Lo digo así o más claro

Los venezolanos y las venezolanas estamos dejando una narrativa como consecuencia de este acumulado de ideas, acciones e improvisaciones, que van respondiendo a las circunstancias históricas, y de hecho, cometiendo más errores que aciertos, porque están los que son, sin que necesariamente sean los que hacen falta para sacar al país de este atolladero. En política las pifias se pagan caro y peor aún, siempre repercute sobre los pueblos, porque los políticos se cuidan mucho de asumir sus errores, el único que tuvo guáramo hasta ahora fue Chávez, que hacía lo que decía y cumplía lo que lo que anunciaba que iba a hacer. Como a los verdaderos líderes, los sacan del camino, los eliminan, porque afectan el curso de los hechos ya planificados desde las verdaderas instancias de poder; no precisamente de los que están a diario frente a las cámaras de televisión, barbareando y mareando a quienes escuchan asombrados de cuanta perorata se puede decir en unos cuantos minutos, y cómo se esfuerzan por hacerse los que tienen la verdad de su lado, y luego de los rimbombantes anuncios, no dan pie con bola, son como los fuegos fatuos, ni alumbran ni calientan. Los que en realidad tienen un cierto criterio sobre estos asuntos, son los que guardan las distancias y actúan detrás del telón, que los hay de diferentes materiales; pero siempre actúan en función de mantener el estatus quo, las altas esferas del orden mundial y claro está, global, sometiendo al resto de la sociedad a sus mandatos, que en forma de leyes, decretos y reglamentos, disponen de quien vive y quien perece, de una manera u otra, es hora de despertar, el mundo de hoy, más que el de ayer, es de los vivos, no de los pendejos, es el único teorema que se saben estos improvisados funcionarios de la cosa nostra, perdón quise decir la cosa pública, o sea, de todos y todas.

Es una costumbre arraigada entre nosotros y nosotras, que asidos a la resiliencias de lo cultural, ahí colocamos todo lo que hace que se generen manifestaciones de este u otro tenor, que tiene que ver con el discurrir del tiempo, con las oportunidades, y con las ventajas que se suponen son un logro que se va acumulando con los años de servicio y trabajo por la patria, el país, la nación, por los hijos e hijas de Venezuela, que tradicionalmente ha sido de los indios, de los blancos y de los negros, pero que en realidad, es de los caribes, de los que pican adelante, de los que sin escrúpulos toman lo que es y lo que no, también, engreídos por un poder que hoy es y mañana no se sabe, todo pasa, nada queda, solo los buenos y malos recuerdos. Ante tales posibilidades, y luego de veinte años de proceso que se supone de cambios a ritmo de revolución, con miras al Socialismo del Siglo XXI, que ya ni se dice, ni se toca, ni se hace, y que, hasta la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela se viene irrespetando por todos y todas, los que arrastrados por este marasmo, contaminados por tanta inopia, por tanta falsedad y enajenación planificada, tienen peso específico y una razón de Estado y un estado de razón, en contramarcha desde que la partida física del Comandante estaba cerca. La culpa no ha sido del ciego, sino del que le dio el garrote, hoy dependemos cada vez más del papá Estado, del Gobierno, del Partido, de los dueños y dueñas de las instituciones en las que actúan bajo un manto de impunidad, y que por mucho que se tongoneen, siempre se les ve el bojote.

