¿Qué Venezuela queremos?

Los buitres imperiales amenazan a Venezuela con sanciones económicas severas y miserables, como si la hambruna que nos mata actualmente no formara parte de los derechos universales que tanto pregonan defender. Si se le niega a un enfermo la medicina, ex profeso, se le condena a la muerte. La tozudez de estas castas económicas imperiales les conmina a matarnos financieramente, adulantes de la arrogancia del gobierno norteamericano. A estas ratas de la globalización les interesa convertir en ruinas a las naciones ricas en recursos naturales, para luego imponer su artillería de roedores directos e indirectos, sometiendo todo capricho de nacionalismo, autonomía, libertad y soberanía. La palabra desarrollo sólo está suscrita a la impostura de las arrogancias más rancias de los viejos imperios. Suramérica parece condenada a la negativa histórica de su propio desarrollo particular. Si tan sólo nos ayudaran con transferencia tecnológica y acuerdos comerciales equilibrados y respetuosos, nuestras naciones suramericanas podrían superar muchas limitaciones y desventajas.

Venezuela enfrenta a mediados de 2018 los más grandes desafíos económicos, sociales y culturales de sus últimos setenta años. El petróleo, como principal medio de obtención de divisas, ha sido sistemáticamente reducido a una pírrica producción de apenas millón y medio de barriles diarios, a pesar de que el Estado se propuso producir para esta misma fecha, cerca de cinco millones y medio de barriles diarios. La quiebra de la principal industria, PDVSA, es evidente. Muchos empresarios venezolanos están fatalmente quebrados porque Petróleo de Venezuela les adeuda enormes sumas, producto de un impago sostenido desde hace más de cinco años. Por otra parte, la corrupción y malversación de fondos y venta de equipos, cuando no el deterioro de los mismos por falta de inversión y mantenimiento oportuno, terminó por convertir en depósitos de chatarras sus instalaciones y departamentos operacionales.

Los salarios petroleros venezolanos están entre los peores del país. Se perdió la motivación y el ideal de compromiso dentro de la empresa, y las carroñas sustraen cuanto pueden y lo venden, con absoluta impunidad. Por cierto, la Faja Petrolífera del Orinoco es una expresión evidente de todo este cuadro. Pero nadie enmienda nada. No hay autoridad que valga. El muerto no tiene dolientes. Todos hacen negocios sucios con los equipos y activos de PDVSA: gerentes, supervisores, operadores, mecánicos, transportistas, proveedores, vigilantes, Guardia Nacional Bolivariana, etc. Un ejemplo concreto: Las mafias que "venden" viandas para los trabajadores de PDVSA en Pariaguán, estado Anzoátegui, que luego queman o botan en barrancos y montes, pero que son fielmente canceladas para el lucro de sus "bienhechores" (malechores). Hasta 3.000 viandas semanales se queman, pero se pagan sin novedad, semanalmente en la Faja del Orinoco, zona sur del estado Anzoátegui.

Urge la inmediata intervención de PDVSA, quebrando los círculos viciosos que se lucran con esta empresa y sus filiales. Eso incluye la revisión estricta de los contratos suscritos en el pasado y cada nuevo contrato que se haga, por muy pequeño que sea. Abundan contratistas de la oposición y ricachones de la Cuarta República lucrándose de PDVSA flagrantemente, pese a la actuación del Fiscal General de la Nación, poeta Tarek William Saab. La supervisión y seguimiento debe ser imparcial, objetiva y severa. La apertura de nuevos mercados igualmente es imperativa. La inversión y recuperación de la industria resulta impostergable. Por ello, cada dólar que se obtenga del petróleo tiene que ser invertido con eficiencia, de manera efectiva, primero para la sostener a PDVSA; y segundo, para producir bienes y servicios internos, principalmente alimentos, medicinas e insumos para el transporte público y privado. Los constantes saboteos dentro de PDVSA deben ser neutralizados, al igual que en CORPOELEC y las empresas básicas de Guayana.

