Historias fantásticas de la cuarta: relato de una ancianita

Crónica arrancada de Las Crudas y Lacerantes Páginas de La Vida Misma. Escrita por un croniquero cachilapo, conocido en Las Tagüaras de mala muerte como El Tal Cucho Barbín.

Érase una mañana de diamantina nitidez lumínica en El Mercado de Los Bloques, en Maturín. El Sol, arriba, era una morocota flamígera, que comenzaba a asomar su rubicundo rostro tras las nubes, -impolutos copos de blanquísimo algodón-;pegadas, las nubes, al Azul Pampatar de la bóveda celeste. Alegría adeca contagiosa, cual virus sin vacuna, era lo que se respiraba en cada resuello vital. Y se me acabaron las metáforas atmosféricas, Sonia Jiménez. Mándame más, sin pichirrez. Yo llevaba en mi busaca pesca’o sala’o, plátano madurito, ocumo chino y un ¡ENORME! tarro de mayonesa. Porque solía comer mayonesa con ocumo chino y no al revés. Estábamos en El Cenit, La Plenitud de La Plenitud de La Cuarta República, Omar Hurtado. La gente ¡toda-toda! iba por el mercado con sonrisas de oreja a oreja. Mostraban todos los dientes completicos, como si el reír se lo hubiesen empotrado al rostro con pega loca de la más verraca, Marcos Matías Duarte. Como efectos de sonidos envolventes (¿Pagados por El Partido del Pueblo o era mi imaginación turulata, ah?) se escuchaban "jajáes", "jejées" y "jijíes". Algunos, sin son ni ton, se carcajeaban ruidosamente. Otros, confianzudos, se abrazaban sin conocerse. Se palmeaban duro por ese lomo. Era una atmósfera güachafitera, de jodienda y, -sopratutto-, jacarandosa. Y lo más increíble y enigmático de la vaina: ¡Aquella ADECAMENTA no se percataba de cúan felices eran! Dirigí mis resueltos pasos y el inimitable garbo de mi caminar parisino hacia los predios del ventorrillo de Mi Vende-Pollos Preferido. Era La Pollera: "La Romería Dominguera". El propietario, Merardo del Carmen Jiménez Machuca, -¿Familia, acaso, de La Sin Par Sonia, la de La Angelical Voz Argentada, Gaspar Marcano? Era Merardo del Carmen un hombrachón descomunal. Alto, muy alto. Ancho, muy ancho. Y gordo, muy gordo. Todo en su naturaleza anatómica era en demasía. ¿Teteros de nepe o melaza para cochino como ingesta alimentaria de sus años de güaricho? Una línea de investigación científica realenga para investigadores dietistas. La metáfora que mejor describía la corporeidad de Merardo del Carmen, era una Maxi-Macro-Nevera de Dos Puertas King Size. El torso de ceiba era rematado por Una Grande Cabeza. Casi no tenía cuello. Muy pigmentado, dado su ancestría africana cuasi-pura. Hombre de pocas palabras y sonreír pichirre. ¡Obviamente desentonaba con la dicha desbordada, el ambiente festivo-de-fiesta-patronal, retreta y jovialidad ilimitada del mercado! Pero era la mar de ingenuote y gustoso aniñado de los relatos orales. Llego y Merardo me dice: -¿Qíubo, mi Profe? ¿Lo mismo de siempre?; -Sí, Merardiño: un pollo tococo, tarajayo, manganzón y pecho cuadra’o. Merardo pela por la su hachuela de brillante filo y comienza a buscar -ojo de zamuro zahorí-, el pollo más machalengote. Un breve instante de descuido. Sobre el mostrador hay un enorme cerro de patas de pollo. Siento en el costillar algo que me toca. Miro y es una mano huesuda. Me vuelvo y veo una ancianita que me guiña el ojo y con la mano me hace señas de que va a robar patas de pollo. La ternura me embarga y decido alcahuetear La Misión-Roba-Patas-de-Pollo. -¿Sabes, Merardo, he estado viendo un pocotón de películas y videos en Internet de Fenómenos Para-normales?: "Vida después de La Vida", "El Jinete Chueco sin Cabeza", "La Sayona Coqueta", "La Maldición de Tutankamón" y "El Cruel Vampiro Mexicano Chupa-Morcilla". Y, de la faz de Merardo, se apodera una mueca afable, como la del Sargento García de la serie televisiva del "El Zorro". A