Vladimir Villegas, Óscar Pérez, y mulatos finos como él y yo…

Estimado Vladimir Villegas, recibe esta misiva en estado de consternación por tantos sorpresivos y deprimentes hechos en días y horas recientes.

Ante todo, admirado comunicador, está ese dolor que embarga a nuestras sensibilidades por la amarga, ingrata y cruel sentencia del presidente de Estados Unidos de América al catalogar a una inmensa porción de inmigrantes con el calificativo de MIERDAS. Lo que duele hermano, es de pronto ver surgir ante uno un monstruo contra el cual ha luchado toda la vida. Ese monstruo que inevitablemente no nos queda otro calificativo que definirlo de MANCHA, ya que al parecer debe asumirse como una PRUEBA, que seguiremos procurando cambiar o vencer tanto desde lo exterior como dentro de nuestra integridad DIFERENTE y SUPERIOR (y en lo humano objetivo individual). La mácula con la que África desgraciadamente vino a cubrir a esta América, y la cual impregnó terrible e injustamente porciones de nuestro cuerpo (que no de nuestra alma), a sabiendas de que realmente debe atribuirse a un ERROR ONTOLÓGICO por cuanto que siendo como somos además no pedimos nacer este lado del hemisferio occidental. Un error que bien podría catalogarse de SUBLIMIDAD EN LO INMANENTE IMPROPIO. Tú sabes a qué me refiero. Al que siempre hemos buscado superar desde lo íntimo, que al fin y al cabo debe interpretarse de CORREGIDO por la aspiración legítima de SER en elevación cósmica. No, ni muchos menos, ¡por favor!, en el sentido de Raza Cósmica planteada por don José Vasconcelos.

Además, insigne Vladimir, teniendo en cuenta de que toda la vida hemos buscado los valores tangibles de esa grandeza y progreso que por sí mismos están en condiciones de lavar cualquier mancha circunstancial, a nosotros que nos deleitamos con los ingenios (genios) creados por Walt Disney, que sabemos catar en su esencia última los soberbios avances de la tecnología espacial, los delirios de la ciencia ficción hecha tangibilidad social en nuestros corazones y en nuestra más caras ilusiones; esos rutilantes rascacielos, trenes, centros comerciales, personajes siderales, ¡Hollywood!, poderes inmensos de perpetuación de lo que debe cubrir la tierra con galáctica sutileza democrática. Nosotros, cultivados en esos creativos simbolismos de justicia representados por héroes como Batman y Superman, como El Hombre Araña, Tarzan (el rey de los inefables monos), El Zorro o El Llanero Solitario.

Duro, hermano. Muy fuerte ha sido ese mazazo de sacudimiento espectral al que nos somete el señor Presidente Donald Trump al pretender querer despojarnos de lo que hemos querido ser y anhelamos con plenitud de derecho y justicia íntima-integral. Él, que debería ver el verdadero color tan intenso de pureza que llevamos dentro, mucho incluso más blanco que el suyo (no hablemos de su copete, tú que en tus batallas has dejado el pelero…), porque a nosotros, don Vladimir, nos ha tocado ganárnoslo con la convicción laboriosa, sufriente, abnegada y decidida de buscar SER MÁS ALLÁ DE LO INESCRUTABLE lo que ellos representan.

¡Y que vengan ahora a hablarnos de Haití y África, entidades que de siglos nosotros nos hemos arrancado de nuestra sangre!

Sí, hermano, sé muy bien de tus orígenes, procederes y valores, que al igual que yo nos vimos obligados a rodar por caminos anegados de inmundicias, pero que muy pocos saben por qué tuvimos que cruzar por ellos. Pero qué duró (indudablemente), como pesan esos genecitos incrustados en nuestro cuerpo que para nada hablan de lo que realmente somos. ¿Pero quién podrá impedir nuestra decidida voluntad de buscar otro SER, nosotros que estamos decididos a elevarnos por amor (y CALIDAD DE VIDA) al nivel de una raza que la arbitraria e ingrata naturaleza nos negó?

Por otro lado, para finalizar, lo de ayer, hermano, prueba otra vez más, los niveles exquisitos de tu sublime sensibilidad, al ser el primero en el mundo en exigirle TRANSPARENCIA al gobierno ante los hechos que dieron con la muerte de Óscar Pérez. Indistintamente de que estemos o no de acuerdo con sus actos, la sensibilidad superior de nuestra ínclita valoración interna, que para nada tiene que ver con las tránsfugas inclinaciones de la plebeyez social imperante, ponen otra vez de manifiesto esa visión humanitaria producto de los dones con los que hemos sabido SER diferentes.

¡Y que (¡por Dios!) deben de una buena vez en el Norte, reconocerse!

UN ABRAZO MÁS ALLÁ DE TODAS LAS ENTRAÑAS, socialmente hablando, se entiende.



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

 jsantroz@gmail.com      @jsantroz

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