Otro tanto es lo que se ha venido entregando a las trasnacionales, puro lomito, a cambio de unas cuantas monedas devaluadas, cada vez se requieren más y más, para surtir al país de lo que no produce, no fabrica, no crea; todo lo compra, lo adquiere hecho, empaquetado, embalado. Con la triste realidad de que el beneficio se queda en pocas manos, los que con el Estado hacen grandes negocios, se prestan, pagan y se dan el vuelto. Por eso es que no están los que son socialistas, están los que, disfrazados de comunistas, desde todas las ideologías, que endosan y se cambian según el protocolo, y con quien toca reunirse, para la ocasión y asuntos de alto interés, donde el pueblo es accesorio; ahí solo se reúnen los pesos pesados, es decir los más buchones, los que hablan en secreto para lograr preservar los intereses particulares, los cuales se dejan de una vez y a buen resguardo en los paraísos fiscales en el mundo. Son los viejos vicios de los regímenes presidenciales y de las prácticas adeco copeyanas de la democracia representativa, que dejó muy buenos dividendos a los que hoy se sigue rasgando las vestiduras en el Gobierno y en la Oposición, con el imperio de la corrupción, del nepotismo, de la impunidad, del manejo discrecional del tesoro nacional, de la entrega al mejor postor, y de los dividendos se logra un rato más en el poder, para estar a buen resguardo de las sanciones a que tienen que rendir cuentas; respaldados por las fuerzas armadas y una maquinaria policial pretoriana, al servicio y protección de las cúpulas en el alto poder, el primer anillo, donde el prisionero de palacio hace malabares frente al G/J Palacio Blanco, que dominan el escenario como el Pentágono a sus Halcones, y como en el Capitolio de Washington a senadores y diputados, los gobernadores y alcaldes les rinden a los partidos, cuotas y bozal de arepa para mantener a los militantes alienados con rumba y estimulantes de todo tipo. Venimos de lejos, de los cincuenta, algo vimos, oímos y decimos después de haber pasado con creces el medio cupón, no nos pueden venir con cuentos de camino, ni contarnos de ese oprobioso pasado que vivió Venezuela moderna y contemporánea, de protestas diarias contra los abusos adecopeyanos contra campesinos, obreros, trabajadores, asalariados a quienes les desconocían sus derechos fundamentales, a los pensionados, a los jubilados, a los y las personas que habiendo trabajado toda una vida activa, luego, padecer de un retiro sin emolumentos obtenidos con esfuerzo y sacrificios.

Donde quedan los principios de lucha, los valores socialistas sembrados durante siglos, el respeto a las reglas de juego por las que todos votamos, por la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que al parecer se quiere borrar, como pretenden hacerlo como hicieron con Bolívar en la IVR, como quieren hacer con el chavismo en la VR, a la que posiblemente estén cocinándole también lo suyo es la Asamblea Nacional Constituyente enclaustrada y bajo siete sellos, las siete cabezas visibles de la estructura de mando del gobierno de Maduro. Una cosa es lo que hay y otra cosa es lo que es, una cosa lo que piensa el burro y otra quien lo arrea. Acaso piensan por mí, por ti, por nosotros, por el indio, el blanco y el negro, saben de los sentimientos, las necesidades, los padecimientos, las imposibilidades de vivir la vida digna, y merecida a que tenemos derecho todas y todos en este siglo XXI, en un ambiente limpio, aseado, solvente, sin las diferencias que se han profundizado, siendo abismales esas diferencias entre los que medran del poder desde los altos mandos como en las FANB, o en la Iglesia oficiales en el país, por solo mencionar dos, con relación al resto de las instituciones, cuyo funcionamiento inercial depende de los altos cargos que acatan pero solo cumplen lo que consideran desde su propio estamento, como si de un feudo se tratara, donde los 99 gozan de buena salud, comen y beben a su antojo, mientras que los que hacen el trabajo, motorizan las actividades, le dan energía a las instituciones son los que reciben menos beneficios, incluso en proporción uno a diez, entre sueldos y emolumentos.

Es evidente que de una situación económica, financiera y comercial, como la nuestra, y además una guerra económica, ante la cual después de dos décadas no se supieron buscar las contras, y lo único que privó fue el beneficio de esa burguesía, nacionalista y progresista capitalista, de la que con bombos y platillos aplauden los funcionarios públicos de la República. Y de paso, como ocurrió a finales del siglo XIX, entramos de nuevo en un endeudamiento, esta vez con los chinos y rusos principalmente, entregando le reservas estratégicas a cambio de respaldos marginales a los que se atienen frente a Estados Unidos y sus sanciones, al cual seguimos suministrándole petróleo. Con todos los problemas internos e internacionales, sin que hayamos podido buscar alternativas a la dependencia de las importaciones, lo que sí estamos exportando y debido a situaciones generadas por las políticas equivocadas, por posiciones sectarias y a veces dogmáticas de ciertos alter egos de las izquierdas o anclados al pasado o demasiado pragmáticos, aunque no se hayan dado cuenta debido a sus paradigmas y modos de ser y de actuar como aprendieron durante la lejana y distante guerra fría, que solo rozó y de pasadas, a algunos ignorantes de la real política, confundiendo la leche con la magnesia, las teorías por teoremas, enfrascados como estaban en poca lectura y mucha acción, la mayoría de las veces sobre un romanticismo mágico religioso en que la efervescencia de la juventud y el monte daban poca luz de lo real.



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Franco Orlando


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