Se espera sea antes del 2024

Con la construcción de un canal de navegación, listo para cuando se celebre el Bicentenario de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, que permita penetrar buques desde el mar al Lago de Maracaibo, y evitar fluya permanentemente el agua salada del mar al lago que contamina el agua dulce que a él llega a través de varios y caudalosos ríos que desembocan en el lago, con lo cual se aprovecharía ese enorme reservorio de agua para el consumo humano. Actualmente los buques que calen desde 9 a 10 pies deben procurar su entrada en la pleamar para evitar aún el menor toque, que sería muy expuesto si se perdiese el timón, pues en cuyo caso, por la estrechez del canal, es inevitable un naufragio. En los meses de brisas, desde diciembre hasta Junio, es conveniente partir de los puntos de recalada al Golfo, es decir de la Punta de la Macolla o Punta de Espada, al anochecer, para amanecer cerca de ella, sin exponerse a quedar fuera en la noche siguiente, en cuyas inmediaciones por la mucha mar y fuertes brisas no deja de ser expuesta una capa especialmente en buque de aparejo cuadro. No sucede lo mismo en los meses restantes, en que a cualquiera hora se puede recalcar en la Barra y aun darse fondo sobre las 5 brazas, hasta que amanezca. El color del mar, que en casi todo el Golfo de Venezuela es verde, a inmediaciones de las costas meridionales va tomando un color barroso, que de noche blanquea tanto que parece verse el fondo; esta ilusión, y la mar que es muy picado cuando sopla la brisa, por efecto del choque de la corriente y poco fondo, suele alarmar a algunos y obligarlos a capear demasiado distantes de la Barra, exponiéndose a recalar muy tarde al día siguiente y perder la entrada en la pleamar.

José Pocaterra, Capitán de Navío, 1872, realizó un estudio sobre la barra, junto al general José Ramón Yépez y la colaboración de los ciudadanos civiles Guillermo Smith y Jaime Sans, este estudio concluye. "El peligro que presenta el paso de la barra a las embarcaciones que por él salen, no está en su falta de agua ni en las multiplicidad de rompientes, en razón de su larga extensión; lejos de esto, la barra tiene la suficiente profundidad para el calado de los barcos que del extranjero llegan con abundante mercadería y ocupan un espacio tan pequeño que navegando de recalada se pasa en un momento. ¿Se quiere saber la sonda que por término medio tiene en la pleamar la Barra de Maracaibo? Pues no baja de doce y medio pies ingleses: agua más que suficiente para los buques que nos visitan, teniendo que atravesar los 80 metros donde se encuentra toda la atención del práctico. Pero si cuanto decimos es la verdad, no lo es menos que el peligro existe hoy más que nunca. ¿Cual es la razón de éste? Precisamente el rumbo a que demora el canalizo y evidentemente el de su situación. Entiéndasenos bien que en 1848, cuando la escuadra del gobierno forzó el paso de la barra con tan buen éxito, ella estaba tendida al N., pero hoy está al N.O., muy arrimada a la Isla del Castillo, por consiguiente, como los vientos reinantes en nuestra zona son del primer cuadrante, lo que se llama comúnmente vientos de la brisa, un buque al salir podía sin gran esfuerzo por más que no fuera bolinero mantener su proa a lo largo del canalizo, recibiendo el viento del N. E. del rumbo medio del primer cuadrante sin tener que bordear. ¿Qué pasa hoy? Hoy resulta que habiéndose movido los bajos por la acción permanente del viento, de las mareas y de las corrientes variables del Mar de las Antillas, la barra se ha movido también hasta quedar tendida al N. E., precisamente en el primer cuadrante de donde soplan los vientos de nuestra zona; o sea la brisa como antes lo hemos dicho"

"Comprendido esto, nadie extrañará porque se demoran tanto los buques de Bajo Seco esperando un día propicio para salir, ni el peligro a que están expuestos saliendo. El práctico vive, si se nos permite la expresión a nuestro modo, con la cara al viento, aguardando con ansia que este se ronde al este, porque la barra está al N. E. y no puede orientar sus velas manteniendo la proa al largo del canalizo. Se leva al fin de Bajo Seco: si el buque es goleta que navega en cuatro o cinco cuartas y obedece con la prontitud del movimiento al timón, todo va bien y pronto queda fuera de barra, pero si la embarcación es de cruz, y necesariamente tiene que emplear algunos minutos para vivir y arreglar su aparejo en la virada que tenga que hacer sobre la barra, es claro que todo va mal, porque en los doscientos metros que de ancho esta tiene entre bajío, cuando el buque arranca o entra en camino; su popa estará tocando en las reventazones."



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José M. Ameliach N.


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