Esperando lo que tiene que pasar ¿Volverán los dioses?

El tiempo corre llevado por el viento de los rumores y la esperanza de que pronto vendrá lo esperado. Es una situación muy peligrosa para la sociedad, las ansias de cambio certifican cualquier locura, en estas grietas psíquicas se cuelan horrores.

El país espera un cambio de gobierno, o lo mínimo, un cambio en el gobierno. Nada ocurre, la cúpula sigue con su conducta carcelaria, la oposición amaga pero no concluye. Entretanto todo lo bueno está paralizado, lo malo sigue elevándose, la gente muriendo, las ansiedades deteriorando la vida, el hambre comiéndose los hígados de los niños que pierden su capacidad de vivir. En medio de la noche la gente va al televisor para ver si los militares despertaron. Pero no, siguen coreando consignas bobas, que le gritan otros un poco menos bobos que ellos. Al amanecer todo sigue igual, sólo que la presión sube mientras que la calidad de vida baja.

Los gringos, los rusos, los turcos, los chinos simulan una preocupación humanitaria cuando lo que sienten es una preocupación monetaria. Desde esa visión presionan y planifican. Los gobernantes, los que están y los que quieren estar, simulan preocuparse por los humildes, pero no para que vivan bien, sino para manipularlos para que sean ciegos y sordos, para que no vean ni entiendan los negocios que engordan las arcas de los engañadores. Capaces sólo de votar, de cambiar la vida por un plato de lentejas, una caja o un pote con algún brebaje que llaman ayuda humanitaria.

Lo individual priva sobre lo colectivo, nos comportamos como animales aislados, lobos solitarios que se alimentan de las carnes de sus semejantes, nos encontramos con ellos para morderlos y luego volver a nuestras celdas individuales, no satisfechos. En la contienda dejamos un pedazo de la condición humana y nos hacemos más bestias, o mejor, un tipo de bestia inédito en su crueldad.

Se acabó la religión, ya ni el Papa es Papa, es un actor más en ese circo que llaman política. Las iglesias se caen cuando se descubren sus secretos. No hay dirigentes, ni hay causas sagradas, la humanidad es huérfana de su condición humana, es un conglomerado vacío, de individuos más vacíos aun.

¿Vendrán nuevos dioses? ¿Volverá el hombre a creer en algo que no sea el dinero? ¿Volveremos a ser hermanos? No tenemos respuesta. Nunca antes la situación de la humanidad fue tan dramática, de perdida de los santos, de la ideas, de las esperanzas.

No obstante hay una esperanza, yace oculta, se cuida si aparece, las bestias la asesinarán, como asesinaron a Cristo, a Bolívar, Chávez, y a miles de santos anónimos que lucharon por devolvernos las razones para vivir, la vida.

Está en nosotros, en cada uno de nosotros que aparezca, y de preservarla. Para eso debemos dejar de pensar si quiera una vez al día en nosotros como individuos y pensar en nosotros como parte y responsables de la humanidad, y proceder de acuerdo a esa condición. Rescatar la condición social del humano, es la clave para salir del abismo y conquistar un futuro viable, escapar del destino de destrucción.

Sólo se necesita que unos pocos, pueden ser 12, entonces los llamarán Apóstoles, pueden ser siete, entonces, desde la Sierra Maestra iluminarán al mundo, o quizá sean nueve y los llamarán bolcheviques y después de ellos la esperanza tendrá otra luz. No son necesarias multitudes, son suficientes cuatro desde la sombra de un Samán.

Cuando aparezcan debemos escoger entre asesinarlos con nuestra actitud o acompañarlos a construir un mundo nuevo, a tomar el cielo por asalto…



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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