Quinto malo

Entre un liderazgo maduro y madurar en el liderazgo

Pareciera un axioma decir que los cuadros revolucionarios son líderes revolucionarios. Algunas pretenciosas enseñanzas del funcionalismo, en eso que llaman las "ciencias sociales" han llegado a crear "escuelas" de liderazgos y también de padres (por mencionar sólo dos de sus opciones).Intercambios de saberes que se dan en la vida sin pretensiones academicistas, se quieren encerrar en aulas, con profesores, pupitres, pizarrones y alumnos.

No pretendo hacer una reflexión sociológica, ni sus similares, sobre este tema. Quiero llamar la atención, específicamente sobre el asunto de los liderazgos y lo primero que hago es asumir que es líder quien históricamente se forma como tal en las relaciones de lucha entre sus pares humanos y también con la naturaleza.

Yo estoy entre quienes no creen en los mesianismos ni interpretan la figuración de alguien en un determinado proceso social, como si se tratase de un "ungido" o un "enviado del más allá". Son los acaparadores de poder y fabricantes de ideologías quienes han sido capaces de convertir al hijo de una campesina y un carpintero, que desde muy pequeña edad tuvo contacto con el trabajo y llegó a producir con sus manos una banqueta, con la madera proveniente de un árbol, o una vasija para preparar y comer mondongo, a partir del barro, en una figura déica. Nada menos y nada más que en "El hijo del Hombre", el esperado, el Mesías.

Jesús, el de Nazareth, por su origen palestino, debió tener sangre de guerrero y conciencia de clase. Debió ser de una curiosidad e inteligencia suficientes para sentarse a escuchar y debatir con autoridades sacerdotales y de la ley, siendo apenas un jovencito. También es probable que no haya soportado maltratos, injusticias y desigualdades entre los humanos. Para lo cual, seguramente, fue logrando sensibilizar a las víctimas y a muchos impávidos testigos de "ciegos" que comenzaron a ver, "sordos" que comenzaron a escuchar o tullíos que volvieron a caminar. De cada una de esas experiencias y contactos, el rebelde nazareno seguro forjó su liderazgo.

Creo no equivocarme al afirmar que los seres humanos somos resultados concretos de múltiples determinaciones históricas. He citado el ejemplo de Jesús Nazareno, pero todos los casos son iguales. Y si no, miremos a nuestro líder Hugo Chávez (pudiéramos citar miles en el mundo y en todos los tiempos), quien quiso ser un excelente bateador zurdo, profesional del béisbol, que terminó al frente de una revolución -la Bolivariana- arrastrado por el huracán de circunstancias que lo convierten en líder de un movimiento que es hoy mundial, esperanza liberadora de los pueblos y con la utopía del socialismo como referencia.

Chávez, como Ché, como Bolívar, Lenin o Mao se desprende en sus particularidades para convertirse en un líder que consiguió madurar en el devenir de los compromisos que fue asumiendo paulatinamente.

Tampoco en Chávez está la figura del predeterminado, del ungido y si de algo hay que cuidarlo todavía, es de pretender convertirlo en un Dios, para neutralizarlo, para distanciarlo de la gente y arrancarlo de toda memoria colectiva.

Chávez supo hacerse líder por el trabajo desde temprana edad, por su sensibilidad social, por su dedicación al estudio y la investigación mucho más allá de escolaridad y las academias, por no aceptar venderse ni desclasarse. Chávez líder supo madurar en el liderazgo.

Chávez líder y víctima de causa sobrevenida nos propone elegir a Nicolás Maduro, presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Su solicitud no la exige al pueblo venezolano porque Maduro Moros fuese un líder. La hace porque sabe que «su hijo», como ahora se le dice, era un militante revolucionario y con conciencia de clase. Sabía el Comandante Chávez que Maduro le sería fiel a su legado, aunque no tuviese liderazgo.

Inteligente, fogueado y comprometido, Maduro echaría pa’lante. No es un fruto perfecto, no es Chávez, no es un ungido… pero es de nuevo el Presidente se la República Bolivariana de Venezuela. No para echarse ni para darse bomba, no para figurar sino para servir, no para hacer de mandón sino para mandar obedeciendo a su su pueblo. No es un liderazgo Maduro.

Maduro es alguien que está aprendiendo a madurar en el liderazgo. Nuestro derecho fue elegirlo, ahora debemos acompañarlo. Con los hechos y con la crítica, pero jamás abandonarlo en este camino para liberarnos, para alcanzar el mejor gobierno bolivariano, «capaz de proveer de la mayor suma de felicidad» a su pueblo.

Mucha vigilancia, mucha contraloría y suficiente debate para acerar la conciencia. La causa es la Patria y la meta la Patria socialista: ¡Vamos a lograrlo! ¡No se me raje, compadre!



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Iván Padilla Bravo

Director del semanario cultural "Todos Adentro", medio adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura. http://www.mincultura.gob.ve/

 ivanpadillabravo@gmail.com      @IvanPadillaB

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