Las elecciones municipales del 9 de diciembre

La democracia no es una meta que se pueda alcanzar para dedicarse después a otros objetivos; es una condición que sólo se puede mantener si todo ciudadano la defiende.

Rigoberta Menchú

El venidero 9 de diciembre asistiremos los venezolanos a las elecciones municipales para elegir los concejales de los 335 municipios de la república. Un proceso controversial donde se pone de manifiesto la dañina polarización que vive la nación, pero con una inusitada particularidad, no se trata de dos grandes fuerzas políticas que pugnan por lograr la voluntad del pueblo en las urnas electorales. Por un lado las fuerzas políticas de la Revolución Bolivariana concentradas en el Gran Polo Patriótico y encabezadas por el Partido Socialista Unido de Venezuela han presentado sus candidatos a lo largo y ancho de la geografía nacional, en tanto que las organizaciones nacionales más importantes que dicen representar a la oposición, una vez más se abstendrán esbozando el raído argumento de no existir condiciones igualitarias, la desconfianza hacia el árbitro electoral y el umbral de la caída del gobierno actual encabezado por el presidente Nicolás Maduro.

Por otra parte, algunas organizaciones políticas opositoras minoritarias adversas al abstencionismo, incluidos algunas individualidades militantes de AD, PJ, VP y UNT, en un acto de desafío a las cúpulas de dichos partidos, han postulado sus fórmulas a fin de luchar por la preservación de sus espacios conquistados.

Nuevos argumentos de estos abstencionistas buscan justificar tamaña irresponsabilidad, considerando que estas elecciones no están relacionadas con la solución de los principales problemas de los electores. Tales como hiperinflación, escasez de alimentos y medicinas, ingresos que no satisfacen la capacidad de compra, la economía dolarizada, el bachaqueo, etc. Esto lo dicen quienes defienden el sistema de partidos, el estímulo a la organización societaria y que exigen del régimen imperante mayor participación del pueblo en la toma de decisiones. Me pregunto. Existe mayor oportunidad para los dirigentes de base de un partido que otorgarles el respaldo para que puedan acceder al centro de decisiones del municipio, para que defiendan sus postulados y contribuyan con sus propuestas a mejorar las condiciones de vida de su comunidad? Acaso no tiene importancia estar en los espacios que toman decisiones en cuanto a promover políticas para garantizar buenos servicios públicos a los ciudadanos? Cementerios óptimos? Un buen servicio de aseo urbano, resolver el problema de los huecos en las calles, superar el desorden del tránsito vehicular, buen alumbrado público, plazas, monumentos y centros recreativos en estado óptimo? Gestionar junto a la organización del pueblo el presupuesto participativo? Grave error de parte de los partidos abstencionistas vetar a sus cuadros de base la participación en un proceso comicial tan significativo. Dijo Malcom, uno de los mayores y más influyentes afroamericanos, si un colectivo tiene la oportunidad de votar unido y con ello puede decidir el resultado de las elecciones, y no aprovecha esa ocasión, no cabe duda de que ese colectivo está políticamente enfermo.

La oposición abstencionista se ha trazado un camino irreverente, con una profunda carga irrazonable y destemplada, que solo evidencia su falta de capacidad para ofrecer alternativas a un país en crisis, en momentos en que se requiere de actos de buena voluntad que coloquen en el predominio el debate y la reflexión frente a sus reiterados desaciertos, sobre todo de los tres últimos años. Menosprecian el gran significado que tiene para las organizaciones políticas el ascenso de sus líderes sociales, los que están allá abajo, en las catacumbas conviviendo con las calamidades y castrados en su ejercicio militante, sólo porque sus jefes en Caracas y en algunas capitales de los estados expresan con una arrogancia sin límites, escondiendo su fracasada gestión de los últimos tiempos, que votar es legitimar al presidente Maduro y a la Revolución Bolivariana, pero no dicen que harán para garantizar un cambio de régimen. Detrás de todo esto esconden su incapacidad de poder influir en la conciencia ciudadana. No queda duda que dejan a la ilusión, al cuento de los pajaritos preñados, el trillado cuento del Golpe de Estado, la invasión extranjera o la presión internacional el desenlace, en tanto que ellos serían los llamados a asumir las riendas del país. Es más, hacen un daño sin precedentes aullando a los cuatro vientos que los poderosos apliquen más sanciones económicas contra el país, sabiendo de sobra que con tal criminal acción los desposeídos son los que llevan la peor parte. Pueden ser considerados estos señores candidatos a conducir las riendas de un país?

Los candidatos de la Revolución ganarán, en tanto que los adversos a ella y militantes opositores creyentes en la causa democrática preservarán sus espacios y conquistarán otros en algunas cámaras municipales. No faltarán los agentes arrogantes, que desde sus cómodos espacios en Caracas y en algunas capitales del mundo se regocijen expresando, se los dije no hay condiciones en estos momentos para elecciones en Venezuela, el pueblo atendió nuestro llamado, no salió a votar, por eso ganó la dictadura.

Cuanta falta hace una oposición seria, transparente, honesta, que sin los vicios de quienes ahora dicen representarla, comprendan que la democracia no pertenece única y exclusivamente a quienes gobiernan. En las crisis la participación, la negociación y el diálogo, son fuentes inspiradoras de la racionalidad política, gracias a esos senderos emprendidos se han nutrido las grandes experiencias para superar los difíciles y circunstanciales momentos por los que han transitado muchas naciones en el mundo, y Venezuela no puede ser una excepción.

Suscribo a Roberto Heinlen cuando sostiene, Votar supone tener autoridad, la autoridad suprema de la que se deriva toda otra autoridad, como la mía para amargarles la vida una vez al día. Fuerza, si lo prefieren. El derecho de votar es fuerza, pura y simple, la fuerza del palo y el hacha. Tanto si es ejercida por diez hombres como por diez mil millones, la autoridad política es fuerza.



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Victor Barraez


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