Auditórium

A quien obedecerá el pueblo en caso de un conflicto: ¿A Maduro, o a Guaidó?

"Militar es una planta a la que hay que cuidar con esmero para que no dé sus frutos".

Jacques Tati.

Hambre pareja en Venezuela, mi pueblo tiene hambre, algunos medio comen sentados sobre sus muertos. El pueblo luce desnudo y sin qué ponerse, hambriento, y sin qué comer, y cada día amanece aborrascado en las fronteras esperando la ayuda de alimentos, ropas y medicinas. Mientras policías, militares y para militares con los fusiles en mano parecen leones que quieren acabar con estas fieras hambrientas. Aunque le falten las armas, el pueblo de cien mil poderes, no desfallece por paliar sus necesidades depositadas en el conteiner del otro lado de la frontera, esta claro en castigar a quien lo maltrata.

Mientras me queden puños, uña, saliva y corazón, entrañas, tripas, cosas, y dientes, el hambre, y la enfermedad no me mataran esto ya es vox populi. Están bravos como el viento bravo, libres como el aire, aborrecen al que aborrece la paz de sus corazones, y el vientre de sus mujeres. No se dejaran matar por la espalda, andan cara a cara, y morirán con el pecho en alto, ante las balas cual paredes. Son las informaciones que nos llegan de esas zonas a punto de una guerra.

¿Cuál es el futuro de estos venezolanos cada vez más pobres? Mientras escribo estas líneas, Y monitoreando los duros momentos que vivimos, lo que nos queda es orar, y aferrarnos a nuestra fe, algo así como la única ventana abierta hacia la esperanza de que esta grave situación mejore. No se si una escalada militar sea el consuelo ante tanta tristeza. Vivir en Venezuela hoy en día es muy difícil, permanecer en el país que nos vio nacer, voy más allá de un acto de fervor como el que profesan los fanáticos del estalinismo…Pues a ellos, dirijo mis peticiones, con el anhelo de que nuestro pueblo aprenda la lección, se sacuda la inmundicia politiquera que lo aplasta, y salga de esta miseria que lo asfixia.

También pongo en manos del presidente Maduro las vidas, y los conmovedores relatos de cientos de venezolanos que ya no saben cómo luchar contra el hambre, la pobreza, y las enfermedades que los diezman. Hay demasiada gente padeciendo. El hambre no es cuento. Los hurgadores de comida en la basura no son producto del imperialismo yanqui. Los vemos a diario en todas las ciudades revisando los contenedores de basuras de los restaurantes. Escenas conmovedoras en el otrora más rico país petrolero de la América Latina se ven a cualquier hora, en cualquier lugar donde son depositados los desechos de alimentos que sirven para paliar el hambre.

Hoy vemos a los niños venezolanos, bajos de estatura, peso y cabezones, así como las mujeres y hombres de mi país, que contrasta con la gordura de la otrora y pobre de solemnidad de la clase izquierdosa hoy en el poder, esto hay que decirlo: muchos de ellos fueron mis compañeros de niñez, juventud, estudios, y de luchas hoy disfrutando de las mieles del poder a costillas de la pobreza de nuestro pueblo. El despilfarro y la riqueza súbita muchos no la pueden esconder. Gordos y rozagantes se ven a alcaldes, gobernadores y ministros, en contraste con la flacura de los niños de nuestros barrios. Es grosera las suntuosidades exhibidas en las lujosas camionetas, y los excesos de los personeros de la Revolución. La desnutrición hace estragos en la gente de escasos recursos y causa destrozos mayores sobre sus descendientes. Los niños no están yendo a la escuela cuando sus padres no tiene que darles de comer y menos para comprar el uniforme. Cómo se alimenta una familia cuyo ingreso es apenas un sueldo mínimo, si para poder adquirir la canasta alimentaria necesitaría multiplicar ese salario por un millón.

¿Qué pasó con los excluidos, a quienes Chávez quiso dignificar? ¿Por qué en estos últimos años se han incrementado los índices de pobreza extrema, los embarazos de adolescentes, las muertes por desnutrición, las deserciones escolares, la delincuencia y la inflación? Hoy la revolución ha disparado los indicadores hiperinflacionarios más vergonzosos, sin demostraciones de arrepentimiento o rectificación; porque al menos si el gobierno diera muestras de querer enmendar los errores en los que nos han hundido, aceptaría que ya no son mayoría sin caernos a coba como se los demostró el pueblo venezolano con sus asistencia masiva a las marchas antirrevolucionarias del 23E, 2F y 12F para que se respeten los mandatos de la Constitución, todavía hay chance de evitar una matazón entre venezolanos, como dicen muchos ciudadanos en cualquier cola del país, quienes analizan mejor que nadie la realidad de Venezuela, porque la viven y padece a diario.

El hambre, es el nuevo carnaval de la muerte que recorre nuestro país en este fatídico febrero, pende sobre la juventud marcado por el sello de la pobreza y las amenazas con arrebatarles su futuro de un momento a otro. No es difícil vaticinar cuál es el futuro que les depara a estos venezolanos. No es difícil suponer cuán enfermos y cuán pobres pueden llegar a ser estos que crecen marcados por el hambre. En el país del hazme reír ahora con dos presidentes. Por eso digo como el gallego mal hablado: ¡Me cago en la ostia, y me limpio con el sudario, coño!

 



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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