Hablando claro

"No tengo un cuartillo"

En tiempos de otrora, cuando uno andaba mamando y loco, así como andamos ahorita, se decía: "Amigo, no tengo ni un cuartillo", otros en las mismas condiciones iban más lejos, más limpios todavía: "No tengo ni un centavo". Los que siempre cargaban su "pelotica" en el bolsillo decían: "No tengo sencillo". Para esos ricotes el sencillo era lo que le hacía falta al pobre: un centavo, una locha o un cuartillo, medio; y con eso se compraba, amigos míos.

Los dos problemas más graves que atraviesa el venezolano hoy en día son la inflación, la especulación desmedida, y la falta de efectivo que nos está llevando poco a poco al borde de la locura. Eso por un lado y por el otro el "bendito" punto de venta o la transferencia teniendo que pagar el doble o el triple del costo en efectivo y ya eso no lo aguanta nadie.

Desapareció el efectivo y por los vientos que soplan ese problemón no tiene remedio. Nadie da la cara, nadie da respuesta, nadie dice nada al respecto. Mientras tanto el venezolano de a pie está acorralado, castigado; los bancos no le responden ni en billetes ni en efectivo. La única alternativa es caminar y caminar hasta desaparecer.

En tiempos aquellos el efectivo nunca faltaba. Voy a refrescarle la mente a los que están enquistados en el gobierno y creen que la vaina está pa’ juego. No hablemos del sencillo aquel de los Estados Unidos de Venezuela, hablemos del pasado reciente para recordarle a los que no lo conocieron sepan de qué se trata.

El cobre, o sea el centavo, tenía un valor de 5 céntimos era una moneda que andaba de bolsillo en bolsillo. La locha, con un valor de 12 céntimos y ½ y de allí se pasaba al medio que tenía un valor de 25 céntimos. Se pedía llegar a la bodega y comprar una locha de café, una locha de azúcar, hasta un pan que valía una locha.

Una locha de pan a cobre, dos panes y medio. De allí el medio, el real, el bolívar, lo que llamaban la peseta de a dos; y el fuerte que tenía un valor de 5 bolívares y pa’ más vaina era de plata. A quien se le caía una moneda lo sabía por el sonido. Era dinero de verdad, verdad.

Cuando el salmón en lata pasó a un real con una locha se decía "real y cuartillo", la locha era el cuartillo: 12 céntimos y ½. Una locha de cambur, dos cambures y medio. Medio de cambur, 5 cambures; una locha de caramelo, 2 dos caramelos y medio de caramelo 5.

Un refresco costaba medio y el grande un real. Existía el salmón de 3 lochas. Un rollo de papel toulet costaba un real; y así sucesivamente. Repito; del cobre se pasaba a la locha, de allí al medio, luego el real, de allí el bolívar, la peseta de dos y hasta el fuerte que tenía un valor de 5 bolívares. De allí en adelante el billete de 10 bolívares. Era dinero contante y sonante.

Apareció una moneda momentánea que llamaron el doblón. Desaparecida la plata apareció el dinero sencillo pero de un material llamado níquel que también desapareció de inmediato. Y de allí el dinero en papel desde el billete de 1 hasta el de 100 bolívares.

Era tanto el valor del dinero que hoy que por una moneda de plata de aquella que "corría" como sencillo te dan una "pelota" de billete que no vale nada. Tiempos en que con 4 bolívares se compraba un kilo de queso o un kilo de carne. El gran peo estaba en conseguir 4 bolívares. Hoy, con un saco de billete no se puede comprar ni un cuarto de kilo de carne. Nos está llevando el diablo y nadie le para bola a la falta de efectivo.



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Pedro Alfonzo Rojas

Antiaco, columnista, premio regional de periodismo de opinión 2016, telegrafista, tipista, montador, diagramador, coordinador, gerente de producción, editor de noticias TV; y sobreviviente de las violaciones de derechos humanos y laborales en gobierno de AD.

 pedrorojas56@hotmail.eso

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