pendejo y quien lo manda a venir por aquí, el alcalde de Gran Sabana, golpista y guarimbero, sesiona desde Boa Vista, ofreciendo desde allá ayuda alimenticia y todo el mundo contento, mientras la soberanía se va al carajo, y de la población indígena mejor no comentamos nada, un cuerpo parapolicial que ayuda a joder y otro grupo, cada vez menos, que apoya al gobierno, mientras tooodo el mundo le mete la mano al Arco Minero, acabando con el hábitat y las cabeceras del Caroní.

Ya va, ya va, sé que hay una crisis alimentaria, sanitaria, de repuestos automotrices, de insumos de todo tipo, de valores; pero también es verdad de que hay una mala, malísima política económica, de desaciertos de todo tipo, un estado hipertrofiado con todos los ministerios del mundo pero con muy pocos ministros trabajando y mejor no pongo ejemplos porque me pueden botar, sé también de que se hizo una consulta para ver los problemas que tenemos y la forma de arreglarlos, cuando el presidente Maduro se lea los tres tomos de 900 páginas cada uno que le llevaron, pero no podemos esperar más, pues nos la pasamos esperando, esperamos la invasión gringa, esperamos un ajuste salarial decente, esperamos el trigo panadero, esperamos las medicinas, esperamos los enroques del gobierno, esperamos el internet, esperamos que venga la luz, esperamos los lineamientos semanales, esperamos que VTV de noticias reales, esperamos las cajas del CLAP, esperamos que pongan preso al cdsm de Guaidó, esperamos que Rusia y China se decidan a ayudarnos y en eso se nos va la vida, esperando.

Para terminar con el llantén, la administración pública es una cantera de quintascolumnas, haciendo un trabajo de zapa a la chita callando, quejándose en cuanta cola se meten, en sus sitios de trabajo, saboteando los buenos propósitos de gente como yo, como usted, que aunque se arrechan saben que otro mundo es posible y que si la derecha toma las riendas del país, ¡ahí sí es verdad que nos jodemos! Pido a los políticos que nos gobiernan, que como ejercicio social, traten de vivir un mes con el sueldo que tenemos los pendejos para ver si siguen mintiendo tan descaradamente y sin vergüenza. He dicho.



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Bernardo Hernández Muñoz


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