El errado camino de ignorar la realidad, o vivir en madurolandia

Una enfermedad muy común en los gobernantes es la soberbia, desconocer la realidad, sustituirla por su voluntad o deseos. Este padecimiento les produce una especie de esquizofrenia en la que se desprenden de la realidad y la sustituyen por su propia ficción. Es la mentira el principal síntoma de esta enfermedad, los gobernantes se sienten cómodos en la farsa, duermen como muchacho chiquito.

Este gobierno padece, en grado elevado, esta enfermedad, miente como una ametralladora, en ráfaga, no tiene freno, no tiene filtro. Al principio la enfermedad era leve, una mentirilla aquí, otra más allá, después la peste se agravó, inventaron la guerra económica, mintieron como locos para impedir el revocatorio, y entonces, se acostumbraron, la mentira fue su consigna, el embuste su escudo. La enfermedad se hizo sistémica, la verdad murió.

Pero la mentira tiene patas cortas, si se usa mucho se gasta, y el gobierno en su soberbia abusó. Se autonombraron voceros del pueblo, y al final esos cinco o seis pendejos sustituyeron a la masa, por ella opinan. Así no es necesario auscultar la voluntad popular ellos se sienten la voluntad popular. Pero la realidad les da en la cara, y ellos se guían por el axioma "si la realidad no coincide con lo que pensamos, con lo que deseamos, la realidad está equivocada, lo verdaderamente real es lo que nosotros deseamos". Y ese delirio febril es la culminación de la enfermedad, cuando esto sucede ya están en fase terminal.

Estas elecciones pasadas, o si se quiere, esta mamarrachada pasada, confirma el diagnóstico de la enfermedad y pronostica un cercano desenlace Los resultados que da el gobierno son un boletín psiquiátrico, decir que la abstención fue moderada es un síntoma de irrealidad, decir que sacó cinco millones es un delirio, negar la influencia del punto rojo en los resultados es un cinismo patológico.

Ahora bien, la enfermedad es contagiosa, se expande, se hace epidémica en la complicidad del entorno. El cne ayuda, los miembros de la
dirección aplauden las mentiras, los ministros se pliegan, la impunidad sube la fiebre. En ese momento ya el gobierno está desahuciado, ha mentido tanto que no hay rectificación, no hay remedio.

El gobierno siente que ganó las elecciones, la realidad dice que perdió gobernabilidad, legitimidad. No importan los números del cne, no son creíbles. El gobierno no puede explicar dónde están los millones con carnet de la Patria, se perdieron allí nada más diez millones de votos. Los carnetizados del PSUV, no aparecieron, no pudo movilizar ni a sus militantes, el pseudo presidente perdió millones de votos. El gobierno se evidenció como azote de barrio que extorsiona a las viejitas amenazándolas con quitarle la comida, el bono, las
medicinas.

A pesar de todo el gobierno se cree viviendo en un país de maravilla, "la república de madurolandia". En ese país no hay hambre, no hay descontento, hay medicinas, hay solidaridad, no hay inseguridad, no hay inflación, hay efectivo, todo marcha bien, y lo que no funciona es culpa de la guerra económica, de trump, de la oposición. En ese país mandará maduro por mil años. Lástima que toda fantasía tiene su final, toda película termina, Disneylandia es una sola.



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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