Oscuras navidades: ¡Hambre y miseria a la cubana!

"En un país donde el único empleador es el Estado, esto significa la muerte lenta por hambre". León Trotsky.

Lo que estamos viendo hoy en Venezuela en este año 2017 que finaliza es resignación sumisión y miseria. La desnutrición de los niños venezolanos es genocida ya catalogada como una crisis. El pueblo trabajador ante la hiperinflación vive una estrategia de sobrevivencia en lo económico, social y biológico debido a la desnutrición, perdida de peso, algo ya de por si muy preocupante ante el bajo consumo de alimentos.

La grave crisis venezolana se ha hecho notoria e indesmentible a escala internacional ante el holocausto causado por la desesperación, y el hambre donde las alarmas se han encendido por el alto riesgo que está generando la falta de alimentos y medicamentos en la población.

Este ¡rico país! petrolero sufre un proceso de descomposición política, en lo económico y social producto de un izquierdismo trasnochado y fracasado del siglo XX, que aun sobrevive en Cuba. El bajón de los precios del crudo venezolano acabó con el rentismo petrolero. Venezuela ha caído en el estancamiento, el intervencionismo, y la rigidez económica.

El deterioro de las condiciones de vida de los venezolanos es alarmante junto al deterioro institucional de la democracia, donde la pobreza alcanza a un 70% de los venezolanos. Los síntomas de la descomposición institucional venezolana son descomunales.

Aunque el gobierno distribuye productos alimenticios entre la población, a precios subsidiados, con altas subvenciones a los productos, con una red de distribución y comercialización de establecimientos para tal propósito, un verdadero monstruo burocrático de la alimentación.

Ahora con los claps se controla la producción y distribución de alimentos para garantizar alimentación con control social de los venezolanos, todo esto genera una mayor vigilancia al estómago de la población. Donde un mayor control sobre los alimentos se le ha vuelto crucial a la nomenklatura estalinista y fascista, para nutrir el culto a la personalidad del fallecido presidente Chávez, y como estrategia para someter al lumpen, y a lo que denominan como guerra económica.

Es evidente ante la comunidad internacional el aumentó de los controles sobre las divisas para garantizar la importación de alimentos y medicinas por parte de la corrupción militar. Y donde miles de venezolanos, resisten heroicamente el no "morir de hambre".

El socialismo del siglo XXI con la asesoría de chinos, cubanos y sirios lo han convertido en una obediencia macabra a través del hambre. Donde predomina el dominio estalinista a través del estómago en Venezuela, si no te registras en el carnet de la patria no comes, y mueres de hambre.

Hoy el gobierno bolivariano mantiene un rígido control de las actividades productivas que las consideran como de un valor estratégico para el desarrollo del país, con el objetivo, entre otras cosas, de mantener un férreo control de la mal llamada e inexistente seguridad alimentaria. Y así tener el dominio de la menguada capacidad de producción, y distribución de un conjunto de alimentos básicos que aportan unos elevados requerimientos nutricionales del pueblo.

El intervencionismo cívico militar de la economía venezolana, no ha resuelto el problema de la escasez de alimentos. La ley de precios justos aplicada por la Sundde, no ha mejorado la situación sino que la empeorado. Es obvio lo que está a la vista no necesita anteojos.

Está demostrado que el intervencionismo gubernamental de la economía no ha generado mejoras sino que ha causado profundas distorsiones corruptas, porque en las economías sociales el precio lo fija el mercado no un precio justo, y menos aún uno dirigido desde una sala situacional burocrática. Donde los funcionarios tienen amplias facultades para decomisar bienes y ordenar el cierre o la ocupación de establecimientos.

Estas prácticas no estabilizan los precios sino, por el contrario, provocan un desastre en el sistema económico, y en el sistema de precios mediante el cual los productores toman decisiones, sobre la oferta y la demanda según los expertos en la materia. Es esto, y no un complot imperial, lo que genera y aumenta la escasez, la especulación e inflación.

Los militares controlan e inducen ilegalmente la comercialización de los alimentos, para que se vendan a precios exorbitantes producto de la corrupción. Donde mafias de militares controlan el flujo de alimentos y medicinas, cobrando vacunas, aprovechando el control que tienen sobre la distribución y las fronteras. Patria y vacuna es el slogan de estos mafiosos ‘in-socialistas’. Pues la burocracia estalinista ha reemplazado al mercado, ya que no generan prosperidad para el pueblo sino su abyecta sumisión al poder.

A niveles alarmantes ha llegado la inflación en Venezuela, donde al dantesco espectáculo de la búsqueda de comida en la basura se le ha sumado la prostitución de las ‘neo jineteras venezolanas, made in Cuba’ a cambio de alimentos, según informaciones de los medios de comunicación internacionales. Esto deja muy mal parada la dignidad del pueblo venezolano que promueve este ‘sucialismo’. Es tal el nivel de desorden y desesperación entre la población, donde no escapan los establecimientos donde no se produzcan colas. La miseria a la que han llevado a los ciudadanos no se puede ocultar en las fotos que circulan en las redes sociales a nivel mundial. La productividad ha caído enormemente, lo que aumenta la penuria de la población, ante la triste realidad miserable que vive el pueblo venezolano en la actualidad.

Todo el proceso de expropiaciones del aparato productivo nacional fue con el perverso propósito estalinista de cambiar la lógica del mercado por la lógica burocrática del Estado controlador.

Lo que ocurre en Venezuela es inédito, un rico país petrolero, reflejo de un proceso de decadencia económica y social, que le entrego el manejo de su economía a una decadente dictadura totalitaria de una isla caribeña.



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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