Entre públicas y privadas

El presidente Nicolás Maduro ha sido tajante en este nuevo período de gobierno, posterior al 20 de mayo y en una de las crisis más profundas de la Venezuela actual después de dos décadas de revolución bolivariana y socialista. En su reciente alocución lo dijo sin pelos en la lengua de que seamos sinceros, que no escondamos la cabeza como el avestruz y mucho menos nadie ponerse molesto, pero no están bien en el manejo de las empresas del Estado, por lo tanto ha pedido una reestructuración de todas enmarcado en el hacer todo de nuevo.

La realidad o mito de la gestión empresarial estatal tienen muchas aristas porque sea verdad o mentira la cuestión hacia las mismas es de larga data, no sólo en la quinta república sino en la cuarta debido a que en los tiempos de la democracia dictatorial y representativa era más factible privatizarlas que reestructurarlas. Que yo sepa en 20 años no sé de alguna que haya sido privatizada pero si se dice de muchas cerradas, paralizadas o quebradas.

Uno que está en la calle, ahí con el pueblo llano, cuánto no se dice, hasta con testigos presenciales de las empresas del Estado; que tal empresa donde yo trabajo o trabajé, después que fue expropiada, la echaron a perder, que el remedio fue peor que la enfermedad. O como muchas veces un comerciante me dice que con orgullo lo que tengo se lo debo al capitalismo porque desde que este gobierno llegó echó a perder todo, señalándome hechos y empresas a lo que tengo que callar.

Uno se pregunta ¿Por qué sucede esto? Mi amigo comerciante me plantea una falta de gerencia, profesionalismo, dedicación y que a muchos empleados y gerentes no les duele porque en sí no son empresas de ellos, que no las levantaron con sus esfuerzos, sacrificio y dinero propio, que muchos extranjeros y venezolanos de la nada lograron levantar comercios y empresas, muchas de ellas exitosas en el tiempo. Pero en el caso de las empresas del Estado no logran subsistir en el espacio y en el tiempo por los niveles de corrupción, ineficiencia e inoperancia, porque para la gerencia no se seleccionan personal calificado y capaz para esas áreas sino que meten a sus amigotes y familiares sin criterios profesionales.

Nunca he laborado en una empresa o comercio del Estado, lo cual no estoy calificado para decir que ésta sea la norma y los factores que hacen que una empresa, propia o expropiada, no perdure en el tiempo, pero sí me hago muchas preguntas puntuales con respecto a las empresas de producción de café, la tecnológicas y las de distribución de Harina de trigo.

Muchos me dicen; dónde está el café del Estado, que pasó con el aceite Diana, por qué no se ve en la calle los celulares, Tablet y computadoras en venta normal, por qué CANTV presenta tantos problemas como nunca antes, que la crisis alimentaria que tenemos es porque el Estado expropió todas las empresas y las dejó perder –cosa falsa por desconocimiento- ya que la economista Pascualina Curcio ha explicado la realidad donde las empresas privadas que fueron abandonadas las tomaron los obreros con la anuencia del gobierno y que a la verdad no son muchas y tampoco abarcan la producción total del país.

Si miramos a PDVSA ni hablar, aunque Nicolás y personeros del gobierno han confirmado que lo que sucedió realmente en la empresa estatal fue un sabotaje interno; desde una ineficiencia planificada hasta una corrupción galopante. No quiere decir que sólo esto, hubo otros factores, pero lo cierto es que PDVSA quedó muy golpeada, es como un segundo paro petrolero silencioso. Tengo fe en que su nueva gerencia más la participación obrera la están levantando.

Si uno escucha a los empresarios privados, especialmente los pequeños, los cuestionamientos al Estado con respecto a sus empresas, ni hablar; este es su discurso: Están como están por la Ineficiencia, la corrupción, el despotismo, el populismo, el tráfico de influencia, la marginalidad, etc., para ellos el gobierno es el gran culpable de la crisis que sufrimos; pero nada dicen de ellos mismos, de su rentismo y dependencia de divisas del Estado y su poca producción en décadas dependiendo de la importación que les trae grandes dividendos por concepto de comisiones y desvío de doláres al mercado ilícito.

