Mensaje decoroso a quien agrede por criticar al ministro Quevedo y José Vicente Rangel

Lo indecoroso no está en haber escrito "amenza", Venezuela con "v", cosas que usted sabe bien a qué se debe eso. Lo de "ponchá" también, pues es una expresión coloquial que mi pueblo ha usado toda la vida y nunca dejaré de usar como otras y hasta expresiones completas en cuanto escribo. Lo indecoroso es intentar descalificar de manera cursi y hasta con bajeza a quien opina en contra de lo que uno cree o por lo que quien critica se siente obligado a creer. Ya dije que no soy experto petrolero, pero tampoco adulante. No hay manera de justificar sólo en Ramírez y los suyos, con quien nada comparto, como puede leerme en lo que escribí hoy, la caída de la producción petrolera, como todo el desastre en esa área que atañe al gas, producción de gasolina, aceite y en la economía nacional toda. Como tampoco es halagador que usted, presumiendo de erudito, se haya valido de gazapos, como los mencionados, habituales en quienes escriben, para intentar descalificarme y descalificar lo que dije, pero pasó por bolas - esta expresión, pese temo molestar su sensibilidad, pulcritud, lingüística y credibilidad de experto petrolero - la información OPEP, según la cual, en el mismo período que el ministro habló de un aumento de 500 mil barriles diarios, Venezuela, con V, disminuyó en 11.75 por ciento su producción. Tampoco explica por qué, de ser falso lo que dijo De Chene relacionado con los mejoradores, se requieren casi dos años para aumentar la producción en 500 mil barriles más, si ya en un mes lograron aquella cifra, suponiendo que la OPEP miente porque le hace la guerra económica a Maduro.

Lo último, haber evadido de manera calculada lo relativo a la OPEP y argumentar como lo hizo contra De Chene, con quien tampoco tengo vínculos de ningún tipo, en cuanto a los mejoradores, es fortalecer la idea que la caída de la producción se debió a infiltrados desde el 2014. Favor pobre que le hace al presidente y su gente, incluyendo los dirigentes sindicales, de los cuales hay hasta constituyentes que no percibieron la anomalía y menos advirtieron sobre aquella conspiración, ineficiencia o desidia. ¿Cómo creer, a menos que uno esté dispuesto a eso, que mientras la producción declinaba, ante lo que pudieran alegar que se alteraban las cifras, o lo que usted apunta, que para nada justifica lo sucedido, "no hubo nadie capaz de detectar el deterioro, obsolescencia que disminuían el ingreso en divisas" por la exportación del hidrocarburo tomando en cuenta los daños que el pueblo sufriría y de manera espantosa? ¿Cómo no saber no se cumplía a cabalidad los compromisos con nuestros mercados? ¿O es explicable y tolerable quedarse cruzado de brazos mientras decaía la producción? Abundan expertos que eso no justifican y no porque sean enemigos del gobierno, sino porque quieren que se produzca de verdad una revolución y no le "sirven" al país explicando lo inexplicable ni justificando a quienes incumplen. A usted señor muy bien informado le desmienten muchos expertos cuyas credenciales, generalmente desplegadas debajo de sus trabajos, hablan de la pertinencia de sus informaciones.

Sé por lo que dicen expertos petroleros, que escriben por este y otros medios, no es información que sólo manejan los eruditos y expertos en lingüística que, desde años atrás, PDVSA no ha podido hacer las inversiones a las que estaba obligada no sólo para cumplir la cuota asignada ahora por la OPEP, superior en un millón quinientos mil barriles diarios a la que ahora cubrimos, sino ante la demanda futura que, según esos mismos expertos, va a aumentar. Y no la pudo hacer PDVSA por razones muy conocidas que entran en la discrepancia de fondo del destino nacional, asunto del cual no todo el mundo está enterado o muchos se hacen los locos o suecos. ¿Valdrá usar estas expresiones? Creo estos los asuntos a atender y deben responder los sabios que se exhiben como voceros del alto gobierno, infalibles, nunca víctimas de un gazapo o de una minúscula que se escapara a ocupar el lugar de una mayúscula o una simple letra que a uno se le queda entre los dedos y hace que escribamos "amenza" en lugar de amenaza. Pero sí hábiles para derrochar, hacer lo indebido como el dejar hacer. Quizás al filólogo esto no le guste.

El pueblo angustiado por las dificultades que ahora sufre, resultado de esas malas políticas, no se satisface con explicaciones cursis y llenas de odio contra quien hace crítica, ejerciendo la condición de hombre libre cuya conciencia no tiene precio ni hay cabuya que lo ate. Perdón por haber dicho esto último, pudiera resultar inadecuado, cuando pude hablar de cuerda.

En todo caso, es preferible que a uno se le quede una letra entre los dedos o en el teclado, pongamos una minúscula en lugar de una mayúscula, sobre todo en un nombre propio, lo que es tan elemental como para no fijarse en ello a menos que el odio y el deseo de dañar se sobrepongan al de enseñar y convencer a quienes pudiéramos estar mal informados. Tanto es el odio y el deseo de quedar bien que se opta por agredir, apelando a bajos recursos, a quien se supone "en contra de alguien", cuando solamente se trata de una simple discrepancia, natural y necesaria entre los seres humanos.

