¿Los barrios marcarán el camino?

A esta hora histórica de intensificación de la crisis que vive Venezuela, nadie puede negar ni ocultar la brutal represión operada por el gobierno contra la legítima protesta de amplios sectores de la sociedad venezolana, especialmente de los sectores más duramente golpeados por la crisis, los cuales han multiplicado protestas, disturbios y cacerolazos en diferentes sectores populares de la capital desde el lunes 21 de enero de 2019, en contra del actual gobierno, primer responsable de la terrible crisis que sufrimos a diario. Y esta es una diferencia fundamental entre las actuales protestas y las guarimbas de 2017: por el alto componente derechista y de quienes las convocaron, es decir básicamente los partidos de la MUD, aquellas protestas se circunscribieron a un escenario limitado: el de la clase media de las grandes ciudades (lo que no les resta legitimidad, por supuesto), a pesar de los esporádicos focos de violencia en algunos sectores populares. Pero desde el alzamiento de un grupo de guardias nacionales en la madrugada del pasado 21 de enero, la protesta está saliendo de las entrañas del pueblo trabajador, de los barrios, de los pobres, que le están diciendo "¡BASTA!" al hambre, al alto costo de la vida, a la miseria, a la corrupción, al chantaje gubernamental, al racionamiento por medio de las cajas-CLAP, a la represión, a las OLP, a las humillaciones de las que somos víctimas todos los días por parte de los funcionarios, al desmantelamiento de las empresas públicas, a los pésimos servicios, a la ineficiencia burocrática, es decir al mal gobierno, el cual ha traicionado la revolución, la Constitución y, por ende, al pueblo venezolano. Sólo en Caracas, la intimidación, la persecución y el chantaje ejercidos por los equipos políticos del PSUV en las parroquias no han impedido que se manifestara el repudio al gobierno en zonas tradicionalmente "rojas-rojitas" como Catia, Los Mecedores de La Pastora, Cotiza, el 23 de Enero, La Vega, San Juan, Carapita, Petare y pare de contar.

Por otra parte, los maniobreros del partido de gobierno dicen que todo aquel que reconozca la legitimidad de la protesta le hace el juego a la MUD, al Imperio y al intervencionismo gringo, posición manipuladora y chantajista a la que nos tienen acostumbrados los burócratas del PSUV. Pero hay que dejar bien en claro que amplios sectores del pueblo venezolano, así como repudian el actual gobierno, también rechazan tanto el imperialismo gringo como el imperialismo ruso y chino. Y no por reconocer la legitimidad de las actuales protestas significa necesariamente avalar la payasada de la MUD, que, mediante un malabarismo jurídico típico de sus líderes, interpreta la Constitución a su conveniencia para proclamar a Juan Guaidó como Presidente interino. La MUD es tan arbitraria como el gobierno-PSUV, que anuló la elección de tres diputados en 2015 para no perder la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional, que congeló elecciones durante todo el tiempo que le dio la gana, que impuso una Asamblea Nacional Constituyente inconsulta, que controla todos los poderes públicos, que ilegaliza partidos, que inhabilita candidatos, que lanza elecciones de un momento a otro para que los demás partidos no tengan tiempo de organizarse y pare de contar.

Lo cierto es que nuestro pueblo, aquel pueblo llano, de a pie, el más golpeado, ha salido a la palestra, se ha manifestado en función de un reclamo más allá de un apagón, de una caja-CLAP o de un pernil: está cuestionando el sistema gubernamental de humillación desvergonzada y sistemática ¿Será que, de ahora en adelante, los barrios marcarán el camino?



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Samuel Bravo

Artista plástico, vocero del Consejo Comunal Madre Tierra (parroquia La Pastora, Caracas) y miembro del Colectivo Cultural Toromayma

 yekuanabravo@gmail.com

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