Crítica ácida

Resurrección de la carne, amén sospechoso y anticristiano

Si algún factor de influencia hacia la población venezolana le dice amén a las barrabasadas contra las elecciones, es la jerarquía de la iglesia católica. Con ligereza lucen en hipocritocracia textos para comunicados, coincidiendo con empatía en la conspiración mundial y morbosa. No reciben en 2018 ni una séptima parte de la cobertura que tuvieron en momentos críticos de complot e impudicia, empeñados en "salir" violenta e ilegalmente del socialismo siglo XXI, sin consultar al pueblo. Una vez más vamos a consulta soberana, en comicios ampliamente auditados y vigilados internacionalmente sin trampas, y de nuevo la CEV se pone al lado de la oposición sin guardar compostura.

Violatoria de los derechos humanos es la actitud de quienes en EL CREDO repiten "la resurrección de la carne y la vida eterna amén", pero guardan tanto odio bajo la sotana, que no censuran a sacerdotes quienes dieron "vivas" al cáncer de Chávez y lo escribieron en redes sociales. Ahora se alegran con descuido de conducta, pues consumen sin problemas y físicamente robustos la carne que especuladores llevan a dos millones de Bs. el kilo, detalles que para nada les perturban en nombre de los desamparados. El colectivo aprende a comer "gracias a la guerra económica", aunque la conferencia episcopal venezolana, en minúsculas por su conducta ídem, no levanta protestas hacia corporativos miserables de la inflación y el dólar ilegal, complacidos de apoyar política subversiva y pedimentos a que nos invadan "humanitariamente".

No aprendieron de Abril 2002, no condenan el acoso financiero mundial actual, que perjudica a TODA la población. Obispos obligan a la feligresía a dejar de lado la fe católica, y buscar otras vías en la palabra orientadora de DIOS. Incomprensible regodearse con lo que ocurre a este "Tu país, mi país, nuestro país", adoptando conductas consideradas entre las peores de alguien medianamente inteligente. Atrapados entre la crispación y el odio, olvidan preceptos y mandamientos, que imagino aprendieron al estudiar para Ministros de la Iglesia Católica. Su sospechoso comportamiento pastoral no los absuelve, sin necesidad de confesarse es evidente que SI SABEN LO QUE HACEN.



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Luis Sánchez Ibarra


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