Planes de EEUU contra Caracas son peores

"Contrariamente a lo que creen los venezolanos, el objetivo de Estados
Unidos no es derrocar al ‎presidente Maduro sino aplicar en la Cuenca
del Caribe la doctrina Rumsfeld-Cebrowski y destruir las ‎
estructuras estatales en los países de la región. Ello exige eliminar
a Nicolás Maduro, pero también a Juan Guaidó".

Así lo ve el francés Thierry Meyssan, presidente fundador de la Red
Voltaire radicada en Damasco y brillante especialista en temas del
Medio Oriente.

Este esquema ya fue usado en 2011 para hacer aparecer los incidentes
internos que tenían lugar en Siria ‎ como una agresión externa
perpetrada por un ejército de mercenarios. En ‎el caso de Venezuela,
la Organización de Estados Americanos (OEA) – conocida en el mundo
como ministerio de colonias yanqui, cuyo secretario general ‎reconoció
inmediatamente a Guaidó como presidente– asumió el papel que tuvo la
Liga Árabe‎ en el ‎caso de Siria. El papel de los supuestos Amigos de
Siria (que en realidad lo eran de Washington) fue desempeñado por el
Grupo de Lima, igualmente bajo control de Estados Unidos.
Burhan Ghalioun, un viejo colaborador de la ‎estadounidense NED, hizo
el papel de jefe de la oposición en Siria. Pronto fue reemplazado por
otro personajillo, a su vez fue sustituido por otro, ‎luego por otro y
por otro más, tantas veces que ya nadie recuerda su nombre. Puede
pronosticarse que Juan Guaidó será desechado ‎rápidamente de la misma
manera. ‎

Pero el esquema sirio de Estados Unidos funcionó sólo en parte en
Venezuela. En primer lugar porque Rusia y China se le opusieron en el
Consejo de Seguridad de la ONU ‎reiteradamente. En segundo lugar,
porque el pueblo sirio ‎apoyó a su gobierno y dio pruebas de
excepcional resistencia. Y, finalmente, porque ‎Rusia logró respaldar
y equipar a tiempo al Ejército Árabe Sirio en su enfrentamiento a la
OTAN y los mercenarios extranjeros.

Se conoce que Washington, a sabiendas de que el Pentágono no podrá
seguir utilizando a los yihadistas para debilitar al Estado ‎sirio, se
propone poner ahora el caso sirio en manos de su Departamento del
Tesoro, ‎ que a su vez hará todo lo posible por impedir la
reconstrucción del país y del Estado sirios. ‎

Se pretende que el autoproclamado presidente interino Guaidó pueda
encabezar una ‎administración paralela que centre su objetivo en
obtener el dinero del petróleo en varios litigios; "resuelva" el
diferendo territorial con Guyana; negocie "satisfactoriamente" la
cuestión de los refugiados; "coincida" con Washington en todos los
asuntos de política exterior y haga encarcelar en Estados Unidos a los
dirigentes ‎chavistas venezolanos con diversos pretextos.‎

A partir de la experiencia de los últimos ocho años en el Medio
‎Oriente, no se puede comparar lo que sucede en Venezuela con lo
ocurrido en Chile en 1973. ‎ Estados Unidos trataba entonces de
controlar las Américas y cerrar el paso a ‎toda forma de influencia
soviética. Quería explotar las riquezas naturales de aquella parte del
‎mundo dejando el menor control posible en manos de gobiernos
nacionales… al menor costo dable. ‎

Hoy, contrariamente, Estados Unidos se obstina en considerar unipolar
al mundo. No tiene amigos ni enemigos. Según su visión, toda población
integrada a la ‎economía globalizada o que viva en un territorio que
contenga recursos naturales que Estados Unidos quiera controlar (no
necesariamente explotar de inmediato), tales recursos deben estar bajo
control compartido del Pentágono de las naciones donde se encuentran.
De ahí que, Washington trate de impedir el funcionamiento adecuado de
las estructuras ‎estatales de esos países.

"‎Es posible que Juan Guaidó se crea realmente capaz de resolver la
crisis y servir a su país ‎autoproclamándose presidente interino. Pero
en realidad sería todo lo contrario porque se crearía ‎una situación
semejante a una guerra civil. Él, o sus sucesores, pedirán ayuda a
‎Brasil, Guyana y Colombia, que desplegarán fuerzas "de paz" con apoyo
de Israel, Reino Unido ‎y EEUU. Y la violencia continuaría hasta que
ciudades enteras estén en ruinas.

"No importa que el gobierno de Venezuela sea bolivariano o liberal,
que sus relaciones con ‎Washington sean buenas o no. El objetivo no es
lograr un "cambio de régimen" como en Siria, sino debilitar ‎el Estado
lo más posible. Ese proceso comenzaría en Venezuela para extenderse de
inmediato ‎a otros países de la región -como Nicaragua- hasta que no
quede verdadero poder político alguno en el ‎conjunto de esa región",
predice Thierry Meyssen. ‎

Esta situación es muy clara para numerosos árabes cuyos países ya
cayeron en esa trampa. ‎Pero, por el momento, no parece verse con
suficiente claridad en Latinoamérica, advierte el experto. ‎
"Por supuesto, también es posible que los venezolanos tomen conciencia
de la manipulación, dejen ‎de lado sus divisiones y salven a su país",
concluye Meyssen.



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Manuel Yepe

Abogado, economista y politólogo. Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana, Cuba.

 manuelyepe@gmail.com

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