Simón Bolívar, muy dignamente, hace trizas las pretensiones del Agente Norteamericano (IV)

En el carteo entre el agente norteamericano Irvine y el Libertador Simón Bolívar, en relación a la incautación por los patriotas de las goletas de bandera norteamericanas Tigre y Libertad, el agente norteamericano saca a relucir algunas frases con la intención de intimidar al Libertador, hasta que éste cansado de la pedantería del sujeto pasa a explicarle en parte de su carta fechada el 27 de julio de 1818 y en contestación de otro mensaje enviado por Mr. Irvine. …"le informo que los mismos recibirían las indemnizaciones del caso, siempre que fuera aceptada la justicia con la cual actuaron las armas de Venezuela, pero le advierto que los capitanes de los barcos norteamericanos, olvidando que se debe a la fraternidad, a la amistad y a los principios liberales que seguimos, han intentado y ejecutado burlar el bloqueo para dar armas a unos verdugos y para alimentar a unos tigres que por tres siglos han derramado la mayor parte de la sangre americana" El 29 de septiembre, después de un largo debate epistolar, el Libertador desplegó sus extraordinarias dotes de estadista, manejando con habilidad y experticia los ámbitos político, jurídico, económico y los de la diplomacia, redactó una nueva nota en la que reitera las evidencias expuestas a Mr. Irvine en la carta del 27 de julio y vuelve, por enésima vez, a exponerle las razones de Venezuela, pero ahora dice tajante que dadas las circunstancias se ve obligado "a resolver de una vez la cuestión" Esta situación conlleva una carta de Irvine de 1° de octubre en la que éste da por finalizado el debate por el tema de las goletas, juzgando que Venezuela actuó ilegalmente. Bolívar contesta el día 7 sin dejar pasar la oportunidad de decirle que se va a desentender del penúltimo párrafo de su carta por considerarla "en extremo chocante e injurioso al gobierno de Venezuela" y que para contestarlo sería preciso usar el mismo lenguaje de Irvine "contrario a la modestia y el decoro con que por mi parte he conducido la cuestión".

Le dice que no va a forzarlo a reciprocar los insultos, pero que aunque no lo hará, no va a permitir, "ultraje ni desprecie al Gobierno y a los derechos de Venezuela" y finaliza con unas frases de forma contundente: "Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra todo el mundo entero, si todo el mundo la ofende" No obstante todo esto, Bolívar se despide con los usos protocolares de su elevada investidura, el respeto, la decencia y la alta responsabilidad que tiene al regir los destinos de Venezuela y su representación en el escenario internacional. A pesar que Venezuela no había consolidado su independencia y el gobierno aún no tenía autoridad sobre todo el territorio de la república, Bolívar actuó como un avezado Jefe de Estado en términos del manejo de la diplomacia, con honor, dignidad y firmeza, entendiendo la valía de establecer sólidas relaciones de amistad con Estados Unidos, sin dejar de salvaguardar los intereses soberanos de la naciente República, sembrando con ello parámetros insoslayables de comportamiento republicano, independiente y soberano en los manejos de la política exterior de la Nación. Todavía, vuelve a escribir a Irvine el 12 de octubre de 1818 como respuesta a una nota de éste del 8 del mismo mes, en donde el agente diplomático manifiesta su extrañeza por la respuesta del Libertador el 7 de octubre pasado. Bolívar le dice que así habría sido, si él se hubiera limitado a dar por cerrado el asunto, pero que al tenor de la misma le obligaba a responder para no dar por ciertos ninguno de los argumentos expuestos en la carta y que no son sino la reiteración de los anteriores, refutados uno a uno y en su momento. De esa manera, el Jefe Supremo cerraba toda posibilidad a dejar asuntos abiertos con la posibilidad de ser usados contra la República.

Ahora si Bolívar da por finalizada su comunicación con Irvine, no recibe ni envía ninguna nueva correspondencia al representante del gobierno de Estados Unidos. Aquello que el gringo había comenzado con grandes augurios y esperanzas de conseguir una victoria, 4 meses antes, había finalizado en un tremendo fiasco para él, seguro que por la desatención de Irvine a la propuesta amistosa y apegada a derecho de Bolívar y el posterior escalamiento del discurso agresivo, incluso amenazante del estadounidense. Irvine informó del fracaso de su misión al Secretario de Estado John Adams, en los que destilaba un profundo rencor, tildando a Bolívar de dictador y tirano; así como iluso y quijotesco. Juan Bautista Irvine no regresa de inmediato a su país y participa como invitado especial en la instalación del Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819.



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José M. Ameliach N.


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