Por cierto, me llama mucho la atención, como al abordar lo relativo a Luis Britto García, quien ha puesto de manifiesto su también natural discrepancia por la aprobación de la Ley de Inversiones Extranjeras, que llama "Ley Terminator", que tampoco debería escribirse así, pues es un anglicismo, pero aquél es un respetable escritor y no puede un petardista enmendarle la plana ni ponerle normas, como prohibirle a uno usar la expresión coloquial de tanto uso en Venezuela (con V) "ponchá" de la jerga del beisbol, el experto petrolero hecho corrector de pruebas, no haya manifestado su rabia. Debo decirle señor experto en petróleo y lingüística, que ignora usted, no sé si exprofeso, pudiera ser, no es necesario una palabra aparezca en el Drae para que tenga valor o pertinencia. La lengua valedera es aquella que habla y construyen los pueblos y no la que imponen las academias. Estas existen para registrar el habla colectiva y si usted no lo sabe, debería saberlo por su edad por lo menos, que la palabra "Ponchá", del verbo ponchar, perteneciente al lenguaje coloquial caribeño, resultado de un anglicismo, lo que es normal en cualquier lengua, a su vez contracción del adjetivo ponchada o ponchado, tiene tanto valor como si estuviese en el diccionario. Decir, como usted lo ha hecho, que no existe y me da el mérito inmerecido de haberla inventado, como "he inventado" la palabra discurseadores, usada con frecuencia en mi pueblo, que uso con frecuencia porque, para que lo sepa mi feroz crítico convertido en corrector de prueba con un látigo en la mano, el escritor no se atiene estrictamente a reglas impuestas por otro u otros, ni siquiera la academia. Voy a dar un ejemplo, quien me enmendó la plana con pequeñeces, porque son simples errores habituales en este oficio, tanto que los viejos periodistas en estos casos solían decir que eran causados por los duendes que habitaban el taller y hacían de las suyas a altas horas de la noche, ignora que el uso de la "Y" como conjunción, que el usa en su título, está prohibida por la academia, por lo que debería usar la "i", llamada latina, de donde se podría decir que la "Y" usada en su título como conjunción y en parte del texto todo, no existe, pero él la usa como también quien esto escribe y lo escribe el pueblo todo que habla esta lengua y eso es lo que importa. Sería recomendable que sin dejar de ser experto petrolero y defensor público u oficioso, el personaje se diese un recorrido por la literatura y constate como grandes escritores usan el lenguaje popular, ese inventado en la calle que no reconoce la academia. Lo que sí es una grave falta, por decir lo menos, es pecar de intolerante como usted lo ha hecho y solamnente por lucirse ante quienes ejercen el poder.

No estoy contra el ministro y menos contra José Vicente Rangel, como no tengo el defecto de estar contra nadie ni nunca dispuesto a vomitar odio, ya dije que este último goza de mi respeto y afecto, sólo le pido que sea más cuidadoso, como siempre lo ha sido, con su vieja responsabilidad de velar por los intereses del venezolano sin importar quienes estén en Miraflores.

Para finalizar quiero destacar como quien desató su rabia contra mí me calificó de estar hasta contra PDVSA. ¡Qué casualidad! Es el mismo tratamiento que Rafael Ramírez le da a quienes desde el gobierno y la Fiscalía General de la República le investigan y señalan como responsable de muchos daños ocasionados, incluyendo el de la caída de los niveles de producción, a nuestra principal industria, de la cual, ningún venezolano, salvo esté loco o tarifado, puede ser enemigo o estar en contra ella. ¡Por favor sea dañino si quiere, pero sea original!

Por cierto, dijo el personaje que no defendería al ministro ni a José Vicente Rangel, creyendo les haría falta, solo necesita le ordenen, porque eso le correspondía a ellos, pero creyó prudente salir en defensa de la Real Academia Española de la Lengua.

Fue tan meticuloso mi feroz crítico, quien con lo de la palabra "amenza" donde cualquier lector sabe que una "a" se quedó dormida o se la comieron los duendes, me dejó sorprendido, tanto que parece haber procedido bajo orden, cumplimiento de un deber o intentando dar una muestra de lealtad.

Por último señor académico de la lengua que me ordena escribir en "español", no hablo ni escribo en español, eso lo hacen los españoles; hablo y escribo una lengua que llegó aquí llamándose Castellano, de Castilla, y gramatical y oralmente la modificaron un tipo, un orate, que se llamó Andrés Bello y los pueblos americanos. La España de la que usted habla si es verdad no existía, allá había tantas lenguas como pueblos.

Revise usted señor corrector, tengo la sensación que la torpeza me embarga y no puedo justificarme en los duendes, todo este escrito dormirá, aunque usted crea no duerme, en el ordenador y será mañana cuando lo envíe.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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