La comadre y las prometidas

Iba yo ajilaíto cuando me encontré con la comadre. De una vez me dijo, compadre en esta navidad no me comí ni una hallaca. —¿Está a dieta comadre? Porque se ve muy bien comadre. —No que va. Pongámonos a la sombra porque está haciendo un sol como de Semana Santa, y nos puede dar algo.

—Por primera vez en mi vida, me dijo la comadre, no me comí ni una hallaca en navidad. Es que lo prometido nunca llegó. La navideña fue pura promesa y el pernil que, ya me lo saboreaba, quedó en veremos. Y por allí se fue la comadre a comentar. —Ya teníamos montadas las tres topias, porque compadre usted sabe que gas no hay y la bombona cuesta más que un carro nuevo, la pequeña me recalcó.

Bueno comadre siempre hay una primera vez. Usted sabe que ahora está muy de moda eso del cambio y asumir nuevos retos. Por allí me le fui para dorarle la píldora. Pero la cara de la comadre era de tibiera. Además, imagino que se hizo por lo menos un pan de jamón, que a usted le queda muy bien, le dije para halagarla.

—No que va. Si el jamón más barato pasa de los 200 mil. Y harina de trigo parece que solo hay en Rusia y eso queda muy lejos. Y los demás de donde lo va a sacar uno. En esta navidad no hubo ni para hacer un bollito, como los que hacía mi mamá con picante. —¿Y entonces qué cenaron? Dos vasos de agua cada uno y nos acostamos temprano.

La comadre volvió al asunto que lo prometido no había llegado y que se habían quedado como novia de pueblo, porque nada llegó. Incluso que unos ticket que dieron no los recibieron en ninguna parte. Le pregunté por el compadre y me fui despidiendo, mientras la comadre desconsolado se lamentaba y se lamentó.

 



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Obed Delfín


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