Algunas reflexiones para los venezolanos

"Cada país tiene el gobierno que se merece".

Joseph de Maistre

Es lamentable, causa enorme decepción y un profundo pesar observar el resultado del balance que estamos viviendo y sufriendo todo el pueblo venezolano y lo que le depara a nuestras futuras generaciones: nuestros hijos, nietos y descendientes en general, después de haber vislumbrado, tan esperanzadoramente, al iniciar el Tercer Milenio, el renacer de una Venezuela distinta, moderna, solidaria, alegre y optimista. Un país inmensamente rico pero que actualmente naufraga en la más oprobiosa miseria que alguien se pueda imaginar.

Pero, nos hemos dejado conducir como ovejas desorientadas y descarriadas por senderos de odio, materialismo, consumismo y fanatismo abandonando nuestra proverbial solidaridad, tranquilidad, alegría y riquezas. Nos hemos dejado arrastrar por intereses egoístas y malsanos, que hicieron uso de sus perversos medios de comunicación, causando una constante guerra entre hermanos en medio de la cual no pudimos distinguir a nuestro verdadero y común enemigo. No es la primera vez que esto ocurre. En el mundo, la principal causa de todas las guerras es la codicia que los poderosos tienen de las riquezas de los pueblos pacíficos. Venezuela no es una excepción.

La grave crisis estructural que padece actualmente Venezuela no es casual: la miseria el hambre, la marginalidad, la corrupción, la impunidad, el nepotismo, la escasez, la insignificante capacidad productiva a nivel nacional, el desabastecimiento, el acaparamiento, la especulación, el contrabando, el desgobierno, la ineficiencia, el burocratismo, el desorden administrativo, la fuga de talentos venezolanos en busca de mejores condiciones en otros países, etc. no son fruto solamente de nuestra mala suerte o de alguna maldición, o una guerra económica generada por soldados invisibles, ni del imperio o de la burguesía apátrida exclusivamente. Es consecuencia también de ese sistema presidencialista que impide que el gobierno funcione de manera eficiente. Que consiste en que una sola persona ejerce y concentra todo el poder del Estado: Presidente de la República, Jefe de Estado, Jefe de Gobierno, Comandante en Jefe de la FANB, Jefe del Poder Ejecutivo, primer presidente(pp) del PSUV, pp de PDVSA, pp de CVG, pp del BCV, pp del CNE, pp del TSJ, pp de la Fiscalía, Jefe del Gabinete Económico, Jefe de la Cancillería, jefe de comunicación e información, jefe de todos los presidentes de las Empresas e Institutos Nacionales, coordinador de todos los operativos nacionales, supervisor de todos los nombramientos oficiales, etc., etc., etc.; y para completar se cree el amo y protector absoluto de todo el pueblo.

Mientras tanto, todo su entorno: sus adláteres, sus asesores, sus ministros, sus secretarios, empresarios, banqueros, enchufados, beneficiarios, etc., hacen y deshacen todo lo que se les ocurre y antoja sin ningún control. Lo aplauden, lo protegen, lo defienden, pero a su vez, lo mantienen aislado, desinformado, mal informado y evitan que se entere de los detalles y de algunos de los hechos más evidentes e importantes del acontecer nacional e internacional, hasta que finalmente el mismo sistema decide sustituirlo por otra persona, repitiéndose el ciclo perverso de manera indefinida.

Esta crisis es además inducida y generada por poderosos intereses económicos internacionales, hambrientos de nuestras riquezas naturales y estratégicas, que no descansarán hasta no vernos totalmente sometidos.

La verdad es que, paradójicamente, a pesar de ese enorme poder que parece tener y que él cree que tiene, el Presidente es una de las personas más desinformadas, manipuladas y de las que menos poder tienen en todo el país, pero ni él mismo se da cuenta. Él habla, firma, decreta, nombra, autoriza, otorga, expropia, ordena, amenaza, censura, veta, condena, condecora, premia, insulta y también lloriquea, la mayor parte de las veces, sin tener pleno conocimiento o consciencia de lo que hace o dice. Es decir: de manera irresponsable. Pero el verdadero poder se encuentra en las sombras de su entorno, donde predomina el desgobierno, el desorden, los privilegios, las mafias, las roscas, los enchufados, los contratistas, los pequeños grupos, que controlan, que asesoran, que rodean, que informan al Presidente solamente lo que conviene a los oscuros intereses particulares de esos grupos.