La economía nacional constituye el principal dolor de cabeza de Venezuela. Son insuficientes, y a menudo inefectivas, las medidas económicas promovidas por el Presidente Nicolás Maduro. Los aumentos de sueldos no resuelven nada. Los bonos sociales tampoco resuelven nada. La burocracia oficial y bancaria no posibilita la inversión privada, la promoción del trabajo individual, el desarrollo del campo, del sector agropecuario ni de la construcción. Es imposible obtener créditos para trabajar dignamente. Todo se mueve con la palanca, el pillaje, el pago de comisiones y el matraqueo.

Esto lo viví cuando intenté conseguir un financiamiento de apenas Bs. 100.000.000 para comprar semillas, mangueras de riego, abono y venenos en los bancos públicos Bicentenario, Venezuela y Banco Agrícola. Resulta imposible que un gerente de éstos entienda el sentido del trabajo agrícola. Ellos ganan más vendiéndoles el efectivo a los ricos y a los comercios chinos, para luego darle al pueblo tan sólo Bs. 20 diarios. Unos pillos redondos. Desde luego, el costo de los insumos en dólares hace imposible ahora poder sembrar siquiera media hectárea de nada. Sólo el hambre parece estar condenada a sembrarse en nuestros estómagos por culpa de los burócratas, los sinvergüenzas, los apátridas y los corruptos. Sólo podemos comer hambre, porque nadie nos ayuda a sembrar maíz, yuca, plátanos, cebolla, caña, frijol ni arroz, entre otros especies.

La justicia tampoco tiene garantías. Estoy sorprendido, en lo personal, de ver cómo los funcionarios de bajo rango de la Guardia Nacional Bolivariana, hacen grandes negocios con la venta de alimentos, apoyados por funcionarios superiores y jefes inmediatos, jefes de guarniciones y destacamentos. Éstos venden arroz, pasta, azúcar, aceite y granos por pacas y cajas, luego de sustraerlas quién sabe de dónde. Pero las venden en efectivo para no dejar huellas. Estos funcionarios manejan grandes sumas de bolívares en efectivo. Policías y funcionarios del CICPC hacen lo mismo. Peor aún, se meten en fincas y se llevan cuanto pueden. Igualmente venden ganado robado. Es un descaro absoluto. La gente no denuncia esto por miedo. Por temor a represalias, y a que les "armen" expedientes con delitos que no han cometido. Por eso el Estado debe corregir este modus operandi. Detectar las mafias internas dentro de los cuerpos de seguridad, y castigar severamente a los infractores de la ley. En general, castigar a quienes hacen negocios con pranes, choros y delincuentes comunes para no pasarlos a fiscalía o entregar bienes recuperados, a cambios de fuertes sumas de dinero. Incluso, forman parte de las bandas organizadas para extorsionar y secuestrar.

Los bachaqueros y buhoneros se quedaron pasmados ante la práctica usurera y delictiva de los comercios chinos. Estos extranjeros hambreadores del pueblo imponen precios en los artículos de primera necesidad a su completo antojo, con asombrosa impunidad. Asombra ver cómo los guardias nacionales observan la modificación de precios, sin que el Estado venezolano haya anunciado ningún cambio de precios de la canasta alimenticia. Los detergentes, los alimentos, los productos materno-infantil y del aseo personal constituyen sus principales bastiones para robar al pueblo. El kilo de hace, por ejemplo, lo subieron en menos de quince días de Bs. 700 a Bs. 3.200.000. Una barbaridad. Igual aplica para los precios de los huevos. Por ello, urge intervenir estos comercios chinos y sus imitadores venezolanos, que han establecido bodeguitas y tarantines para vender artículos súper sobre preciados, mediante el llamado Telpago o las transferencias bancarias.

Esto desmoraliza al país y deja mal puesto al gobierno, imponiendo la sensación de que en Venezuela no hay ley, no hay gobierno, no hay autoridad ni existen las garantías jurídicas indispensables para salvaguardar los derechos ciudadanos. Que no se vulnere con tanta impunidad el derecho humano a la alimentación, porque los usureros de los pueblos nos mancillan y oprimen los bolsillos para obtener jugosas ganancias. Urge suspender patentes comerciales, permisos de ventas fraudulentas y especulativas e imponer severas multas y meter presos a los hambreadores del pueblo.

