Desgobierno y alienación del poder

El incubo y las trágicas consecuencias que puede producir el resultado de las elecciones del 20 de mayo de 2018, puede explicarse por un fenómeno de cosificación, de reificación de la realidad, por parte de quienes pretenden continuar en la administración de la mermada renta de los hidrocarburos en Venezuela.

Lo que ha venido ocurriendo a partir de abril del año 2013, luego de las elecciones de ese año, bajo la premisa de un gobierno que nunca tuvo auctoritas, y la ulterior pérdida de legitimidad con base al desastroso resultado de la pérdida de la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional, el 5 de diciembre de 2015; ha desencadenado un proceso ulterior dramático, que incluye la prostitución institucional del aparato del Estado, y la entrega de puntos estratégicos y esenciales de unidades del Estado, a las empresas transnacionales, y a una casta militar que la administra para sus propios fines, sin limitaciones en su afán de poder y satisfacción personal y grupal.

Para ilustrar en general este fenómeno, nos permitimos traer a colación la siguiente larga formulación,

…¨…Semejante alienación, dicho grosso modo, consiste en la progresiva independencia (o, incluso, oposición) que pueden adquirir los productos de una actividad con respecto a su agente creador o productor. Referida al afán de poder, esta alienación significa la creciente separación y autonomía de aquellas obras, instituciones y creaciones suyas, así como de las correspondientes relaciones de poder que desde ellas se generan, con respecto al dominio que sobre las mismas pretende ejercer su productor o creador. Surge así, cual se comprende, no sólo una abscisión entre el existente y aquello que ha creado su propio afán de poder, sino que, tales productos se revisten gradualmente de autarquía e influyen sobre el centro originante del poder, condicionando y determinando incluso su función, comportamiento y fines…¨…1

El monstruo que se ha creado con el mecanismo legítimo de las elecciones, ha terminado por sucumbir a las ansias de poder de quienes pretenden eternizarse en las posiciones del Estado, sin tener que ver con las consecuencias que ha tenido su desgobierno desde el propio inicio de abril del 2013.

Su origen delegado y específico, a partir de la declaración del Presidente Chávez, el 8 de diciembre del 2012, en condiciones agravadas de su estado de salud, y el posterior desenlace del 5 de marzo de 2013, proclamaron lo que podía venir después, ilustrado con la famosa frase francesa ¨apres moi, le deluge¨.

Como efectivamente ha ocurrido al desatarse las pasiones y la ilimitada creencia de un grupo por demás ¨charlatán, impostor y prepotente¨ que pretende continuar en su fuero interno, bajo la terrible admonición de un fenómeno de alienación, de cosificación, de reificación, de lo que han creado, ¨el monstruo en plena ejecución¨, de un proceso eleccionario que ya tiene antecedentes en elecciones de una espuria Asamblea Nacional Constituyente, y en elecciones de autoridades a nivel de Alcaldías y Gobernaciones del país.

Ciertamente, que los originadores, productores de toda esta entelequia, no sufren las consecuencias de sus acciones, como lo siente la mayoría de la población asalariada en la declinante y pavorosa calidad de vida, a lo largo del último lustro, en contraste con lo que ocurrió en el período que va desde 1999 al 2012.

Desatino de una política económica combinados con decisiones fuera de toda norma administrativa, ha dado origen a una gigainflación nunca conocida en Venezuela, un proceso de recesión prolongado, y un desempleo abierto y encubierto, produciendo efectos devastadores en la población que vive de un salario, sin la posibilidad de acceso a los servicios básicos de salud, escasez permanente de bienes, y sin la posibilidad de un cálculo económico que afecta no solamente a consumidores, sino también a cualquier tipo de productor, sobre todo a los más pequeños. Para no mencionar los efectos de una devaluación que lleva a niveles irrisibles el consumo de cualquier bien con componente importado, insuflado por los mecanismos especulativos de una boliburguesía, o un bachaquerismo al detal que expresa aquella frase hobbesiana, de una guerra de todos contra todos.

Todas esas consecuencias, evidentes y sentidas en carne propia en la cotidianidad de cualquier ciudadano de este país, no forman si no parte del componente de alienación sobre el cual se sostiene el actual desgobierno, considerando que su afán de poder es ilimitado, bajo cualquier tipo de artimaña, manipulación, táctica, acciones que tienen como ilustración paradigmática la nueva farsa electoral del 20 de mayo del 2018.

Bajo esas premisas, la enfermedad del desgobierno conducirá de manera necesaria, como pronóstico reservado, al agravamiento de la crisis de hegemonía, sin salida aparente, hasta que la mayoría del pueblo venezolano y una genuina representación de la Fuerza Armada, reaccione y sepa aplicar dentro de los cánones constitucionales, de la violada y maltratada Constitución de la República Bolivariana de Venezuela que nos dimos los habitantes de este país, en diciembre de 1999; los debidos antídotos a una enfermedad terminal de esa ilusión de poder, sin límites, por parte de quienes pretenden continuar, a sus anchas, desgobernando a Venezuela. Cosas veredes Sancho, amanecerá y veremos…

1 Ernesto Mayz Vallenilla. El dominio del poder. (Barcelona. Editorial Ariel. 1982). p. 142.



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Jorge Giordani

Ex-ministro de Planificación.


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