Si hay invasión lucharemos contra ella, pero no con esta jefatura

Son evidentes las señales de que esta dirección de la república no tiene la entidad necesaria para dirigir una guerra contra cualquier enemigo, menos contra el imperio más poderoso que ha conocido la humanidad.

La llamada por Fabricio "Guerra de Todo el Pueblo", la única manera de derrotar al imperio, precisa de una apresto moral, espiritual, que sólo puede surgir de líderes verdaderos, de causas sagradas: los vietnamitas dieron lecciones de esta moral; los soviéticos, en el asedio a Leningrado, dictaron cátedra de esa espiritualidad; el pueblo de Fidel, en los difíciles días del periodo especial, pasó a la historia; Bolívar, el Libertador, toda su vida fue la prueba de que la guerra de los pueblos debe estar sustentada en una idea sagrada y en un líder que tenga la grandeza de la empresa que lo reclama; un animal de galaxia.

Es así, la guerra que se muestra en el horizonte -que debemos estar claros, no es meramente contra el copresidente maduro- es la presión para que la crisis no tome el rumbo revolucionario, para que vaya por las sendas socialdemócratas de unas elecciones opiáceas o tomen el rumbo de un fascismo purificador. Esa guerra, esos dientes que muestra el imperio gringo, sólo se puede enfrentar con éxito con una dirección a la altura y unas ideas que movilicen más los corazones, el alma, que al estómago.

Está claro que el reto que tenemos enfrente no es tarea para este tren de gobierno que dilapidó el amor heredado de Chávez, transformó el chavismo esperanzador en un madurismo gris que a nadie emociona, a la vida en una lucha contra vapores que sólo existen en la mente de los gobernantes, enemigos de papel, ejércitos en el día que de noche se disipan en bebidas comunes con sus adversarios. No puede ser tarea de débiles que hablan de agresiones y simultáneamente tienden la mano no con la rosa blanca de Martí, sino con el temblor del pusilánime.

Enfrentar la invasión con esta dirección es ir al campo de batalla con banderas que en esencia son las mismas del invasor. Planteado así, de esta manera será una guerra intercapitalista, un gobierno imperialista, enfrentado a un gobierno que abre las puertas a las trasnacionales, les cede territorio patrio, que estimula a los empresarios nacionales, que crea burguesía. De esta manera, la batalla tendrá como resultado, cualquiera sea el bando ganador, más capitalismo.

En contraste, enfrentar a la invasión con una dirección revolucionaria le dará a la batalla otro carácter. Será la lucha del capitalismo contra el Socialismo, del futuro contra el pasado, del amor contra el egoísmo. Valdrá la pena, habrá razones sagradas. En esa resistencia se debe convocar a la masa, de esa manera la batalla tendrá éxito seguro.

Las masas, sus líderes, deben tener la inteligencia de desbrozar la escena política de las campañas que pretendieron desprestigiar a los líderes chavistas, dejar al pueblo sin su dirección, descabezándolo, condenándolo a ser víctima de los agresores y los deformadores. Hay que quitar toda esa basura y encontraremos la dirección de la guerra patria en los calabozos, en el exilio. Allí están esperando los que no han claudicado, los que se mantienen fieles, leales, a la grandeza de las ideas revolucionarias, de Chávez.



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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