El infortunado y tortuoso camino de El Helicoide (I)

El Helicoide de Roca Tarpeya está enclavado entre los barrios de San Agustín, en la zona centro-sur de Caracas, produciendo una visión diferente según el ángulo desde donde se le vea. Asimismo, esta construcción cambia de acuerdo a las historias que la rodea, todas tan retorcidas como su magnífica estructura en doble espiral. Ambicioso proyecto prematuramente suspendido, El Helicoide fue fiel a su inspiración, si bien en su caso la construcción no se detuvo por interferencia divina; sino por mundanas cuestiones de la política. La construcción de este edificio, erigido en 1960 como centro comercial de automóviles, único en su modalidad, las personas hubiesen podido conducir sus coches a lo largo de sus curvas y estacionarse frente al comercio de su elección, fue detenida poco antes de concluir. El edificio fue entonces abandonado a su suerte, la cual incluyó deterioro y olvido. Múltiples proyectos gubernamentales fallidos, ocupaciones por invasores y actividades de inteligencia policial fue su incierto destino. Escenario de episodios de drogas, prostitución y tortura, El Helicoide es una fuente de incontables leyendas, cada una más fascinante o aterradora que la anterior.

En la década de los años 50, la combinación de treinta años de ingresos petroleros y de un dictador, el General Marcos Pérez Jiménez, quien se dedicó a modernizar Caracas, hizo de Venezuela un paraíso para arquitectos provenientes del extranjero. Algunos, como Graziano Gasparini o Federico Beckhoff, adoptaron la ciudad capital como residencia permanente. Otros, incluyendo a Gio Ponti y Oscar Niemeyer, visitaron brevemente la ciudad atraídos por su orientación modernista. El primero, Gio Ponti, contruyó la famosa Villa Planchart, la cual se mantiene intacta como ícono de los años 50, el segundo, Oscar Niemeyer propuso un enorme triangulo invertido como Museo de Arte Moderno para la ciudad, proyecto que nunca se ejecutó. Unos pocos colaboraron con colegas locales en el diseño de edificios únicos, tal fue el caso de Marcel Breuer y Herbert Berckhard, quienes se asociaron con Ernesto Fuenmayor y Manuel Sayago en El Recreo, un complejo comercial que nunca se llevó a cabo; fue el caso también de Dirk Bornhorst y Pedro Neuberger, dos jóvenes arquitectos venezolanos nacidos en Alemania, quienes fueron contratados, para ayudar a construir la Caracas moderna, por Jorge Romero Gutiérrez. "Hay tanto por hacer", decía Romero Gutiérrez; "todo es posible"

Así se pusieron a la tarea, junto a arquitectos de la talla de Carlos Villanueva, cuya Universidad Central de Venezuela, la cual ostenta un campus modernista de fluidas líneas y obras de arte de Léger, Arp, Vasarely y Calder, entre otros, fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000; o del osado Fruto Vivas cuya espléndida concha acústica, la cual recubre el Club Táchira, es una importante muestra de arquitectura orgánica; o de Tomás José Sanabria, quien diseñara un hotel cilíndrico sobre el Ávila, El Humboldt, cuyo nombre conmemora al explorador alemán que presenció una lluvia de meteoritos en Venezuela durante su visita en 1799. Arquitectura y Urbanismo, la firma de Romero Gutiérrez en 1955, consiguió un importante contrato. El dueño de La Roca Tarpeya, un cerro de 30.472 metros cuadrados, quería construir una serie de pequeños edificios residenciales accesibles a través de una calle empinada. Romero Gutiérrez y sus socios concibieron un plan alternativo, cambiando la idea original de un proyecto residencial por otro mucho más lucrativo; uno comercial. Este proyecto constaría de una calle ascendiendo en espiral sobre la superficie arqueada del terreno, la cual serviría como plataforma para los carriles superiores, forma económica y eficiente de aprovechar el espacio disponible. La vía se convertiría, eventualmente, en una ruta de aproximadamente 4 kilómetros, con niveles ascendentes y descendentes, constituidos por dos espirales enroscadas, algo semejante a la doble hélice del código genético. Habría mil puestos de estacionamiento, dos por cada comercio de este complejo, alineados por el camino.

Enero de 2019



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José M. Ameliach N.


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