Mi palabra

Los escribientes del imperio

"Una vez es coincidencia,

dos es casualidad

y tres es la acción del enemigo"

Ian Fleming

La disputa por sobresalir en esta interminable lucha sin cuartel, contra el gobierno, dirigido valientemente por Nicolás Maduro, es cada día más coincidente. La vulgar acción de algunos personajes, cuando escriben, o simplemente hacen uso de cualquier medio de comunicación, para congraciarse con el imperialismo es grotesca, solamente les falta empuñar las armas a lado de los marines yanquis, en caso de una invasión. El número de cooperadores crece, como crece la desesperada actitud del gobierno estadounidense, en aplastar el proceso bolivariano. Por supuesto, cada uno tiene su estilo, y manera de echarle palos a la "piñata", y como no ven el momento de reventar, cada momento se hacen más peligrosos, como fiera salvaje, recién metida en cautiverio. Nada los aplaca, solamente esperan el momento deseado para vanagloriarse de su macabra colaboración, cada día más vergonzosa al servicio del gran capital.

Todas las palabras vertidas en cuanto artículo escriben, o en cualquier declaración expresada por incitación de los mismos medios, lleva la precisa orientación del imperialismo, pero en medio del ritornelo en toda confesión, no les queda otra: sino rebuscar nuevos ingredientes en el sofisticado laboratorio a su servicio para tratar de aderezar la fúnebre intención: Me pregunto ¿En qué difieren: Javier Antonio Vivas Santana, Oscar Heck, Rafael Ramírez, y Todd Robinson? Prácticamente en nada; el discurso es por demás coincidente, hasta se parecen, cuando hablan de su vida personal, muchas veces con ínfulas de superioridad; presentan el currículo, como un espadachín, cuando sale a provocar, llegando al extremo – algunos de ellos– de agarrarse de algún impedimento físico, con el propósito de esconder su intención, y ahí, era, cuando el Comandante Chávez, decía: ¡Por más que te tongonees siempre se te ve el bojote!

Del cuarteto, al cual hago referencia me llama la atención el diplomático de carrera – o a la carrera–Todd Robinson, quien se había mantenido de bajo perfil, después de la medida oportuna del Presidente Maduro, al expulsarlo del país, por su descarada intromisión en los asuntos internos; ahora sale con unas declaraciones, propias de un guerrerista, precisamente, cuando se dan la mano, dos jefes de estados, quienes pueden impedir o desatar un nuevo conflicto mundial, con consecuencias impredecibles; pero lo preocupante de esta nueva intervención verbal, es cuando, cae en una contradicción, propia de un villano: "No, no metemos en asuntos internos; pero más adelante –dice– estamos pidiendo más sanciones contra Venezuela, para forzar la salida de Maduro"

Este deseo, es coincidente con los otros nombrados, pero lo más grave: no se les ve por ninguna parte, una crítica, contras estos agentes descarados del gobierno estadounidense; la razón, están perfectamente convencidos, que en un supuesto negado, de llegar a cumplirse sus objetivos, salen inmediatamente a rendir cuentas –y vengan los dólares – sin importarles, la suerte del país, al caer nuevamente en manos del FMI, y la voracidad del imperio, para chuparse el petróleo, como lo hacían décadas atrás a cambio de cualquier cachivache por demás obsoleto, y fuera de servicio, pero presentado, y vendido, como nuevo.

El refrán muy popular: "el que calla otorga" lo dice de manera muy clara; negarlo es caer en un vacío de proporciones incalculables, en medio de la peligrosa marea de la falsedad, pero precisamente, eso, es, lo que le conviene al gobierno estadounidense: crear el caos, para luego conseguir la justificación a su intervención militar. Es el mismo método, pero lógicamente con actores diferentes. La gran potencia del norte, vive de manera parasitaria, de todos aquellos países, donde sus gobiernos se muestran dóciles, y mansos. El gobierno de Nicolás Maduro, representa el verdadero faro de luz, antes el acoso permanente del imperialismo, cuando otros se entregan en cuerpo y alma a los halagos, por un puñado de dólares, sin importarles la traición, porque la llevan muy bien disimulada, para vomitarla en el momento más oportuno; el ejemplo sin ninguna discusión: Lenin Moreno, en Ecuador; nada nuevo en la larga lista de traidores, porque de eso han vivido los gobiernos estadounidenses a través de la historia.



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Narciso Torrealba


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