Irse del país o regresar a la patria

La vorágine que sacude a Venezuela colocó en blanco negro verdades absolutas como mentiras encumbradas. A diferencia de los periodos violentos (guerra de independencia /siglo XIX) y dictatoriales (J.V. Gómez y M. Pérez Jiménez /Siglo XX) esta etapa de la historia está cargada de otro tipo de violencia, promovida desde el exterior por un imperio sin reina ni reyes, "disparando" con un"sofisticado" tipo de arsenal bélico, combinando acciones criminales sin olor a pólvora ni aterrorizando con cañones de 42 pulgadas.

Padecimos el periodo de las mazmorras como La Rotunda, cuerpos poli-militares asesinos (Digepol, SIFA, DIM, Disip y Teatros de Operaciones (TO) donde los presos salían muertos, torturados, desaparecidos o fusilados, impunemente.

La actual etapa de la historia nacional lleva en las costillas y en el imaginario colectivo -diría Edgar Morín (1960)- una falsa creencia de ser país "rico", "podrido" en petróleo, con un modelo de Democracia campeona mundial en elecciones y un gobierno que incomoda a los grupos económicos parásitos, a la derecha política, las corporaciones transnacionales, a la Casa Blanca y el Departamento de Estado (EEUU).

El concepto de país está erróneamente endosado con el fracaso o éxito del gobierno de turno Se han inoculado en la conciencia de las mayorías nociones banales de País, Nación y Estado (gobierno), cuando en realidad cada uno lleva una definición propia. Veamos. "PAÍS es el territorio físico, el marco geográfico delimitado por las fronteras con otros países. NACIÓN es un sentimiento de unidad de un grupo humano que tiene unas características comunes, sociales, culturales, idiomáticas, que los hacen diferentes a los demás. ESTADO no es más que el órgano de gobierno de la nación".

Que el tipo de gobierno como expresión orgánica del Estado, sea una masa de burócratas adictos a la corrupción, el nepotismo, la improvisación y otros males que causan el empobrecimiento moral, cultural, económico y político de la sociedad, no puede secuestrar el sentimiento de unidad ni el sentido de pertenencia que nos agrupa con pasado, presente y futuro, con himno, escudo y bandera, para registrarnos ante el mundo con Identidad única. A su vez, tampoco se debe limitar el amor a la tierra natal (espacio geográfico), entendido éste por los elementos naturales como vegetación, suelo, montañas y cuerpos de agua, así como por elementos sociales o culturales, es decir, la organización económica y social de los pueblos y sus valores y costumbres.

Quienes decidieron irse al extranjero, en su mayoría cargados de ilusiones ingenuas, miseria social y frágil formación cultural, aunque otros con excelente nivel académico, oportunidades de negocios y nexos con familiares de los padres venidos como migrantes, tienen en común la realización personal, crematística; echando a un lado la suerte o el destino de una nación, atrapada en una crisis estructural de larga antigüedad y un gobierno enmarañado en contradicciones.

Muchos de los que partieron llegaron a decir, pretensiosamente, que "este país no les sirve" para lograr sus ambiciones personales. Es decir, que se pudra Venezuela porque es mejor ganar en dólares, comprar un carro, tener un apartamento y beber güisqui "24 años". Al carajo los 500 años de historia pos- colonial, la heroicidad de nuestros ancestros en las Batallas por la Independencia, el ejemplo de Bolívar, el pueblo de los abuelos, el sacrificio de los padres para levantar una familia honesta, la alegría por la llegada de las hallacas decembrinas, la música de la costa, llano, andina, zuliana, central y oriental. Simple y llanamente invirtieron los valores que fortalecen la venezolanidad,el sentido de pertenencia e identidad.

Nuestra sociedad se caracteriza por formar hombres y mujeres con una manera de pensar en donde el enriquecimiento fácil y la individualidad se imponen sobre el colectivo. Se valora a la persona por el dinero y el número de propiedades que ostenta y no por su calidad humana e integridad moral. La actitud es dejar en manos de otros la titánica tarea de gobernar, por ejemplo: Alcaldías, Estados y Nación. Nadie asume corresponsabilidad en las acciones de interés colectivo, con o sin el gobierno ni siquiera asisten a las reuniones de padres y representantes, en la escuela de los niños y niñas.

Los relatos de miles de migrantes venezolanos radicados en América Latina, EEUU y Europa testifican un vacío monumental al momento de emprender "en cambote" un cambio estructural de país, nación y Estado. Se nota a simple vista, el desconocimiento de las inmensas potencialidades físicas y humanas que tiene nuestro país-pueblo, en comparación a la mayoría de las naciones a donde fueron a soltar la rabia o confrontación con el gobierno del momento.

De sentirse parte de un territorio mágico, extensión de un núcleo familiar, el mismo pasado histórico y una cultura distintiva, hoy están a merced de acciones xenofóbicas, mal pagados, engañados por los coyotes de frontera, manipulados por medios internacionales y locales, "muertos " de tristeza, en condición de indigencia y a merced de políticos locales, bastardos, que los utilizan para referirse a Venezuela con desprecio.

Irse del país porque naufragamos en una crisis tormentosa, hace recordar al sabio Albert Einstein cuando dijo: No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar ‘superado’. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.

La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla.

Quienes han decido regresar, por cuenta propia o con el apoyo oficial, pues descubrieron que "no se sabe lo que se tiene hasta que no se pierde", plantea la siguiente pregunta: ¿Regresaron al País o a la Patria?, o como la calificaría Don Mario Briceño Iragorry cuando la llamó Matria, dando a entender que de ella venimos, a ella amamos y por ella entregamos la vida, si fuera necesario.

La Matria (Patria) "…no es de nadie; y si es de alguien; será, y esto solo de espíritu de quien la sirva con mayor desprendimiento e inteligencia". (Martí).



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Elmer Niño


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