El negocio que existe en torno a la venta de carne de res, de pollo y de cochino es materia aparte. Los mataderos municipales de ganado del Oriente del país se convirtieron en agencias de suministros de los pranes de las minas. Toda la carne se destina hacia las minas de Guayana, porque existe una red de sustracción de alimentos hacia esa zona, donde además se maneja el dinero en efectivo por toneladas. Esta situación sólo es posible con la anuencia, complicidad y corruptela de la Guardia Nacional Bolivariana y el alto mando militar. Caravanas de camiones cavas con carne, pollos, harina, arroz, pasta, aceite y demás alimentos pasan por Pariaguán, El Tigre y Maturín, rumbo a las minas, ante los ojos hambreados de estos pueblos tristes. Inclusive, llevan escoltas militares. Esto representa una infamia. Se condena medio país al hambre a cambio del pago de comisiones y prebendas emanadas de las manos y las órdenes de los pranes del oro. Oro para los pranes y militares vivos; hambre y burla para el pueblo pendejo. Dígame que esto es mentira, Presidente camarada Nicolás Maduro.

Si en verdad, la recién anunciada GRAN COMISIÓN PRESIDENCIAL DE ASESORÍA ECONÓMICA quiere oír propuestas serias y precisas, sumo mi voz dolida y el grito de mi estómago derrotado, a través de las siguientes notas.

Presidente Maduro, haga posible el acceso sin límites a nuestra moneda, el bolívar soberano, a partir del 4 de junio de 2018. Que se termine de una vez esa miserable práctica del doble precio de los artículos, por cuanto el llamado punto de pago se convirtió en una estafa pública para promover la hiperinflación. Que exista un solo valor para todo artículo que se venda en el país, sin importar la modalidad de pago. Quien irrespete esta medida sea detenido, procesado, multado y confiscada su mercancía para la venta a precio justo. Esto dará escarmiento a los usureros de postín. Todo comerciante aplica el valor del dólar today para valorar su mercancía, y hasta hay el descaro de exigir el billete en físico del dólar para poder obtener la mercancía. Esto es evidente en la venta de autopartes y repuestos automotrices.

Presidente Maduro, remueva o despida a toda la gerencia bancaria del país. Son unos traidores. He oído en los bancos gerentes que dicen "Maduro manda en Miraflores pero en mi banco mando yo", cuando alguien les impeta algún reclamo porque no acatan las medidas de Sudeban para la entrega de efectivo. Se burlan del país y de las máximas autoridades. Tampoco otorgan créditos si antes no se les ofrecen comisiones y mojaditas de nano. Para ello entrenan a su personal. Hay demasiados gerentes en el Banco de Venezuela que son escuálidos y traidores, que hacen todo mal para que el pueblo castigue electoralmente al gobierno y se inocule el odio y el fascismo. Idem en el Bicentenario. ¿Hasta cuándo esta burla? Lo que hacen con los viejitos no tiene perdón de Dios. Por favor, corrija de una buena vez las injusticias de la banca pública, y la desfachatez de sus delincuentes operativos.

Presidente Maduro, usted como Comandante en Jefe del estamento militar debe corregir la práctica corrupta y dañina de los sargenticos de la Guardia Nacional Bolivariana que hacen desmadre en los puntos de control, alcabalas y demás operativos viales, por cuanto le quitan a los productores del campo y a los comerciantes sus alimentos y productos agrícolas y pecuarios. Son unos sinvergüenzas que chantajean y amenazan socarronamente, si uno se atreve a denunciarlos y a encararlos. Estos funcionarios no le tienen respeto al pueblo. Me ha ocurrido en lo personal. De menudo tengo que sacar el carnet de profesor universitario jubilado para merecerme algo de respeto, pero eso les importa poco. Comprendo que todo transporte de alimentos debe tener una Guía de Movilización, Seguimiento y Control, permiso sanitario, facturas y seguir las pautas existentes para ello, no sólo de la Superintendencia Nacional de Gestión Agroalimentaria (Sunagro), del Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral (Insai), el Runsai y las leyes de esta materia, pero no se debe maltratar al humilde campesino que transporta desde sus tierras un par de sacos de yuca, de maíz o de arroz, cuatro kilos de carne para sus familiares o un par de racimos de topochos. Estos grandes carajos le quitan la mitad de todo. Véalo usted mismo en los andes venezolanos y en el Sur del Lago.

