Atentado, Gobierno, oposición, Constituyente, pueblo

El atentado del 4 de agosto fue fallido no solo porque el Presidente salió ileso, sino además porque termina favoreciendo en principio y políticamente al Gobierno. No solo se confirman las advertencias que se ha venido haciendo sobre el peligro de la ultraderecha fascista dependiente del imperialismo, sino que además se favorece el llamado al trabajo y la recuperación del país por las vías pacíficas y constitucionales: la mayoría de los venezolanos rechazan la posibilidad de que se desate en nuestro país alguna espiral de violencia y muerte como las que han azotado a otras naciones. Y digo "en principio" porque la derecha criolla -que no había reaccionado hasta el momento de escribir estas líneas- probablemente va a tratar de imponer la matriz del auto-atentado, y de obligar al Gobierno a mostrar nombres y señas de los detenidos y otras evidencias, y de convertir esto en un asunto de la palabra del Gobierno contra la de sus enemigos.

En todo caso, el atentado de la avenida Bolívar no tiene porque significar grandes cambios en la situación nacional general. Tiene la apariencia de ser un hecho aislado, a menos que se conviertan en rutina los eventos terroristas, pero mientras eso no suceda, los problemas, las propuestas, las controversias, los debates y la correlación de fuerzas seguirán siendo básicamente las mismas que imperaban el 3 de agosto. Si el terrorismo se instaura como táctica permanente, habría que reformular cualquier análisis.

El cuanto al Gobierno, habrá de seguir explorando los caminos que conduzcan a la recuperación económica y a la solución de otros problemas acuciantes como, por ejemplo, el transporte y la salud. La Nada, es decir la oposición, seguirá tratando de sobrevivir a duras penas mientras busca la manera de sabotear aunque sea en algo la acción del Gobierno y de descifrar el modo de reconectarse con la realidad nacional, en medio de su división consumada, sus muestras de ineptitud rampante y su redimensionada carencia de liderazgos y propuestas. Se diría que peor no le puede ir.

En el momento actual, la gran fortaleza del Gobierno es evidente: domina con largura todos los poderes públicos y se sustenta en el único factor político con real y vasta fuerza nacional, el PSUV (con la compañía del Gran Polo Patriótico) y de su base social que está organizada, convocada y activa, conformando una primera minoría inmensamente superior en el terreno de lo cualitativo.

En esa situación, el Gobierno y el chavismo en general tienen casi todas las cartas en la mano para enfrentar la difícil situación, tal como lo ha planteado el presidente Maduro al criticar el lloriqueo, la asignación permanente de culpas a terceros y exigir más acción concreta para adelantar soluciones. Inclusive en el plano internacional se percibe cierto repliegue de la derecha, con la OEA y el Grupo de Lima con más bajo perfil, aunque se han incrementado las sanciones, pero estas tendrán un efecto limitado si no se ven acompañadas de alguna conmoción interna, como ha ocurrido con Cuba y el bloqueo de Estados Unidos.

También seguirán actuando los amplios sectores críticos a lo interno del chavismo (los públicos y los soterrados), exigiendo cambios y corrección de errores en la gestión, en el estilo de Gobierno, en las ejecutorias del principal partido, el PSUV y en el discurso oficial.

El Gobierno, gracias en buena parte al accionar de la Asamblea Nacional Constituyente para garantizar la paz coyuntural y decidir los adelantos de elecciones, ha sido beneficiado con el tesoro del tiempo (y hay que reconocer al Presidente y a la dirección revolucionaria su tesón, capacidad de trabajo y gran habilidad política). El Gobierno tiene tiempo, pero no tiene todo el tiempo del mundo, tendría que mejorar en muchas cosas.

A la Asamblea Nacional Constituyente parece llegarle el momento de plantearse los necesarios cambios constitucionales pendientes, sobre todo aquellos que se refieren a la transformación profunda del Estado y al real empoderamiento del pueblo y su conversión en verdadero factor protagonista del momento histórico.

En cuanto al pueblo, sigue manteniendo un encomiable nivel de paciencia y conciencia que le ha permitido sobrellevar las dificultades sin caer en las provocaciones de los violentos. No tiene, en este momento, nada que esperar de nadie que no sean el Gobierno y el chavismo, son la única opción real y actual para conducir al país hacia mejores derroteros. Es lo que todos deseamos para bien de Venezuela, ojalá se pueda. Eso sí, nada está escrito, nada está garantizado, solo se podrá superar este camino de espinas con las virtudes bolivarianas del trabajo, la conciencia y la paciencia ¿Podremos? Eso está por verse, es el deseo de todos los venezolanos de buena voluntad. Es verdad que solo el pueblo salva al pueblo, pero siempre necesita acertada conducción y ayuda de sus vanguardias.

Al Presidente Maduro y a su familia les extiendo mi palabra de aliento y solidaridad. Él sabe que estos riesgos son parte del paquete, ojalá salga siempre con bien como ocurrió ayer en la Avenida Bolívar.

5 de agosto de 2018.



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Néstor Francia


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