El tetero criollo

La palabra tetero es un derivado de la palabra teta como sinónimo de biberón y la teta y no es más que ese órgano glanduloso que segrega leche en todos las hembras de los mamíferos. Se puede decir teta o seno, realmente es lo mismo, quizás la diferencia pudiera radicar en lo estético del sonido de la palabra. En la mayoría de los países latinoamericanos tiene ese significado hermoso del pecho que amamanta y alimenta como las sagradas tetas de nuestras mujeres, ¡nuestras madres¡

En los últimos tiempos la palabra teta ha conseguido nuevas utilizaciones en el lenguaje coloquial y la modernidad criolla, su uso se ha extendido como parte de la propia crisis económica, por ejemplo, desde que el helado de paleta y los de vasitos bajaron su demanda de consumo, los llamados helados chupi-chupi de bolsitas alargadas pasaron a dominar el mercado infantil en los sectores populares hasta que hizo aparición el famoso helado de teta congelado en una bolsa plástica y con un forma circular fácil para chupar.

La inflación venezolana que fluctúa en un espiral de alza diario, también nos coloca como consumidores de tetas variadas en presentaciones de bolsitas con 50 0 100 gramos sean de azúcar, leche, café, arroz u otro producto del imaginario colectivo que venden los bodegueros o los llamados "bachaqueros" (comerciantes del hambre). Al tiempo que la teta de la mujer venezolana cobra su sitial de nuevo en la familia respecto a la lactancia materno infantil, el pecho de nuestras mujeres enfrenta la crisis alimentando a sus hijos con su bendita leche que inmuniza pues los teteros o biberones de otrora cada vez pasan al olvido del consumismo venezolano, tanto por el costo de estos implementos, como por el costo de la leche de vaca o derivados que se muestran inalcanzables para los pobres.

La teta como palabra también juega su papel en la política o al menos, se le utiliza en ciertas expresiones. Cuando algún político es nombrado en un alto cargo o arriba al poder por elección popular, a su alrededor se arriman aquellos que buscan "pegarse de su teta", algo así como el argot popular que expresa "más pegaos que cuñao e´rico" y es por eso que la inteligencia del pueblo los señala con el grito: ¡son unos entetados!, mientras que la estética de la palabra queda al descubierto cual modelo con senos de silicona, es de allí que surgen hasta culebrones televisivos como la novela colombiana que decía: "sin tetas no hay paraíso".

La leche materna arraigada en nuestra piel tiene una significación y, en mi caso particular, tuve el gran privilegio de consumirla de mi madre y abuela, por eso, la poesía quedó en mi gracias a sus pechos. Hoy día es que puedo entender aquel canto infantil tan inteligente de nuestros padres cuando tarareaban: ¡arepita de manteca pa´mamá que da la teta, arepita de cebada pa´papá que no da nada! Definitivamente que la hembra es grandiosa en su naturaleza porque hasta el instinto animal lucha su teta para sobrevivir. Ese es el real tetero criollo.

Dedico mis versos a los senos: ¡No son montañas adornadas, ni artificios modelados, no son exposiciones visuales ni falsos tamaños diseñados, sólo son sus senos por la mano divina dibujados y de su naturaleza, en perfección ornamentados!… ¡Tetas que alimentan vidas, senos en pasión desbordados, besos que desbocan su acción, botón del tacto entregado, centímetros pequeños de su espacio, gigantes en su significado!, son esos senos perfectos que en el tiempo, caen en señal de su hermosura de que han dado vida y de que han amado…



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Larry Márquez Peralta


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