De la xenofobia a la eugenesia de Trump

La xenofobia es el desprecio u odio a las personas que provienen de una nación o una cultura diferente a la propia, incluidas sus manifestaciones culturales, su lenguaje, o todo aquello que pueda asociarse a los extranjeros, o inmigrantes. Una forma muy usual de expresión contra un extranjero va desde la forma más sutil de rechazo hasta propiciar manifestaciones intensas, o violentas que pueden conducir a delitos como asesinatos, maltratos físicos, violaciones a la mujer, robo o hurto de sus pertenencias, entre otras formas. Una de las variantes más usual de la xenofobia es la que sustenta en las distinciones racistas, como el sucedido recientemente en el Ecuador, donde una turba enardecida apoyada por su presidente Lenín Moreno, buscó a los venezolanos por doquier, desalojándolos de sus inmuebles y pertenencias, con ataques violentos muy lamentables, que dieron como resultado cuatro muertos y más de ochenta heridos, por el asesinato de una mujer ecuatoriana, embarazada, acuchillada por su pareja de nacionalidad venezolana, en plena calle de la ciudad de Ibarra. Paralelo a ello, los insultos y ofensas contra el criminal venezolano no se hicieron esperar (aunque se dice que era colombiano; pero por tener cédula venezolana los ataques fueron más intensos). Sin pretender justificar tal acción porque igual es reprochable, lo más asombroso acá fue el ataque de sus propios connacionales contra el criminal, cuando Ecuador es uno de los países de la región con más alto índice de feminicidio y sus propios ciudadanos no protestan contra ello ¿o es que a las mujeres ecuatorianas solo la pueden matar los ecuatorianos? Disculpen mi pregunta atroz, pero pareciera ese el mensaje. Es el juego de la doble moral.

Cuando el jugador futbolista Luis Suárez mordió a su contrincante, la FIFA aplicó severas sanciones contra él, a tal punto que le prohibieron estar dentro de los estadios en los demás partidos, luego de ser sancionado. Fue un acto de xenofobia extrema contra un jugador muy talentoso, que viene desde abajo. Sabiamente el expresidente Pepe Mujica manifestó que no le perdonaron a Suárez que no fue a la universidad, que llevaba la rebeldía y los dolores de los pobres que han sido ignorados. Aunque los hechos son totalmente distintos, en el caso del feminicidio, a Jordy Losada no le perdonaron que fuera venezolano. A Lenín Moreno poco le importó promover un ataque contra los venezolanos y la sociedad en general no consideró la condición social de éste, sus traumas psicológicos y sociales, que lo llevó a cometer este horrendo crimen, para juzgarlo frente a un sistema que considera a los pobres, malandros, ladrones y/o asesinos, máxime si son extranjeros. Qué poco se ha hecho en esta sociedad capitalista criminal de evitar no solo los casos de feminicidios, sino de conducir al hombre desde niño hacia niveles de formación más humano, brindándoles todos los medios posibles para tener mayor bienestar social, para no formar una sociedad machista que desprecia a la mujer, que la considera como un objeto, sino que aprenda a valorarla y a respetarla. Desde el Norte hasta el Sur de América este tipo de sucesos se agudizarán con los gobiernos extremistas de derecha, porque sus representantes son misóginos.

