Cómo los gringos dirigen la etapa post Chávez

Hace tiempo, en los días infantiles de la Revolución, los gringos nos sembraron políticos débiles en nuestras propias narices. Después de tener una excelente base en los corazones y ambiciones que rodeaban a Chávez, pasaron a la etapa conclusiva de su operación. Veamos.

El núcleo de los flojitos le garantizaban una capacidad de influir en los acontecimientos, ellos sólo tendrían que tocar ciertas teclas y la melodía restauradora se oiría en toda la nación.

Si observamos los miembros y los allegados al famoso Grupo Boston, construido por los gringos para penetrar a la Revolución, un instrumento de concertación con los gringos, nos daremos cuenta que ocupan relevantes puestos en el ejecutivo, el legislativo, el poder electoral, en el poder judicial, en la Fiscalía. Es decir, tienen control del Estado. No sabemos de la influencia de este grupo en los militares, pero se puede barruntar que tienen allegados allí. Se puede concluir que estamos en presencia de una secta que, con maña, capturó el poder. Es secreta, sólo hablamos de la pequeña punta de una gran montaña, quizá sólo estamos en presencia del núcleo, las raíces serán, sin duda, profundas.

No mencionamos nombres para evitar que unos plumíferos desvíen la atención hacia lo personal eludiendo lo importante y grave del planteamiento. Los nombres están en internet, los cargos todos los conocemos.

Los miembros del Grupo Boston, lo decimos con claridad, no pensamos estén implicados en el magnicidio. Los prepararon, eso sí, para conducir a la Revolución hacia la derecha, para sabotear las acciones revolucionarias, para apartar a los incómodos. Su papel principal comienza luego del asesinato. Ninguna potencia planifica un asesinato sin planificar, sin tener un mínimo de control de las consecuencias, un núcleo que dirija las acciones.

Puede ser que el grupo no se perciba a sí mismo como lo perciben los gringos, no tienen autoconciencia, no se reconocen, son ingenuos, piensan que son lo que los gringos le dicen que son, un grupo de enlace, de amistad. Son ingenuos y son conducidos. Un poco de lisonja, un buen vino, un banquete hacen maravillas en los flojitos.

Poco a poco el grupo va escalando posiciones y se va creando a su alrededor una red de poder que baja hasta el portero de una prefectura, toca a todos los poderes; poco a poco y sin notarlo se construye una jerarquía, unos jefes, unos capos. Pelear con un capo significa el ostracismo.

Los gringos evalúan que la Revolución está en una etapa crucial, adentro se fortifica el grupo débil, pero también se fortifican los Revolucionarios, lo mismo que en el exterior al gobierno va consolidándose una peligrosa conciencia del deber social. Los gringos perciben que la Revolución va a una etapa de consolidación, se acercaba al punto de no retorno. Había llegado el momento de pasar a otra etapa. Y ocurre el magnicidio.

El resto lo sabemos. El grupo, la secta, ha actuado de acuerdo a lo previsto. El Chavismo se ha desdibujado, debilitado, el gobierno boquea, agoniza, las compañías gringas avanzan, y el futuro es promisorio para ellos: pase lo que pase, el capitalismo no corre peligro; pase lo que pase, el Socialismo difícil levanta cabeza.

Hasta ahora todo le ha salido bien a la canalla, pero no olvidemos que en el trópico se encuentran los asombros más grandes para científicos y políticos. Quién preveía que Chávez surgiría y proclamaría el Socialismo, que Fidel fundaría la sociedad más avanzada de la Humanidad. Es que en el trópico hasta "la rana echa pelos" y la Esperanza nunca muere.



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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