Presidente Maduro, controle y si es posible elimine la sustracción de alimentos y dinero en efectivo hacia las minas de oro Guayana, con la complicidad de militares y pranes delincuentes. No se justifica que en Las Claritas (Sector El Ochenta y Ocho de Guayana) se expendan todos los artículos de la dieta diaria a precios económicos, casi que como los dictamina la Ley Constitucional de Precios Acordados promovida por el ejecutivo nacional, sin ningún tipo de escasez, sin restricciones ni colas, y con la garantía absoluta de los pranes del lugar. Centenares de camiones cavas arriban a Las Claritas y otras minas, provistos de los alimentos que acentúan la hambruna en el resto de los estados y provincias de Venezuela. ¿Acaso usted no sabe esto, Presidente camarada? Inclusive, un caucho rin 16 para camionetas de carga que cuesta Bs. 120.000.000 en la isla de Margarita, Anzoátegui o Mérida, se vende en Las Claritas al valor de Bs. 7.000.000. ¿Cómo se explica esto? Igual aplica la desproporción de costos para baterías, aceite automotor, medicinas, ropa y calzado. Por orden de los pranes delincuentes, en las minas no falta nada. Ante esta situación, ¿usted cree, Presidente, que la moral militar del país está incólume e impoluta?

Presidente Maduro, urge recuperar y adecentar a los hospitales del país. Por favor hágalo con los hospitales Luis Ortega de Porlamar, Razzeti de Barcelona, Guevara Rojas de El Tigre, el Ruiz y Páez de Ciudad Bolívar, el de Anaco y Pariaguán, los de Guárico y el resto de los llanos, de occidente y los andes. Se mueren nuestros niños y ancianos por falta de asistencia médica profesional. Sea estricto en el nombramiento de directores honestos, probos y decentes que terminen con el ladronismo imperante, y la venta de insumos médicos y tratamientos, en conchupancia con los mercaderes de la salud y las farmacias. Para ello, pague sueldos dignos al personal completo e inculque una cultura del servicio público amoroso y respetuoso, por cuanto se trata al paciente peor que a los perros. Basta de estas humillaciones y vejámenes. De menudo, la poca salud que nos queda sólo sirve para sobrellevar las demás penurias de la vida, incluida esta hambruna sin fin. Peor miseria nos cae encima cuando alguien que debe socorrer y curar termina por flagelar, insultar, gritar e ignorar a los enfermos desvalidos y desasistidos. Esto va contra la bondad y generosidad que caracteriza a los venezolanos. Pese al bloqueo internacional a la importación de medicinas, hay medios para solventar la falta de fármacos esenciales.

Presidente Maduro, cumpla lo antes posible con la cancelación de los pasivos laborales y prestaciones sociales del sector universitario. Después de 25 años de docencia, investigación y publicación de catorce libros, y numerosas ponencias y conferencias dictadas en todo el país, me siento más arruinado que nunca, pues han transcurrido dos años de mi jubilación, y creo que los ocho millones de bolívares que me corresponden por la jubilación sólo me van a alcanzar para comprar un kilo de carne y un pollo. Esto, incluso, después de obtener el título de doctor en filología hispánica en Oviedo, España, en 2011, con la tesis titulada "Poética y somari de Gustavo Pereira". Es decir, si un doctor universitario jubilado después de 25 años de servicio (1991-2016) sólo se merece esa pírrica cuantía, ¿cuánto corresponde a un obrero universitario? Cada día de atraso en este pago, nos hace sentir más pobres, más arruinados, más hambreados y más humillados, mientras alcaldes corruptos de nuestro partido Psuv exhiben sus enormes fortunas en tan sólo tres años de gestión. ¿Cómo se nos puede hablar así de moral revolucionaria y compromiso patriota? ¿Cómo se me puede embozalar a mí con un bono del trabajador de Bs. 1.500.000, que gracias a Dios lo recibí, pero que no alcanza para el paquete de pañales de mi nieto, que cuesta Bs. 2.600.000? Mi fidelidad es con la revolución, con Chávez y así pensamos muchos, camarada, pero las verdades son las verdades.

