¿Por qué tanto odio al General Raúl Baduel?

Esta es una pregunta que no tiene respuesta racional, ni nunca la tendrá.

La figura del General Raúl Baduel, de otros militares degradados y civiles vejados durante los gobiernos socialistas en Venezuela, se asemeja a la vida de N. S. Rubashov1; héroe militar y doctrinario de la revolución, quien asumió al cargos políticos y como muchos otros fue víctima de los llamados «Procesos de Moscú» bajo el gobierno de Satlin. Esto como resultado de que para instaurar una concepción totalitaria es necesario erradicar la República y suprimir a sus ciudadanos de esa su condición.

Al General cofundador del Movimiento Bolivariano Revolucionario-200; héroe de la operación cívico-militar que restituyó en el poder a Chávez Frías durante el golpe de estado del 2002; Comandante General del Ejército y Ministro de la Defensa, le ha tocado el mismo destino, esperemos no el mismo final, que N. S. Rubashov. La cárcel y la ignominia. Nunca consideró que sus camaradas lo sometiesen a interrogatorio y a prisión. Tal vez, eso nunca le quitó el sueño.

Aquella manifestación en contra de la reforma constitucional del 2007 promovida por Chávez Frías, se convirtió en un redoblar de imputaciones personales en contra del General Baduel. Recuerdo al conductor del programa «La Hojilla» haciendo una escatología2 visceral a partir de una foto del General sentado en su Despacho y donde se veía en el escritorio del mismo un libro, cuyo título era razón suficiente para que este conductor televisivo incriminará y enjuiciará al General por antichavista, traidor, vendepatria y cuanto otro adjetivo se le ocurrió guindarle encima, haciendo sus además histriónicos de odio y repulsa. Así funcionan los camaradas después que se han besado los cachetes.

Ser crítico de Chávez Frías se convirtió, para el General y para cualquier otro, en una larga pesadilla de la cual no han podido despertar. Por otra parte, la indiferencia ha recaído sobre estos hombres, por diferentes razones ninguna disculpable. Para los partidarios del mesianismo, el General atentó contra la voz del líder supremo y eso es pecado socialista (no se puede usar la palabra capital, por motivos obvios); los mesiánicos en el poder deben tener mucho que temer del General. Los otros, deben considerar que él es uno más caído en desgracia y, además, se lo merece por chavista. Los mismos deben pensar los chavistas de los presos de la oposición, como algo despreciable, que no les incumbe y también se lo merecen.

Desde que el mecanismo de «purga» comenzó acá en Venezuela no se ha detenido. Ha sido un esfuerzo de la voluntad socialista que busca detener toda otra voluntad arrancando de ésta toda posibilidad de decidir y pensar por su cuenta. A la nación la han ido dejando exhausta para alcanzar ese fin, eliminar toda voluntad propia. Los mesiánicos se agitan y confían que la marcha de la pesadilla continué.

Nada ha detenido los golpes de allanamiento en las puertas, que cada día se hacen costumbre. Los mesiánicos martillan implacablemente su discurso redentor día y noche por radio y televisión. El flamante y elegante uniforme del General no amilanó ni detuvo a los captores, un sujeto caído nada vale. Las insignias y consignas del Partido tienen mucho más valor que la ley; la agresiva postura de quien empuña el armamento da puerta franca para cualquier desmán.

Los mecanismos de sumisión y dominación puestos a andar siguen adelante y se han hecho más fuerte. Por eso, ni el General Baduel ni ninguno de los otro presos civiles o militares, sean chavistas o de oposición han podido despertarse de esa opresión dolorosa. El mesianismo ha aplicado una parálisis que se apodera de todo e intenta hacer de toda lucha política algo inútil. Ese es un objetivo bien determinado, establecer tal creencia para terminar de doblegar toda voluntad.

La inamovilidad, no poder moverse es aplicación diaria de la vida. Que todo dependa del poder central y de su atormentadora potencia es lo que persiste a cada momento. La función del mesianismo es crear y convencer que lo justo es la actitud evitativa, la actitud difusa, que haga sentir a la población aliviada de no saber qué es y para qué es.

No obstante, la sensación familiar, repetida, vivida una y otra vez es la del vejamen, la de la injuria como si fuese un golpe cien veces repetido que busca el estremecimiento cobarde del espíritu. Una vertiginosa e informe sensación de sobrevivir, como si nos encontráramos tendidos en un húmedo suelo a la espera de la muerte en algún oscuro calabozo, en eso han convertido a lo que tanto llaman patria. Una cárcel con las puertas abiertas.

Uno de los mayores logros de la racionalidad operativa del mesianismo es la eliminación de la condición de la libertad, el encarcelamiento de la condición humana. La implantación de la pérdida del sentido y la aparición del limbo existencial. Por eso es difícil entender de dónde y por qué le ha salido tanto odio a los mesiánicos contra el General Baduel y todos los demás, que somos nosotros.

Pregunta: ¿Cómo terminan los días de N. S. Rubashov?

Respuesta: "Recibió en la oreja un segundo golpe, aplastante. Entonces todo quedó en silencio. Allí estaba el mar otra vez con sus resonancias. Una ola lo elevó lentamente. Avanzaba desde lejos, subiendo y bajando sosegadamente, como un encogimiento de hombros de la eternidad".

Esperemos que este no sea el final ni de él ni de ninguno de nosotros.

1 N. S. Rubashov, personaje de la novela de Arthur Koestler «El cero y el infinito».

2 En español, el término escatología está referido a dos cosas completamente diferentes: el conjunto de creencias referentes al fin de los tiempos (de éskhatos: último) y también al estudio del excremento (de skatós: excremento). Creo que los dos cabían en las expresiones del conductor.



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Obed Delfín


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