Canuto está mal

—Primo, el hombre está mal.

—¿En serio?

—Sí, de verdaita. Ese hombre no tiene vida.

—Y es así pa’tanto la cosa.

—Eso se lo han dicho en todas las formas habidas y por haber, pero nada. Ese hombre no hace caso. Empeñao en lo mismo siempre, en repetir lo mismo

—Eso sí es verdad. Ese no sale del mismo cuento todo el tiempo.

—Yo creo que ese va pa´fuera. No tiene otra.

—Tan mal está la cosa.

—Mal y media. Cayéndole a embuste a todo el mundo, y endeudao hasta las medias.

Ya no lo quiere ni la mama.

—A diablo. Ese hombre se ha venido abajo. Y cuando sale, sale como asustao. ¿Usted se ha dado cuenta?

—No va a salir asustao, no te dijo que nadie lo quiere. Pa´mi que a ese lo botan apenitas se descuide.

A ese le van a dar matarile, se lo tiene ganao.

—Así está la cosa. Pero alguno bueno tiene que haber hecho.

—Bueno, ni el agua fría le sale bien. Imaginase usted, con eso le dijo todo.

—¿Y qué dice la gente hay?

—Qué va a decir. Que va pa´fuera de una.

—En buen berenjeral se metió ese hombre. Y dándosela de una gran cosa.

—Es que lo tienen mediíto. Apenas se resbale lo ensartan.

—Es que se ha portado muy mal. Nada de lo que promete lo cumple. Así quién puede hacer algo.

—Porque miente como un bendito. Y ahora anda solo, como si estuviese sarna. Nadie le hace caso.

—Y usted cuándo cree que lo echen pa´fuera.

—Bueno, eso no está muy lejos. Porque yo oí que la mujer le gritó:

«Mirá, o te componei o te vais pa´l cipote».

—Esas son palabras mayores.

—Así mismo se la cantó. Y ese hombre no dijo nadita, él que era tan alzao.

—Quién lo manda de alebrestao.

Yo siempre le decía cálmese hombre, coja mínimo. Pero nada, ese nunca ha hecho caso.

—La mujer ya casi le tiene la maleta en la calle. Y sin vuelta atrás.

—Ya ese está listo, pa´l pote lo van a mandar.

—Que se arramble para otro gallinero. Y tendrá que llevarse a los compinches.

—No, que vao; ese cae solo.

—Usted se acuerda cuando ese hombre se la pasaba verseando:

«Tengo los dientes romos de comer buenos bocaos.

Tengo los labios panchos de muchachas que e besao»

—Es que él se la daba de galán, y no llegaba ni a perro faldero.

—A mundo, hay que esperar a ver cómo se desenreda ese asunto, porque es trágica la cosa. Eso está para pronto, a penas amarillee está listo.

—Pero vamos a dejar ese asunto, que eso se resuelve entre ellos.

Dígame cómo le parece el alza de los precios. En una semana se duplicó todo.

—Usted sabe que nosotros somos la mayor reserva en todo, por eso es que se duplican o triplican los precios a cada rato. Porque somos la mayor reserva en devaluación, inflación y subida de precios. ¿Entiende?

—Ah, esa es la razón. Ahora si entiendo, entonces la cosa no es que anda al garete, sino que se cumple una política planificada.

—Así mismo es. Como usted tan bien lo ha dicho.

—Yo pensaba que estas cosas eran algo desordenado, parte de un caos general. La cosa es que está todo fríamente calculado, como decía el Chapulin Colorado.

—A pues, usted que cree. Que esto es así como burros en la sábana. No primo, esto es política de estado. Creo que ansina es como lo llaman, los entendidos en esos menesteres.

Todo bien puesto en cada lugar, así como la mujer del paisano puso al hombre en su lugar.

—Entonces, vamos bien. Acompáñeme para ahí abajito.

Pero le dijo algo. Por ahora, apriete.









 



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Obed Delfín


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