Los comerciantes no suben los precios

Los costes del Verdadero Inversor o Trabajador

En la sociedad capitalista, la fuerza de trabajo del asalariado es tratada como una mercancía. Su precio lo ofrece el mercado y en la producción de esta mercancía interviene la cesta básica que es consumida para garantizar la vida del dueño, del trabajador y su familia, ya con fines largoplacistas para que el sistema cuente constantemente con una renovación ilimitada de mano de obra generación tras generación.

Ese consumo de la cesta básica representaría el costo de la renovación de la energía consumida por el trabajador durante su trabajo al servicio de una empresa.

Así, estamos en presencia del precio de la fuerza de trabajo = salario = precio de la cesta básica que coincidirá aproximadamente con el costo de producción de esa fuerza de trabajo y que representa la inversión real del trabajador, único inversor o inversionista de todas las sociedades burguesas ya que sólo se invierte en mano de obra y como esta pertenece al trabajador, este es el verdadero inversor y costeador de su fuerza de trabajo.

Los fisiócratas estuvieron muy cerca de esta verdad, pero los clásicos con Adam Smith a la cabeza introdujeron el trabajador artesanal con el propósito de negar el carácter libre de los recursos ofrecidos por la Naturaleza agrícola y la del campesino, éste, como único creador de riqueza a partir de la tierra y sus libres y silvestres recursos.

Desde que estos recursos fueron apropiados por un grupete de terratenientes, el agricultor y el artesano pasaron a ser explotados como animales.

Si el salario no cubre esa cesta básica, el asalariado empieza a sacrificar parte de su masa corporal, el de parte de su familia y/o a comerse los posibles reservas patrimoniales que posea, tal como viene ocurriendo actualmente en una economía asediada por los comerciantes, por todos ellos, bajo artilugios irregulares como el supuesto irrespeto de la paridad cambiaria, el incremento vicioso y diario de los precios, y con un gobierno que hasta ahora no ha podido frenar ese descarado robo que venimos sufriendo desde hace varios años.

Como alternativa, el gobierno le devolvió su responsabilidad en esa materia y la del Banco Central de la república al pueblo como Poder originario.

Actualmente, el pueblo ve con preocupación una suerte de banalización de las actividades y decisiones de la ANC que no termina de emitir el primer decreto para enjuiciar culpables hasta ahora impunes, ni ninguna medida tendente, por lo menos, a que los precios dejen de subir.

Quede claro que los comerciantes no están fijando ni subiendo los precios por voluntad propia: estos comerciantes han caído en el chantaje que les vienen aplicando unos intermediarios inescrupulosos que le entregan mercancías en consignación para que sean vendidas al precio que él diariamente les ordena fijar.

Estos extorsionistas de comerciantes los amenazan hasta con la muerte si alguno de ellos se atreve a rebajar los precios. Estos comerciantes no son tales, son simples custodios de esas mercancías.

Obsérvese que las mercancías perecederas o de pronto vencimiento no son rebajadas de precio, así estén al borde de su putrefacción, como tampoco estos custodios disponen de capital que cubra esos elevados costos de los inventarios a unos precios que ellos no podían pagar de contado.

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Manuel C. Martínez


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