Sin Maduro la izquierda no tiene vida

El resultado electoral del 10-D ha demostrado fehacientemente lo hondo que ha calado el proyecto chavista en las masas venezolanas, apuntalado por la renta internacional del petróleo. Nuestro pueblo se ha abrazado a la política asistencialista de la revolución bolivariana y contra esto nada ha podido el plan desestabilizador del imperio y sus cipayos internos. Esta circunstancia, más lo ocurrido electoralmente en Honduras recientemente, el polvorín izquierdista que se avizora en México, la posible victoria de Lula en Brasil y el avance político de las FARC en Colombia, obligan al imperio a radicalizar su campaña contra el proyecto bolivariano, pues, Venezuela es la llave que abre la posibilidad de enterrar al capitalismo o de prolongarle su agónica existencia.

Sin tener en cuenta lo anteriormente señalado, parte de la izquierda criolla se ha propuesto confrontar a Maduro, con la declarada intención de separarlo del poder. La razón de tal despropósito la encuentra este actor político en la supuesta traición madurista al ideal socialista del chavismo. Este infantilismo de izquierda no comprende que el socialismo venezolano no está a la vuelta de la esquina por las razones siguientes:

1.-Una ecuación geopolítica que a duras penas sólo garantiza salidas capitalistas de rostro humano.

2.-La carencia de cuadros consustanciados con los fundamentos del socialismo.

3.-La ausencia de un programa de investigación que de vida a la transición al socialismo.

Frente a semejantes lagunas idiopoliticas, la izquierda, atendiendo razones objetivas y no voluntaristas, lo que debe exigirle a Maduro es una gestión gubernamental que nos lleve cerca de los linderos del capitalismo nóreuropeo, sustentada en el nacionalismo, la valorización de los recursos naturales y el antiimperialismo. De lograrse esta meta política, estaríamos dando un paso gigantesco hacia la sociedad del bienestar de los pueblos. Sólo bajo el paragua de esta gestión, la izquierda podrá concretar la organización, su nuevo relato y los candidatos para las futuras batallas por el socialismo que nos deparará la historia.

Podemos tener disensos con Maduro sobre la elección de un gobernador o de un alcalde, pero el sostenimiento de Maduro en el timón de la revolución no admite discusión, a menos que pequemos de infantiles, ignorantes o tontos útiles del imperio. La base simbólica de la Revolución de los humildes sigue siendo Chávez y su personificación actual es Maduro. Así de Simple.



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Humberto Trompiz Vallés

Historiador y profesor universitario jubilado, especializado en historia petrolera de Venezuela.

 htrompizvalles@gmail.com      @trompizpetroleo

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