Viéndolo y leyéndolo hoy, pero sin haber perdido la pista de ayer, concluyo, después de fijarme en el contenido de la carta que Nicmer Evans le envía a Marea y de su artículo sobre Juan Carlos Monedero, que Nicmer Evans, se siente en el centro del mundo. Siendo como el eje imaginario; el mundo gira en torno a él.
Es una especie de Dios tropicalizado, que maneja con versatilidad la máquina de producir verdad. Sólo él la maneja y controla. Por ese poder que Dios le concedió a través de esa maquinita, sabe qué es verdad, qué es mentira, qué puede lamentar, y qué debe olvidar porque es mentira.
Hace apenas unos pocos días, muchos después de verse como el asistente o asesor político de la Sra. Luisa Ortega Díaz, le dictaminó a la izquierda, que la situación venezolana, "no se resume en un conflicto de clases, en especial porque aquí no existe una burguesía que enfrentar" ¡Santa palabra!
Una cosa verdaderamente extraordinaria, creativa e ingeniosa. Si Nicmer Evans dice, siendo el centro del mundo que en Venezuela no existe lucha de clases, eso no hay que discutirlo. Es exactamente como él lo dice, porque sencillamente él lo dice.
Lo que vemos, son cúpulas que están jugando como metras. Todo estas cosas que hemos podido observar en el devenir de la historia de Venezuela y especialmente en estos momentos, es una especie de arrechera viral que le dado a unos, que no son burguesía pero tienen sus intereses y luchan por tener poder y mantenerlo y otros, que poca a poca van llegando a esa conclusión de darle una patada a ese argumento de la luchas de clases y nos las ponen bajo otra versión.
En esta carta que recientemente envió a la izquierda; Nicmer Evans nos está diciendo, que la historia de la humanidad no existe y que en el mejor de los casos, es simplemente una arrechera que toletes mantiene para matar el aburrimiento en la tierra.
Pero sintiéndose el centro del mundo y consciente que este mundo gira alrededor de él, Nicmer Evans no deja de ser como Dios y tiene también su vainita. Nicmer Evans, que es simplemente la verdad, tiene un maestro, que no le sirve de mucho según nos relató en su último o penúltimo artículo, pero que es una vaina ya grandiosa.
Su maestro es Juan Carlos Monedero, pero es un maestro que tiene la obligación se ser su alumno, porque hoy Monedero no encaja con el centro del mundo. Nicmer se lamenta hoy de ese maestro que reconoce.
A la izquierda, que unos días antes le había escrito una carta para despertarla de esa falsa idea sobre la lucha de clases, Nicmer le echa mano para razonar su lamento con el maestro Monedero. Dice Nicmer:
"Hoy en Venezuela existe otra oposición, que no es la MUD, es aquella que denuncia desde la izquierda que este gobierno es un neototalitarismo con políticas de derecha". ¿Cómo así? ¿Derecha e izquierda? ¿Sobre qué criterios se es de derecha y de izquierda?
En este mismo lamento; Nicmer Evans está seguro de una cosa y de otra no. Dios es Dios. Le explica a su maestro lo siguiente: " …. La MUD hizo una consulta popular mal hecha y con unas preguntas nefastas, pero que movió mucha gente que la elección del 30J para la ANC. El Dios Nicmer, se queja y lamenta que su maestro "solo consume las cifras oficiales del totalitarismo". El Dios Nicmer hace lo mismo, pero es Dios. En la consulta de la MUD se movió mucha gente y en la otra no pasó nada.
No se crean que Nicmer cojea de un lado. Nicmer es el centro y en estos dilemas aplica simplemente una de "tín marín de dos pingüé*, cúcara, mácara, títere fue".
Parece un debate interesante discutir hoy el concepto de dictadura. No sería correcto asociarla únicamente con elección. Hay dictaduras que no necesitan hoy de unos carabineros y puede que en una determinada realidad coexistan dos dictaduras que se complementan Puedo intuir, no por un simple capricho mío; que los medios son parte o piezas de una de esas dictaduras que coexisten en una determinada realidad. Me consta, que Nicmer Evans, dentro de esta dictadura hasta ahora ha dicho lo que ha querido decir.
Nicmer Evans, supongo yo, que debe estarse lamentando hoy de haber sido asesor de Luisa Ortega. Ese lamento llega hasta ese retrato que puso a circular donde se le veía muy pegadito de Luisa Ortega. Ese retrato debe estarle amargándole la vida, no porque se arrepienta, sino porque es Dios.