La Escala de Ritcher

La neocolonización en Latinoamérica

Es fácil determinar que en nuestros países latinoamericanos aún existe el colonialismo, pero no de la forma histórica que lo conocemos, es decir a través de la invasión realizada por una potencia extranjera, usando la fuerza y los medios guerreristas, tal como lo hiciera España en nuestro continente desde finales del siglo XV hasta la primera mitad del siglo XIX. La colonización actual, llamada por muchos autores neocolonización, va más allá de la imposición de la fuerza para ejercer el dominio sobre un territorio y declararlo colonia. En este nuevo tiempo la colonización es cultural.

Por ejemplo, a manera de argumentación -para demostrar que hoy por hoy somos colonizados- pudiéramos decir que si los venezolanos y las venezolanas, y por extensión todos los pueblos latinoamericanos, nos avergonzamos de ciertos alimentos autóctonos como el ñame, la yuca, el suero, las arepas de maíz pilado y pare usted de contar, entonces de verdad somos una neocolonia.

El hecho de que usted como venezolano y latinoamericano prefiera comerse de vez en cuando una buena hamburguesa, una pizza, un shawarma u otra delicia de la gastronomía extranjera, no es un problema relevante, pero sí lo es el hecho de que esta costumbre esté demasiada difundida, propagada, arraigada y además se denigre de los elementos de su tierra y su cultura. Deseable sería que estos fuesen casos aislados, pero lamentablemente no lo son.

Y si nos referimos a problemas actuales como la guerra económica y otros peligros latentes en los ataques masivos a la conciencia de los pueblos, preocupa el hecho de que haya gente que todavía cree que este tipo de guerras sólo las puede ganar el Gobierno. Gente convencida de que nuestra tarea consiste en animar a los dirigentes, gobernantes y a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana para que derrote por nosotros a estas aberraciones tan poderosas pero incomprensibles como, por decir algo, la adicción al bagazo inorgánico producido por la Polar llamado harina precocida de "maíz", los refrescos y a las "delicias" de MacDonald's.

Esperar que otros ganen las guerras en las que nosotros somos los atacados es seguir creyendo en soluciones mágicas a cargo de la clase dirigencial. Nos atrevemos a decir que ni siquiera el poderío de las leyes e instituciones es útil para cambiar a las sociedades y mucho menos cuando esas normativas jurídicas se convierten en letra muerta. Tristemente, aún existen conciudadanos, algunos incluso que dicen que apoyan a nuestra Revolución, que creen que lo que transforma países son las leyes.

A estos compatriotas les costará muchas vivencias personales y fracasos para comprender que la cosa funciona exactamente al revés, y que la "Democracia Participativa y Protagónica" no es el eslogan que nos pintamos atrás de las camisetas, sino una exhortación a la acción directa: ¿Quieres que las empresas transnacionales no tengan tanta influencia en Venezuela y en Latinoamérica? Sencillamente lucha por ello, los gobernantes necesitan de tu ayuda para descolonizar al país.



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Ritcher Antúnez


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