No debemos aventurar nada, sino con seguridad de triunfar (XXXVII)

Muy próximo a la fecha de la Batalla de Ayacucho, al Libertador Simón Bolívar se le abre otro frente de batalla, éste con lacerantes implicaciones políticas. En el Congreso Neogranadino un grupo mayoritario de diputados, asintiendo a una solicitud, encubierta, presentada por el diputado neogranadino Vicente Anselmo de Azuero y Plata, y apoyada vehementemente por 2 diputados de la misma nacionalidad neogranadina, con gran influencia en el Poder Legislativo bogotano, abogados, Francisco Soto y Francisco Gómez, introducen a la cámara el texto de un decreto; que sin mucho debate es aprobado, como resultado de que el Vicepresidente de la Gran Colombia, el colombiano General Francisco de Paula Santander, quería molestar íntimamente a Bolívar, tal decreto es sancionado el día 28 de julio de 1824 en el Congreso colombiano, firmándose el ejecútese ese mismo día por el Presidente encargado del Ejecutivo. La comunicación del Congreso de Colombia informando tal decisión la recibe Bolívar en el mes de octubre, fecha en la cual ya se encontraba planificando las tácticas y estrategias a seguir en el transcurso de la Batalla de Ayacucho, batalla que significaba, de salir victoriosa las tropas republicanas, el fin del dominio español en Suramérica.

La indignación de Bolívar no se hace esperar, era lógica aquella reacción de arrebato. Sin duda que Bolívar aquel decreto lo desconcertó grandemente, y así lo dejó ver en algunas comunicaciones a sus amigos, pero en poco tiempo nuestro héroe se repone y cree necesario mostrar sumisión y respecto al acto legislativo que le arrebataba lo más querido por él desde que se hizo hombre público, la jefatura de las tropas patriotas. Simón Bolívar ansioso por tener el privilegio de conducir la más importante batalla por la independencia del Continente Suramericano, Ayacucho, se siente sumamente ofendido, jamás esperó ser destituido del mando del ejército patriota. Entonces Bolívar, demostrando su conocida pericia mental para salir de las dificultades, se somete sin ambages al dictado de la institución legislativa y acepta su destitución procediendo a traspasar el mando del ejército a su muy apreciado General Antonio José de Sucre. Luego Bolívar se marcharse a residenciarse en una hacienda, cerca de la ciudad de Lima. Ahora bien, retomemos la enumeración de los muchos y sabios pensamientos brotados de la mente prodigiosa de nuestro paisano venezolano Simón Bolívar. Continuemos todavía con los que comienzan por la letra N.

N.

"No estoy bien sino en los peligros combinados con los embarazos"

"No hay autoridad, por miserable que sea, a la cual no se consulte sobre los negocios en que ella ha intervenido, antes de decir nada"

"No hay Libertad legítima sino cuando ésta se dirige a honrar la humanidad y a perfeccionarle su suerte"

"No hay más dicha ni desdicha que prudencia o imprudencia"

"No hay nada tan frágil como la vida de un hombre; por lo mismo, toca a la prudencia precaverse para cuando llegue ese término"

"No le diga usted nada al congreso sobre mi haber porque yo no quiero nada, nada, nada, sino armisticio o paz, después veré como me compongo"

"No mandaré ciertamente para obtener por recompensa el título de tirano.

"No me faltan ratos para escribir, pero me sobran meditaciones sobre lo que debo hacer con un grande y bello país"

"No pueden ver con indiferencia los militares la causa pública que pueden llamar suya, por sus sacrificios, a tiempo que otros la quieren arruinar"

"No quiero más glorias; no quiero más poder; no quiero más fortuna, y si quiero mucho, mucho, mi reposo. Me queda un tercio de vida y quiero vivir"



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José M. Ameliach N.


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