La militancia y el WhatsApp

Cuando era adolescente mi madre trabajaba haciendo la limpieza parroquial de la Iglesia Jesús Nazareno, al sur de Maracaibo; donde estaba a cargo un cura jesuita llamado Acacio Belandria. En algunas oportunidades la acompañaba y en esos momentos observaba a las personas de la comunidad participando en organizaciones vinculadas o no a la parroquia, como las Comunidades Eclesiales de Base o la Cooperativa de Consumo; que eran animadas por algunos compañeros y compañeras, entre los cuales se contaba el mismo Acacio. En ese contexto comenzó mi relación con la Juventud Obrera Católica (JOC), organización de jóvenes trabajadores y trabajadoras en la cual milite por varios años.

En la JOC el punto de partida de cualquier acción es la vida de cada joven trabajador o trabajadora, por lo que en el grupo base del que formé parte compartíamos nuestra realidad, es decir los problemas, aspiraciones y condiciones de vida, trabajo o estudio; para terminar cuestionándonos al menos dos cosas ¿Qué tienen en común? y ¿Cuáles son sus causas? Igualmente recuerdo que hacíamos periódicamente los "análisis de coyuntura" para entender el país y el mundo, así como el "análisis del movimiento obrero y popular", con el cual reconocíamos a los que como nosotros, luchaban en los barrios y en las fábricas.

Al análisis le seguía según el método de la JOC (Ver-Juzgar-Actuar) los debates y acuerdos sobre las acciones que se podían desarrollar y estas debían responder a una planificación, que al menos debía identificar los objetivos, los medios y las actividades. En las reuniones donde participamos siempre prevaleció una actitud de evaluación, que nos exigió una gran capacidad de interpelación de sí mismos y a los otros. Este siempre fue un proceso acumulativo, que comenzaba con el contacto, luego iniciación, y finalmente lograbas ser militante si estabas involucrado en un proceso de acción que respondiera a transformar un aspecto de la realidad que vivías con otros como joven.

La formación a partir de la acción ha determinado a las personas que hemos participado en la JOC, nos hizo militantes y nos permitió reconocer a otros y otras que se hicieron militantes en otras organizaciones o en otras canteras. Con esos compañeros y compañeras nos hemos encontrado a lo largo de la vida y nos seguimos encontrando en otras organizaciones (sindicatos, consejos comunales o colectivos de formación), ya con la madurez que nos da aprender de las experiencias.

Recuerdo que una de las discusiones que siempre dimos en nuestros grupos base fue sobre las actividades, medios y los fines. En oportunidades constatamos que se utilizaba un medio o desarrollaba una actividad y que estos terminaban convirtiéndose en un fin en si mismo. De allí que algunos grupos quedaban en lo que llamábamos el activismo. Esta situación daba cuenta de debilidades que existían en la evaluación, la planificación o el acompañamiento y exigía adecuar la orientación, que no siempre se lograba, con las consabidas consecuencias.

Me parece que aquella discusión sobre lo medios, las actividades y los fines se puede estar presentando nuevamente. En concreto, considero que en la actualidad disponemos de más mecanismos para comunicarnos, más estos en muchas experiencias se convierten en un fin en sí mismos. Participo en varios grupos del WhatsApp donde diariamente se comparten cientos de mensajes sobre diversos tópicos, en particular sobre política y variedades (para incluir cualquier cosa, ya ustedes se imaginarán algo). En los mismos son esporádicas las convocatorias a articulaciones, acciones u otra información que promueva la iniciativa colectiva. Si estuviese mas presente en otros espacios virtuales como Twitter, Telegram y hasta el Facebook, seguramente llegue a una valoración similar a la que llego con los grupos del WhatsApp.

En un enfoque posmoderno estos grupos se reducen en muchas oportunidades a un espacio donde las soledades o individualidades exponen contenidos que valoran (elaborados por otros generalmente) y que se cuestionan de vez en cuando, reproduciendo la lógica del consumo que prevalece en un centro comercial; que paulatinamente va configurando una forma de pensar, que entre otras cosas no tiende al fomento de la participación. Además las discusiones se tornan efímeras, pues llegan hasta que borras la memoria para dar cabida a nuevos mensajes y para muestra preguntémonos ¿Cuántas veces se vuelve a mirar lo que se ha conversado?.

Dicen que vivimos en otros tiempos, pero la lógica de los mismos sigue siendo la misma: el capital. Utilizando el argot actual, lo que cambió fue la interfaz o la máscara del sistema. En consecuencia, lo que nos llevó a luchar organizadamente antes, nos sigue convocando hoy inmisericordemente. Lo que me preocupa hoy es que parte de los que militaron durante décadas hoy estén centrados en los medios, lo que hace que muchos que venimos de aquellas escuelas estemos desmovilizados y atomizados.

Nuestra historia como clase trabajadora nos enseña que solo hay una forma de cambiar las cosas y esa es militando en las organizaciones nuestras. Hacerlo forma parte del legado que dejamos a otros y otras, que no son palabras o un discursito sino una participación concreta. Hoy seguro tendremos nuevos medios y las actividades sean otras, pero los objetivos se ubican en una misma orientación histórica. Así que una de las tareas se mantiene: seguir animando a los que nunca lo hicieron a militar y a los que ya tuvieron la experiencia a retomar su militancia.



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Jesús Alberto Rondón

Sociólogo. Se desempeña como Facilitador en el Inpsasel, ha sido electo Delegado de Prevención (2011-2013 y 2013-2015) y es Vice-Presidente del Consejo de Vigilancia de la Caja de Ahorros de los Trabajadores y Trabajadoras del Inpsasel (2.011).

 jesusalbertorondon@gmail.com      @JesusRondonVen

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