todas éstas, La Ancianita Roba-Patas-de-Pollo, agarra que te agarra patas de pollo. Hasta que el montón de patas de pollo se reduce a menos de la mitad. Espero un nano-segundo, me volteo y … ¡coño!, la anciana ha desaparecido. A plena luz del mediodía. "Como si se la hubiese tragado la tierra", habría dicho Martín Valiente. Me despido abruptamente. Y dejo a Merardo del Carmen preñado de incógnitas. Y le prometo volver y reanudar los relatos el venidero sábado. De regreso al apartamento, en mi veloz volkswagen, voy elucubrando y calibrando teorías que me expliquen lo extremadamente insólito ocurrido frente a mis ojos. Una teoría, la más tentadora, es La de La Tele-transportación. Tal como en "Viaje a Las Estrellas" El Capitán Kirk y El Doctor Spock (¡fascinante!), tele-transportaron ¿por qué no? a la ancianita a Un Universo Paralelo. En este Universo Paralelo hay miríadas de Abuelitas Roba-Patas-de-Pollo. Y hay ollas, topias, leña quemona de güatacare, querosén, fósforos. Y topocho jinchón, ñame de palo, ocumo chino, batatas, zumbí verde, auyama puerquera, aguacates, casabe, bollo tranca-pecho, ají chirel. De todo. Las Abuelitas-Roba-Patas-de-Pollo de todo el país, viven sus años dorados allí, haciendo sancochos y pastoreando nubes polícromas. Nada más y nada menos que La Felicidad que se les negó en La Cuarta República. No más atardece, me voy a La Tagüara "El Sabrosito", de Santiago Pereira, el adeco más empedernido de Maturín. Ya allí me antecedieron El Doctor Rojitasy El Doctor Celso Medina. Y la cuerda de borrachos bullangueros habitués de "El Sabrosito". Les cuento La Formidable Historia de La Viejecita-Roba-Patas-de-Pollo. Omito -¡por supuesto!- mi Teoría de El Universo Paralelo. No vaya a ser que piensen que ya estoy turulato, chuchumeco y majaretas. Me oyen absortos. Piden más y más detalles. Después, Celso se adelanta. -Cucho, aquí entre nos, dime la verdad: ¿Cómo te has portado últimamente?; -Cónchale, Celso, lo de siempre: mucha cañandonga y un cachazo de vez en cuando a mi esposa. -¿Más nada, Cucho … seguro?; -Más nada, pana … ¡seguro!; -Entonces, Cucho, (dice Celso como en trance de Dalai Lama Caigüireño) hay una sola y única explicación racional: Dios te ha puesto a prueba. La Presencia Fantasmal de La Abuelita-Roba-Patas-de-Pollo, era para que hicieras una obra de caridad DEFINITIVA Y DEFINITORIA. Un frío primigenio me sube y me baja por la rabadilla. -Cucho -¡felicítote!-: eres salvo y purificado, afirma Celso tajante. Vas al home de El Cielo sin pasar por tercera base. -¿Así de fácil es la vaina, Celso? Lo del Cielo, según tú, está full resuelto. Pero… pero: ¿Y La Felicidad en éste Valle de Lágrimas? ¡Oh, Bardo de Caigüire, Cantor de Juglaría de Las Cachorretas Naufragantes! ¿La Máxima Felicidad Posible existe aquí y ahora en La Cuarta República? ¿Dónde he de encontrar La Felicidad, poeta amigo? -Sí, Cucho, La Máxima Felicidad existe y existirá por un tiempo definido, finito. Pero después fenecerá, se extinguirá, morirá, desaparecerá sin dejar rastro alguno. Como El Pan de Piquito y La Morcilla Auténtica y Certificada de Cariaco. Sentíme lleno de gozo a plenitud. Inundado por marejadas y tormentosos y huracanados vientos de dicha. Y le grité a Santiago Pereira, nuestro cantinero adeco romulero: ¡Una ronda de cervezas por mi cuenta para todos-todos los borrachos de esta tagüara! ¡Y súbele el volumen al equipo de sonido a toda mecha! ¡Acuérdate que en esta vaina NO HAY VELORIO, no joda! Y la noche se hizo reina de todo. Y libamos fuerte hasta casi el alba del siguiente día.

Y SERÁ HASTA LA PRÓXIMA CRÓNICA BORRACHA: ¡Y POR ELLAS AUNQUE MAL PAGUEN, CIBERLECTORES!



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Cruz Berbín Salazar


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