Listo, apostamos todo a Maduro

Hemos llegado a la recta final del proceso electoral de cara al 20 de mayo. Las cartas están echadas. Y sin lugar a dudas, a estas alturas, podemos decir con la jerga de la Teoría de las Probabilidades: en este espacio muestral todo quedó reducido a solo a dos opciones: o la traición a la Patria o la Patria misma.

En la opción de la traición a la Patria se ha agrupado toda la desgastada y variopinta derecha, desde la que llama a la abstención hasta la que participa tratando de ganar el favor de los votantes. Sí, porque de una u otra forma, ambas facciones están participando sin que nadie les entorpezca su accionar, y lo hacen ilegal o legalmente dentro de una supuesta "dictadura" a la que tanto denuncian.

La facción abstencionistas, con su característica forma de traicionar, buscan desesperadamente reducir los niveles de la participación para poder justificar sus planes golpistas y/o facilitar la descarada injerencia externa encabezada, como se sabe, por el gobierno de los EE.UU. Pero también es patético el caso de la facción que participa en la contienda electoral porque lo hace de forma timorata, sin convencimiento, pero además de saber que va rumbo a una derrota debe aguantar el bullying de la facción abstencionista, y no le ha quedado otra opción que la de plantearse solo objetivos internos dentro de la oposición, en esa guerra a cuchillo que tienen entre ellos mismos. Los estudios de opinión, todos, vaticinan una gran derrota para ambas facciones.

Caracterizar a esa derecha como la opción de la traición a la Patria no es un insulto, es la realidad. Hay que ser un fanático para negarlo. Si ya los propios jefes derechistas son los que reflejan sin complejos ni vergüenza lo que es esa oposición: una opción entreguista, que solo sabe postrarse de manera servil ante sus amos imperiales, y lo hacen de la manera más abierta y descarada: piden la intervención militar gringa, sanciones, bloqueos, prometen dolarizar el país, y son los ejecutores (como vulgares verdugos) de la guerra económica, las guarimbas y de un largo etcétera de canalladas en contra del pueblo venezolano.

En esta confrontación histórica la presencia de Hugo Chávez ha sido determinante. Él nos dejó al Presidente Nicolás Maduro para que cargara con la responsabilidad de defender la Patria junto con el pueblo. Y qué bien lo ha hecho Maduro. No ha sido fácil. Ha sido muy duro defender las conquistas sociales logradas en Revolución Bolivariana, y lo ha hecho con mucha valentía defendiendo al pueblo de un enemigo monstruoso y cruel sin límite: el Imperialismo Norteamericano y sus lacayos en el continente y dentro del país. Es por eso, que en esta hora definitiva, y sin vacilar, Venezuela apuesta todo a Maduro.



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Irán Aguilera


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