En muchas ocasiones, el Presidente es como si no existiera. En otras es extremadamente peligroso. Y en algunas, es simplemente una figura ornamental al cual se le atribuye la responsabilidad de todo.

¡Pero quienes pagamos las consecuencias de todo lo que hace o deja de hacer somos nosotros!

Él cree que gobierna, pero lo cierto es que lo gobiernan. Él es simplemente un títere de su entorno, a quien le atribuyen toda la responsabilidad de lo que sucede en país. Todos creemos que el Presidente es quien manda. El poder está oculto en las sombras. El Presidente literalmente no sabe lo que hace pero es el responsable de todo lo que sucede en el país, de las políticas que se toman, de las medidas y órdenes ejecutadas. Es el responsable de todo y casi todos terminamos creyendo que el presidente es el culpable de todo lo que hace y dice o deja de hacer. Que él es quien tiene el poder. Que se las sabe todas, que es quien diseña todos los operativos, que conoce a todos los funcionarios que nombra, que responde por todo y es quien ordena todo. Muchas personas y agrupaciones le escriben cartas abiertas y cartas cerradas con la esperanza de que él las leerá y podrá enterarse a cabalidad de esos problemas y encontrarles solución, pero en verdad, él se entera solamente de lo que le permite su entorno.

El Presidente es quien firma todo, el de las cadenas, el que regala bonos, el que anuncia los aumentos de sueldo a los trabajadores sin saber la realidad, pero jura que lo sabe todo. Como es el único que habla, o que vemos hablar, tiene que responder por todo, y casi siempre sin estar enterado, pues le es imposible estar enterado de todo. Al final abusa del enorme poder que tiene y no responde por nada. Al terminar su mandato lo aíslan políticamente o se va a vivir a un país extranjero sin responder por sus actos en Venezuela.

La inmensa crisis que sufre Venezuela actualmente es fruto de la acumulación de errores, imprevisiones, improvisaciones, contradicciones, etc., causadas por la falta de planificación, la irresponsabilidad, el egoísmo y la miopía de todos los gobiernos que hemos soportado en los últimos cien años y de la violación permanente de nuestra Constitución por parte de nuestra clase dirigente. Es consecuencia de la terrible corrupción política y empresarial que ha destrozado la patria y la ha entregado y la sigue entregando a intereses transnacionales.

Aparte de reconocer como principales responsables y culpables de la desastrosa situación del país a la clase dirigente y dominante, tanto la del gobierno como de "la dizque oposición", tenemos que aceptar también, que todos los venezolanos en realidad, constituimos una verdadera Sociedad de Cómplices. De alguna manera todos somos, en mayor o menor grado, culpables de la grave situación que estamos viviendo. No podemos exculparnos, ya que al formar parte de esta sociedad, interactuamos permanentemente con ella. Si bien es cierto, el grado de culpabilidad está en proporción directa con el nivel de instrucción, preparación, capacidad académica, económica, técnica u organizacional, que podamos tener. En otras palabras: son los intelectuales, los partidos políticos, la dirigencia sindical, la jerarquía eclesiástica, los empresarios, las universidades, comenzando por sus autoridades, sus asociaciones, sus sindicatos, los profesionales universitarios, los gremios, abogados, médicos, ingenieros, periodistas, etc. y todo aquel que de alguna manera ha tenido el privilegio de acceder a un cierto nivel intelectual, social, económico, o formar parte de una organización, gremio, asociación, somos quienes debemos asumir la mayor responsabilidad. Quienes tenemos que ponernos la mano en el corazón, y más allá de disfrutar de esos privilegios, reconocer que existen otros seres humanos que requieren la atención de un Estado responsable y eficiente, que atienda también a los más desprotegidos, pues todos tenemos derecho a una vida digna y porque además, una de las principales y más nobles razones de vivir, es aceptar y luchar por que todos vivamos con el mayor respeto y dignidad posibles y no creer que la única preocupación o interés sea el beneficio individual y egoísta de nuestro pequeño grupo o entorno.