Ciertamente Jordy y Luis (como ejemplo), son responsables de lo que hicieron derivado de sus traumas sociales; sin embargo, el capitalismo también propicia este tipo de situaciones, por lo tanto gana más poder y control, al igual que la potestad de tener inherencia en cualquier país del mundo. Cada día este sistema opresor sigue dificultando el desarrollo de los países progresistas, por el contrario garantiza que los ricos sigan siendo los principales beneficiarios de las cadenas globales de materias primas, de los laboratorios que generan enfermedades para crear su propia medicina, con mano de obra extranjera esclava. Somos víctimas de ese sistema económico mundial que surgió en el siglo XVI con España, Inglaterra y Francia. Mientras que EE.UU. se ha convertido desde el siglo XIX hasta el presente en la súper potencia capaz de definir los destinos de naciones enteras por la fuerza de su poderío militar, mediante la hegemonía de una clase dominante poseedora de las grandes riquezas con las que controlan las políticas de los países que amenazan su dominio. No es casual que los presidentes del grupo de Lima, algunos de la Unión Europea y los EE.UU., hayan manifestado abiertamente discursos xenófobos y racistas en contra de los inmigrantes latinos. En el caso de los emigrantes venezolanos se ha hecho creer que serán bien recibidos en tal o cual país, pero la realidad es distinta, pues han sido víctimas de este fenómeno, no tienen estabilidad laboral, han aprovechado esta coyuntura ciertos países para pagarles por debajo del salario mínimo, los obligan a trabajar exceso de horas que van en contra de los estatutos de la OIT, a las mujeres venezolanas muchas veces se les prohíbe realizar sus necesidades fisiológicas y algunas hasta la han convertido en trata de blanca. Esto es solo un arma más para desestabilizar al actual gobierno del presidente Maduro, así que no nos debe causar asombro justificaciones como "ayuda humanitaria", "intervenciones para llevar la democracia y la libertad", "guerra contra el terrorismo o contra la narcodictadura", o la creación de títeres como presidentes interinos (como Juan Guadió) como nueva modalidad, para tumbar gobiernos que no pueden doblegar y que no han podido controlarles sus recursos petroleros.

La xenofobia como la invasión militar son terribles: la primera es intangible, pero se siente cuando se ven agresiones contra un extranjero; es importante destacar que los gringos no vendrán a salvarnos porque seamos de sangre azul, para ellos somos una raza humana inferior, vendrán por el petróleo; así que nuestros hermanos ecuatorianos que nos desprecian que se bajen de esa nube, aunque les jalen al imperio igual para los gringos son nadie. La segunda siendo tangible aniquila lo más hermoso que puede tener un país, los seres humanos. La primera conlleva a la otra para de esta manera controlar a los pueblos que buscan independizarse en función de sus propios recursos energéticos, como en el caso de Venezuela. Sumado al bloqueo económico que coadyuva a manipular la crisis, a controlar la intensidad de los problemas sociales, el poco poder adquisitivo de los venezolanos, los cuales generan más intereses imperialistas para poner sus manos en los recursos del país. El siguiente paso es aún más espeluznante: de la xenofobia a la intervención militar, luego a la eugenesia, que es el mejoramiento de la raza, a través de la selección de los genes más "deseables" de la especie, como un mecanismo de ordenamiento social que atraviesa a América Latina. Esta técnica le proveyó a las élites una herramienta para invocar la superioridad de unos sobre otros, o que hay personas cuya vida vale más que la de otros. En este papel se le confiere un papel importante a la iglesia, al sistema judicial y a la medicina. Obviamente el papel de la iglesia es vital porque es elitesco, selectivo y ya sus prácticas las inició desde la época de la inquisición. Pueden llevarse a cabo acciones de violencia directa sobre los cuerpos, como la esterilización forzada, o maniobras para determinar la idoneidad de los individuos. A este tipo de prácticas se llegó directamente al nazismo. El próximo paso a seguir de Donald Trump, como xenófobo, admirado por el Ku Klux Klan, seguidor de las prácticas de Hitler y aupado por una masa anglosajona que se cree superior a los afrodescendientes de América Latina que no perdonan que estos indios bolivarianos tengamos en nuestra tierra las mayores reservas petroleras y minerales, será aplicar la eugenesia para la creación de una raza ultra superior, más arrecha que la de la Alemania nazi. Que no se equivoquen los incautos, los ultraderechistas radicales, los que creen que los gringos nos salvará del régimen, los que aúpan este tipo de crímenes xenofóbicos e intervencionistas. Hermanos compatriotas venezolanos solo unidos podemos evitar un nuevo genocidio en todas sus manifestaciones. Manuela y Bolívar son los mejores ejemplos de cómo se destruyen los muros que separan a los pueblos, su amor sobrepasó los límites de la imposición de un sistema y su pasión por la causa libertaria los unió para luchar contra el yugo del imperio español. Ellos rompieron las murallas de la discriminación humana, ahora nos toca a nosotros hacer la paz, si para lograrla es necesario hacer la guerra, entonces iremos al combate, con la consciencia de que este momento histórico nos dará la oportunidad de formar una Patria Buena y Nueva digna para todos.



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Esmeralda García Ramírez

Licenciada en Administración Articulista

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