La brecha y la burbuja

Al principio es una pequeña línea imaginaria que separa el territorio del gobierno del resto del país, es como esas cintas amarillas que usa la policía para aislar la escena de un crimen. Sólo algunos presumen su peligro, los demás se sienten cómodos, protegidos, la separación les confiere importancia. Luego la cinta se transforma en una casi imperceptible grieta, y la separación ya no es imaginaria, los gobernantes van construyendo una burbuja como pompa de jabón donde toman decisiones y dirigen desde allí al resto del país.

Lo anterior es común a los gobiernos socialdemócratas del planeta. Cuando la brecha se profundiza y las paredes de la burbuja se oscurecen por la soberbia, ha llegado la hora de las elecciones y funciona la alternabilidad que es una válvula de seguridad contra aislamientos perniciosos.

La democracia burguesa es la forma de gobierno más eficaz de la dominación capitalista, ella confiere a la gente una ilusión de libertad, de poder, de capacidad de reforma que oculta la naturaleza del sistema. Cuando por alguna razón la democracia burguesa fracasa, si pierde su capacidad de remozarse, los militares se encargan de restituir la normalidad de la dominación.

Este gobierno de Maduro, temprano, abandonó el Socialismo y tomó el camino de la democracia burguesa, del reformismo. Rápidamente pasó de la cinta amarilla a la grieta y la burbuja. Entró en zona de alto peligro, la grieta se convirtió en brecha, la brecha en abismo y la separación entre la burbuja de gobierno y el resto del país se hizo irreversible. Resultó una sociedad destartalada donde nada funciona, y la más espantosa crisis de que se tenga noticia en diez o veinte generaciones. Era momento para la válvula de seguridad de la democracia burguesa, la alternabilidad.

Sin embargo, el gobierno con su alma de lumpen sindical, y en ese interregno en que se encontraba, mitad capitalismo y la otra mitad capitalismo avergonzado, sin mentalidad de sistema, sólo visión del interés personal, es incapaz de activar la alternabilidad. Sólo atina a la trampa, a la simulación de elecciones que no despiertan la esperanza de cambio, que no son creíbles, que no cumplen su función, al contrario ahondan la crisis, el agotamiento del gobierno.

Esa es la situación hoy: el gobierno separado de la sociedad, la sociedad padeciendo una horrorosa crisis, la gobernabilidad perdida, vivimos un 27 de febrero con silenciador, con amortiguador; la tensión, la energía que allá se disparó en un día, ahora se libera poco a poco, por todos los poros de la sociedad, las manifestaciones, las protestas, los pequeños saqueos, la inseguridad creciente a niveles que hacen parecer a las ciudades pueblos abandonados cuando llegan las primeras horas de la noche, el hambre reina en el país, la emigraciones masivas.

Y el gobierno, cómodo en su burbuja, planificando triquiñuelas electorales, inventando adversarios de paja, mintiendo, prometiendo lo que todos sabemos no puede cumplir.

La situación se mueve como una avalancha en el Himalaya hacia una salida violenta del gobierno. En el punto al que ha llegado el país es inevitable, el sistema de dominación agotado por la estulticia exige renovación, cerradas las puertas sólo tiene la palabra "la partera de la historia". Sólo es cuestión de tiempo.

La pregunta final es ¿cuál papel jugará el chavismo auténtico, se quedarán en la tribuna, quietos, tristes, desleales, cuidándose?



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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