Por supuesto que no están exentos de culpa los periodistas, como tampoco los propietarios de medios de comunicación, los colegios de periodistas, que han tenido la valiosa oportunidad de ver, oír y presenciar más de cerca a los actores y las actuaciones de los principales protagonistas del acontecer nacional y mundial, sino además, la obligación moral y ética de difundir con honestidad la verdad. Por esta razón, el periodismo es uno de los sectores que más responsabilidad les corresponde, puesto que no hay duda de que actualmente son los medios de comunicación la herramienta más idónea y poderosa para moldear y orientar la opinión pública y en consecuencia, la ética y la moral deben ser los pilares fundamentales en la formación de una sociedad justa, libre y responsable con la naturaleza. No es aceptable desde ningún punto de vista que los medios de comunicación privados se sientan con derecho de defender solamente sus intereses económicos o los de sus propietarios, o que los medios públicos defiendan y expresen solamente la opinión del gobierno. Los medios de comunicación pertenecen en su totalidad a toda la humanidad y no deben estar secuestrados por ningún sector, aunque ésta haya sido la tradición hasta ahora. Para un periodista, no es suficiente no haber participado en un acto de corrupción; si con su silencio lo amparó, también se es moralmente corrupto. Si no se tiene el valor de enfrentar la verdad, se debe dar paso para que otro ocupe el puesto dignamente.

De alguna manera hemos sido cómplices, cuando colaboramos inconscientemente, o con la intención de obtener algún beneficio a cambio, o por temor de evitar represalias y nos hacemos "los de la vista gorda" si un funcionario abusa de su posición, o cargo y no reclamamos lo que deberíamos. Existe la costumbre de ocultar las faltas del superior jerárquico, especialmente en los cargos públicos, o callando graves faltas cometidas.

Hemos heredado una cultura cupular, por lo cual, quienes ocupan los más altos cargos o tienen más dinero se sienten con derecho de impunidad, pero lo más grave es que todos, de alguna manera, colaboramos para que la situación persista. En los medios públicos como VTV o RNV, por ejemplo, se exagera la adulación al Presidente y su entorno, en tanto que la participación popular es mínima. ¡Se han olvidado que el Pueblo es el Soberano!

Así vemos que quien se atreve a criticar al gobierno es apabullado y tildado de traidor a la patria, desestabilizador, guerrero del teclado, cabezacaliente y hablador de pazguatadas.

Pero es necesario reconocer que la crítica y la autocritica, son indispensables en una sociedad democrática, porque es la mejor manera que tiene el gobierno de enterarse de la realidad y conocer los correctivos que se deben aplicar.

¡Únicamente durante el gobierno de Chávez tuvo el Pueblo Venezolano la importancia que merece en este aspecto, y esto tenemos que recuperarlo!

Como hemos podido apreciar, nuestra cultura, nuestra idiosincrasia, nuestra manera de ser, nuestra indiferencia, la despreocupación, el facilismo, la flojera, el jalabolismo, etc., ha sido algunas veces lo que ha permitido y facilitado a nuestros jefes o funcionarios de mayor rango y gobernantes, las manos libres para actuar con absoluta impunidad, abusando de su posición y para perjuicio de todos. Por nuestra apatía y desinterés en la política, por no preocuparnos de los bienes del Estado, por nuestra indiferencia ante las actividades de los funcionarios, por la simpatía que sentimos por un determinado político, o partido político, hemos permitido que nos roben cientos de miles de millones de dólares, con los cuales podríamos estar viviendo en mejores condiciones, con un gran sistema nacional de salud, excelentes instituciones educativas y deportivas, vivienda confortable, servicios y transporte de alta calidad y una vejez placentera.

La inmensa corrupción en todas las instituciones públicas y privadas, el nepotismo generalizado en todos los niveles de gobierno, la ineptitud desesperante de casi todos los funcionarios públicos, la enorme burocracia en todas las dependencias gubernamentales, son en cierta forma debidas a nuestra indiferencia y complicidad. Se ha propuesto una Auditoria Pública y Ciudadana, que podría ayudar a minimizar y corregir estos defectos lamentables, pero la indiferencia de la población y la falta de promoción en los medios de comunicación han impedido divulgarla suficientemente.

Reconozcamos que parte de la grave crisis que sufre Venezuela es culpa nuestra. Si no rectificamos, nunca podremos reconstruir el país.Todos hemos colaborado, de alguna manera, para que estemos como estamos.

