Conflicto de poder aún no superado por los inentendidos de la política que ha de prevalecer en una verdadera revolución popular, mitiga la acción comunal. No del todo fácil hacer entender al viejo poder lo que implica la transformación de un sistema a otro sin que descomunales criterios indiquen impropiedades.
No congenia: el capitalismo con el socialismo, de plano, se repelen naturalezas totalmente opuestas, aunque el capitalismo de por sí es artificial y extinto de naturaleza, dentro mantiene dañinas influencias asociales en su estilo de vida, que rehúye al propugnar de los derechos, induce a la rivalidad competitiva del valor de uso, le reconvierte en mercancía desde donde el "Dios Mercado" rige el comportamiento de la relación para que subsista la división de clase; rompe con el principio básico de la "comunión", no desde el término del dogma sino como lazo humano y no sea antónimo de la unión, ley connatural del pensante.
El comportamiento de la masa a veces desdice de su voluntad, métodos del mensaje han sublimizado intrínsecos en la sutil maniobrar del control mental, siempre ha influenciado desde remotos, y contumaz, una vez que aparecen los jeroglíficos y de sí la escritura, hoy tecnificada al margen del cognitivo popular.
La palabra desde cualquier punto de vista histórico, es un arma; queda sujeta al uso que la misma humanidad le quiera indicar, pero la humanidad desvirtúa cuando agrede la originalidad de su mismo sentido para subyugar al semejante en aras de proveerse del inusitado poder, quiebra la armonía de relación que propensa a lo desigual y a la toda usurpación de los derechos del otro igual, descompensa el balance social dando pie al Estado Revolucionario Comunal que se revela en la palabra y exige la restauración de los derechos confiscados.
El Siglo XXI está citado por la historia para resarcir la palabra, a ponerle en boca del pueblo en lucha, y se ha iniciado desde el mismo momento en que se nace la Revolución Bolivariana como el símbolo unitario de los pueblos del mundo.-