Presidente Maduro, facilite un medio de comunicación directo con su despacho a través de la mensajería de texto y los correos electrónicos confidenciales que usted mismo los revise y tome en cuenta; para que nuestro pueblo canalice todas las denuncias de ilícitos y corruptelas ocurridas día a día en el país, en todos los estamentos de la sociedad y del gobierno; e implemente un mecanismo ajeno a los círculos viciosos del poder estadal y municipal (con la ayuda del ministerio público, por supuesto), que encubren y ocultan estos delitos, para que usted pueda atacar efectivamente la corrupción y la ineficiencia administrativa de su gobierno, a partir de ahora y hasta 2024. La salud moral de su gobierno está por el suelo, aunque usted se dé golpes de pecho. Chávez en algún momento prometió crear una especie de FBI o CIA que funcionaría en Miraflores para acatar la corrupción, y esa materia está pendiente. Conviene también un profundo cambio ministerial. Acuda a profesionales de las universidades que tienen inteligencia y capacidad de sobra para sobrellevar las responsabilidades pertinentes. Créame que es así. Chávez lo hizo en 1998. Ahora, veinte años después, hay que empezar de nuevo en la gestión pública, si se aspira levantar al país del marasmo en que lo han hundido los enemigos de afuera y los de adentro.

Presidente Maduro, idee un mecanismo efectivo de control y gestión pública y administrativa en las fronteras del país. Pero que sea un mecanismo duro y severo contra la corrupción. En la isla de Margarita, por ejemplo, se evidencia la venta de combustible a través de los barcos de pesca de alta mar. Además, dejan sin pescado al estado Nueva Esparta porque en las islas del Caribe lo venden en dólares, lo mismo que la gasolina y el diesel. Hay grandes mafias que incluyen a militares, desde luego. También la droga campea en estas embarcaciones. Después de cada faena arman las grandes rumbas en la isla de Margarita, y cachetean a la gente humilde con los mazos de dólares. Investigue quiénes son. Todos los conocen. La Guardia Nacional Bolivariana también los conoce plenamente. Igual aplica para las mafias de los aeropuertos nacionales e internacionales. Lo de las fronteras es grave, afectando no sólo a la economía nacional, sino la seguridad del país, la moral del país y la identidad del país. Ojo pelao. Esto es grave, peligroso y delicado. Hay gente armada hasta los dientes y sicarios por docenas. Métale mano dura y verá los resultados. Haga respetar la patria de Bolívar y no perdone a ningún funcionario civil o militar incurso en estos delitos.

Presidente Maduro, el éxodo de jóvenes profesionales del país hacia Colombia, Brasil, Ecuador y Perú, principalmente, y en menor grado para Chile, Argentina y Europa, resulta doloroso y extraño al país. Muchas familias estamos tristes por esta situación. Lágrimas que luego de un par de meses se consuelan con una discreta remesa de 30, 50 o cien dólares que ayudan a solventar el hambre nacional, devenida no sólo de la guerra económica externa sino de las mafias internas. Hay que hacer un estudio, un debate y un encuentro entre diversos analistas serios para buscarle pronta solución a esta grave situación. Mi hijo mayor de 26 años, ingeniero industrial, soltero y muy competente en su carrera profesional, prepara las maletas para irse a trabajar de mesonero afuera. Actualmente le trabaja a una subsidiaria de PDVSA a cambio de dos millones de bolívares mensuales, teniendo que llevar de su bolsillo los veinte almuerzos del mes, costeándose además el desayuno. Saque cuentas de este sacrificio y llore usted conmigo, camarada Presidente. Creo que este tema no amerita mas detalles, por lo doloroso que es.