Pero no hay ninguna duda de que el sistema o régimen presidencialista es la causa principal de la profunda crisis venezolana.

La absurda y penosa crisis que estamos padeciendo, no tiene solución dentro del actual sistema presidencialista que ha imperado en nuestro país durante muchos años.

Para promover el desarrollo y lograr el renacimiento de Venezuela es indispensable y urgente eliminar dicho sistema presidencialista.

¡No se trata solamente del Presidente, se trata del sistema presidencialista!

¡La terrible situación por la que estamos pasando no podrá mejorar bajo la autoridad caprichosa de un solo hombre o mujer!

Una sola persona, cualquiera que sea, del partido que sea, por más inteligente, honesta, sabia, astuta, osada y bien intencionada que sea, no podrá realizar individualmente una tarea tan compleja como es dirigir un país.

Para salvar a Venezuela necesitamos urgentemente un Gobierno Colectivo y Responsable, llámese Junta de Gobierno, Gabinete Ejecutivo, Grupo Presidencial, etc., constituido por cuatro o cinco miembros, de reconocida calidad ética, intelectual técnica y moral, donde los criterios científicos y tecnológicos estén por encima de dogmas y doctrinas religiosas o militares, donde la responsabilidad de cada miembro sea asumida en tiempo presente y no solamente ante la historia. Donde exista una total coordinación entre los ministerios, los estados, las alcaldías, las empresas públicas y todas las dependencias del Estado. Un Estado, sin caudillos o líderes individuales con proyectos diferentes al interés nacional. Un Estado sin tutelajes de potencias extranjeras como EEUU, China, Rusia, etc., y donde se respete rigurosamente la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, un gobierno que sea elegido nominalmente, pero que además esté controlado o supervisado por un Poder Popular unido, organizado y consciente, que haga valer la Contraloría Social, las Auditorías Públicas y Ciudadanas, que tenga el control de todos los medios públicos de comunicación e información que pertenecen al pueblo y nó al gobierno.

Como es obvio, la conformación de tal tipo de gobierno implicaría una Reforma de la CRBV, pero recordemos, que el Pueblo Soberano es Supra constitucional, y por consiguiente puede, cuando a bien tenga, convocar la realización de un Referendo para tal fin. El pueblo venezolano ha adquirido una gran madurez política y previamente, con un adecuado debate de altura, muy seguramente estaría dispuesto a defender este nuevo modelo de Gobierno Colectivo y Responsable. Dicho gobierno debe contar con el control, pero también, con el respaldo del Poder Popular unido, organizado y consciente, para poder enfrentar los enormes poderes económicos internacionales, (que son el verdadero imperio), que pretenden someter a todos los gobiernos débiles del mundo.

Para lograr estos objetivos se requiere urgentemente la unión y la solidaridad de todos los venezolanos que vivimos honestamente de nuestro trabajo, pues es una ingenuidad esperar la colaboración de quienes actualmente disfrutan de odiosos privilegios dentro del gobierno.

¡No hay otra vía pacífica y constitucional para superar esta crisis profunda y estructural que estamos viviendo en Venezuela!

Es imprescindible reivindicar el protagonismo y la participación del pueblo, convocar a toda la nación al trabajo, a la investigación científica, tecnológica y artística. Reactivar todo el aparato productivo, la agroindustria, la petroquímica, la metalmecánica, etc. Recuperar toda la infraestructura. Mejorar los servicios públicos básicos, etc. No podemos depender exclusivamente de la renta petrolera y minera.

¡De no ser así, es completamente imposible recuperar a Venezuela de la dramática situación a que la ha conducido la clase dirigente durante más de cien años!

¡Solo si el pueblo honesto y trabajador participa activamente, superaremos esta crisis estructural!

Atentamente;

13 /09/ 2018

 

 



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Gilberto Hernández Ortíz

Graduado en la universidad Nacional de Colombia en Licenciado en Ciencias de la educación especializado en el área de Física y Matemáticas Postgrado en Educational Media en la Universidad de North Carolina A&T State University año 1984 - Greensboro, N.C Prof. Jubilado de la Univ. de Oriente (Núcleo Anzoátegui)

 gilnandez@hotmail.com

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