Castigo y recompensa

Nunca he sido partidario del método de educar por medio del castigo y la recompensa, a mi parecer es siempre mejor el tratar de despertar conciencia y sentido crítico en las personas, al menos así traté de educar a mi hijo. Después de todo, es difícil discernir entre lo correcto o incorrecto, entre el bien y mal, sin desarrollar ese sentido crítico tan necesario para llegar al fondo de las cosas.

Pero en un mundo donde la superficialidad es la norma, un mundo donde la mala cultura hegemónica del capitalismo, con su ideología neoliberal del egoísmo individualista, donde una minoría autoritaria, machista y perversa, es dueña de la gran mayoría de los medios de creación cultural, incluyendo las universidades y se asegura de bombardearnos a cada instante con su maquiavélica propaganda, la necesaria creación del "hombre y la mujer nuevos", ese ser revolucionario con ética y alto sentido de la moral (en el buen sentido de la palabra) va a tomar tiempo y trabajo, y un esfuerzo enorme además de un cambio completo de paradigmas, o sea una revolución cultural total.

Mientras tanto, me duele decirlo, tal como lo comente en mi escrito anterior https://www.aporrea.org/actualidad/a254987.html. Va a ser necesario dejarse de sutilezas y empezar a castigar ejemplarmente a los corruptos, a los traidores, pero también hay que dejar de premiar la ineficiencia, y comenzar a reconocer y recompensar a aquellos que cumplan sus labores con entrega, efectividad y honradez.

Recuerdo a un gran amigo y maestro que nos comentaba siempre, lo mucho que le reventaba que siempre le dijeran el por qué no se habían hecho las cosas o logrado los objetivos, y en una situación de guerra como la actual, cada error, cada omisión, pesan en demasía, porque lo que está en juego es la paz y el futuro de la patria, de todos nosotros y de nuestros hijos.

El jueguito de las sillas, donde algún compañero o compañera demuestra su incapacidad para llevar a cabo sus deberes no una sino varias veces, y simplemente es premiado con otro cargo así sea de menor importancia, debe acabar de una vez por todas.

Entendemos las lealtades familiares o partidistas, los pactos electorales y el amiguismo, pero en las actuales circunstancias estos bagajes del mundo que se va, no son convenientes. Quien no sirva debe apartarse y darle paso a nuevos rostros y a nuevas fuerzas que posean las cualidades y conocimientos para la tarea. Y la tarea no es otra que la construcción del nuevo mundo necesario.

Mientras lo vamos inventando, entre aciertos y errores, debemos ir aprendiendo de nuestras acciones, potenciando los aciertos y disminuyendo los errores, empoderando a los nuevos valores revolucionarios que abundan en el pueblo venezolano, continuando con la transferencia real del poder al pueblo .Revolucionando la revolución a cada instante, recordemos que revolución que se estanca muere!

Es necesario mantener la unidad, pero sin sacrificar los verdaderos valores revolucionarios. Los corruptos deben ser castigados, los ineficientes removidos , entrenados y educados para mejorar como revolucionarios, y aquellos activistas, funcionarios y trabajadores entregados a sus tareas que trabajen arduamente y con conciencia revolucionaria deben ser recompensados material y espiritualmente.

La revolución solo puede hacerse con el pueblo y junto al pueblo, pero al pueblo hay que educarlo integralmente, sobre todo ante los ataques de la mala cultura, que son capaces de confundir y corromper al más pintao, y la mejor manera de enseñar es con el ejemplo, esto nuestro comandante Chávez lo tenía sumamente claro.

¡Sigamos siempre su ejemplo!



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Gustavo Corma


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