Presidente Maduro, el sector cultural necesita una inmediata y sensible observancia. Con respeto a algunos ministros amigos que han pasado por el despacho del Poder Popular para la Cultura, ha habido un absoluto desatino en algunos nombramientos de su gestión y del Comandante Eterno. Con le excepción de Pedro Calzadilla, creo que las demás gestiones adolecieron de efectividad, trabajo transformador, comunicación de base y acciones trascendentes. Se pueden argumentar dos aspectos que lo expliquen: la caída de los ingresos petroleros que posibilitaron el empuje de la época Farruco Sesto, con notable promoción del libro, la lectura y los talleres e imprentas regionales, porque esa fue la orden directa de Chávez; y se puede argumentar igualmente la falta de recursos para realizar programas de mediano y largo plazo, debido en parte a una nómina absurda de diez mil empleados, cuyas funciones nadie conoce en la práctica ni tienen control administrativo alguno. Pero eso no exime las responsabilidades. De alguna manera se plagó al ministerio de la cultura de vagos, camaradas inoficiosos o tirapiedras, sólo para que se sintieran revolucionarios de nómina, pero sin brindar ningún beneficio directo al sector. ¿Qué criterios aplicaron para estos cargos? ¿Hay contraloría social dentro del ministerio? ¿Por qué lo usan para obtener jubilaciones muy convenientes? ¿Quién supervisa la Delegación de Personal del ministerio, si es que existe tal cosa? Por otro lado, los gabinetes regionales de cultura se burocratizaron y plenaron de funcionarios ineptos que poco hacen o poco quieren hacer. En ese sentido, hay que realizar cambios urgentes y descentralizar los procesos financieros que hacen imposible cubrir necesidades locales como viáticos, pagos de servicios, pagos de honorarios y gastos administrativos. Hay un grupo de poetas, escritores y cultores populares que tenemos hace mucho tiempo documentos, propuestas, programas y empeño para realzar la gestión cultural, pero nadie nos ha parado pelotas en el ministerio. Los poetas Gabriel Jiménez Emán, Leo Villaparedes y este servidor, entre otros intelectuales, disponemos de esos materiales dentro de la Red Nacional de Escritores Socialistas de Venezuela, y los ponemos a la orden para el debate. La gente de teatro, danza, pintura, escultura, murales, grafismos, periodismo popular, música tradicional y demás sectores culturales harían lo propio. Necesitamos un ministro de la cultura menos entregados al Palacio de Miraflores, y más dado al pueblo, a las plazas públicas, casas de cultura, centros de formación, escuelas y zonas rurales y urbanas que demandan un accionar cultural abierto, espontáneo, constructivo y serio. Más allá del proselitismo político y la jaladera de mecate.

Presidente Maduro, tengo muchas más cosas que decirle, pero basta este ramillete. De jure me van a ofender y atacar por decir estas verdades, pero lo hago como venezolano responsable y sensible por la realidad del país. Usted no la tiene fácil, pero tampoco la podrá tener peor. Es la hora de iniciar una profunda revolución gubernamental, porque la revolución política ya está sembrada en el pueblo desde 1992 y 1998. Haga llamados a la unión nacional y a la productividad del país, pero vaya más allá. Arguya razones que justifican la crisis económica, pero corrija los entuertos descritos desde Las Claritas para acá, pasando por fronteras y comercios gestores de la miseria y el hambre. Confíe en su entorno inmediato, pero deje a un lado alguna gente que ya no tiene nada que hacer en la gestión del gobierno. Supervise con mano de plomo la gestión de alcaldes, gobernadores y protectores de estados chavistas, y verá de frente la corrupción en su gobierno. Si alguna noche de estas logra conciliar un buen sueño, vaya más allá de Bolívar, de Zamora, de Chávez, y lléguese hasta la silla de Dios; póngase la mano en el pecho, mire hacia abajo y vea al pueblo triste y dolido que aún clama por salvar a este hermoso país, si usted, además de enfrentar al diablo del norte y a los otros diablos, enfrenta a quienes le están jugando sucio a Venezuela y a los venezolanos. Empuñe la espada y no tenga miedo de cortar cabezas (en sentido metafórico, desde luego), con valor, con sentido de la justicia y de la rectificación. Medio país se lo va agradecer y la otra mitad empuñará las espadas que usted necesite para emprender la batalla moral que demanda la República. Si así lo hiciere la Patria os lo agradecerá. Sólo así venceremos. De lo contrario estaremos vencidos.



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José Pérez

Profesor Universitario. Investigador, poeta y narrador. Licenciado en Letras. Doctor en Filología Hispánica. Columnista de opinión y articulista de prensa desde 1983. Autor de los libros Cosmovisión del somari, Pájaro de mar por tiera, Como ojo de pez, En canto de Guanipa, Páginas de abordo, Fombona rugido de tigre, entre otros. Galardonado en 14 certámenes literarios.

 elpoetajotape@gmail.com

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