Los presos, la peste y el timonel de los pies de barro

Cuando una sociedad no se duele por sus presos, cuando no se alarma por el mal trato, por la violación de sus derechos humanos es señal de alerta, de que algo anda muy mal, de que el espíritu colectivo ha retrocedido a épocas viles. Esa es la situación de Venezuela, debemos revertirla, es urgente. Ni un comité de presos, ni un regimen de visitas, nada: el que cae preso se lo traga la nada, desaparece, es más que un muerto. ¿Donde están Eulogio, Luongo, Rodriguez Torres, Nelson, Baduel, y cuatrocientos más?

El trato a los presos muestra el alma de un gobierno, y también el alma de una sociedad. Cuando los presos son abandonados en tumbas, torturados y nadie protesta, cuando el país se disuelve y nadie se alarma, entonces se deben prender las alarmas de la reconstrucción de la Patria.

La peste que hoy padecemos es ante todo espiritual: el madurismo, al lanzarse en las fauces del capitalismo, con la excusa de elevar las fuerzas productivas, consiguió destruir las relaciones fraternas, amorosas, que se establecieron y profundizaron con el Comandante Chávez, y se convirtió en un gobierno malandrín. Allí esta el centro de los males de hoy.

Esta sociedad vive una etapa de alto riesgo, es el tránsito de un gobierno revolucionario a un gobierno capitalista, y lo hace en las peores condiciones, con el peor timonel posible, sin estrategia, sin nada. Ahora, después del primer intento de restaurar el capitalismo, después de este desastre del madurismo, el reto del capitalismo es rescatar un mínimo de convivencia, restaurar sus valores: el desprecio por la masa pobre, la fantasía del sueño americano, la fábula de las bondades de la propiedad privada de los medios de producción, satanizar a la Revolución, al Socialismo, reactivar los guettos; en resumen, engañar, narcotizar a la sociedad para que acepte como natural la pobreza de muchos y la riqueza de pocos.

El gobierno ignaro se queja de los bachaqueros, no relaciona esa práctica con el capitalismo que él mismo incentivó. El bachaquero no se diferencia, en lo esencial, del dueño del supermercado, compran barato y venden caro. Mendoza roba a los obreros que producen y a los consumidores que compran, y no es corrupto, al contrario, es un magnate, un emblema social. Esa es la ideología que está instaurando el gobierno, legalizando el "si da lucro es lícito", el resto no importa. El bachaquero sólo sigue la ideología capitalista a pequeña escala. Junto a esto, envilece a la masa rompiendo la relación esfuerzo logro, los bonos, los carnet, los perniles sin contraprestación social, sin tejido social son aliciente al individualismo, al egoísmo.

Es así, el peligro de restaurar el capitalismo desde sociedades revolucionarias es una empresa de alto peligro. Es evidente que el madurismo fracasó en el intento, y ahora no se trata de un simple cambio de gobierno, el reto del capitalismo es restaurar su dominio espiritual y material, y eso lo consigue sólo con una fuerte represión y una fuerte manipulación de los corazones que le permita establecer la miseria espiritual y material como forma de vida.

Hoy, las diferentes corrientes de la sociedad muestran sus planes para la sucesión, para la restauración, son planes económicos, materiales, quitar el control de cambio, bajar esto, subir aquello, privatizar aquí, nacionalizar allá, que los trabajadores produzcan para el capitalista, que vengan los chinos. No van al fondo de la enfermedad que hoy padecemos, ignoran la causa: el deterioro espiritual, la conciencia capitalista, por allí debe comenzar la sanación social. El capitalismo no es remedio para nuestros males, al contrario, él los creó, los profundiza…



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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