Un amigo empresario me decía que Lorenzo Mendoza no produce aquí porque el Estado le pone obstáculos, aunque Pascualina Curcio lo desnuda con cifras crudas de que esta empresa es una de las mayores causantes de la crisis económica por su conspiración comercial, la Polar tiene un enorme peso en la importación y distribución de alimentos, pero mi amigo nada dice de los 300 mil millones de dólares que los privados tienen afuera en los bancos internacionales que no los traen al país para fortalecer la economía, eso lo callan por eso hay que informarle a profundidad al pueblo la verdad. Nadie habla de la corrupción en las empresas privadas, dan la imagen de pulcritud, pero la mayoría quedaron desnudas ante la crisis con el bachaquerismo, el aumento injustificado y excesivo de los precios, el acaparamiento, etc.

Realmente no recuerdo cuántas empresas y comercios están en manos del Estado, eso debe ser de dominio público: cuáles realmente están funcionando, cuántas no, cuáles paralizadas y las quebradas. Tener un mapeo de las mismas, sus ramificaciones, su impacto regional y nacional. Qué políticas deben regir a la hora de la toma de una empresa o comercio por parte de los obreros y del Estado, cuáles pueden crecer, cuáles crear y diversificar.

Entendemos de ese decreto del Presidente de ¡Por las buenas o por las malas! Que huele a expropiación, estoy de acuerdo, pero eso sí, más que la emoción, debe haber una estrategia seria, que garantice que por ejemplo si la Empresa Polar y hasta Bancos privados pasen a mano del Estado no es para que mueran en el intento.

Recuerdo el comercio Éxito, aquel en el Estado Miranda, que en vista de la explotación obrera y altos precios de los productos, el gobierno decidió expropiar; pasó luego a pertenecer a la cadena bicentenaria. Iba mucho a comprar allí, en los mejores momentos de la revolución, cuánto me ahorré y cuánto compraba, eso sí cuánta cola se hacía, ya por ahí uno veía errada gerencia. En cierta oportunidad andaba molesto porque como local antes brillaba el piso y había excelencia en la presentación de los productos, pero veía luego como la convirtieron en una pulpería. Reclamé a un empleado pero éste no sabía de nada. Esos son síntomas de cuando algo no va por buen camino.

En ese Bicentenario en otras oportunidades se limitaba en la compra de un pollo, pero en la cola de pago de los empleados, los mismos salían hasta con tres pollos dejando a los clientes sin el producto. Llegabas a cierta hora y ya muchos estantes de carne vacíos habiendo productos en los depósitos; en qué quedó todo…corrupción y cierre.

¡A los funcionarios no les duele porque no pagaron nada! Me resuena en la cabeza, es decir que el corrupto, el ineficiente, el carrero y mal empleado y descuidado gerente no le duele para nada que el Estado pierda dinero y recursos por el impacto negativo que a la final lleva al estancamiento y hasta el cierre de un buen proyecto.

Qué decir de la harina de trigo…acaso no se anunció con bombos y platillos las toneladas de harina rusa…qué pasó a la fecha de hoy, nos preguntan los panaderos y comerciantes, unos dicen: ¡Toda se la dan a las panaderías socialistas!, otros dicen que la misma es bachaqueada y se vende a sobreprecios lo cual hacen que los panaderos aumenten el pan cada semana, porque aparte de que demora el suministro, se la traen cara, y qué decir de las panaderías populares donde uno espera el Pan Clap y la harina se acaba y no es reemplazada a tiempo por nuevos pedidos terminando éstas aumentando también el pan, porque les llega aumentado.

Yo a la verdad no entiendo mucho de la estructura empresarial del Estado, pero si hay que meterle a fondo una revisión, elevar el profesionalismo e ir hacia una alta gerencia eficiente, capaz y socialista. Hay que conocer los ejemplos cubanos, especialmente en la época del Ché Guevara que hizo bastantes aportes en eso de las empresas Estatales.

Juliocesar1221@gmail.com



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Julio César Colmenares

Comunicador alternativo.

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