Vida Cristiana

El día que Maduro, mi presidente atizo la paz

Cuando, uno desea descubrir lo que sucede, recurre a la religión, Un asunto tenebroso y del pasado. Por lo tanto, el idealismo de la cristiandad esta corrompida por el hombre. Y el papa Francisco, sabe cómo argentino, lo que significa la tentación de la riqueza y su único deseo, es hacer constancia y ser ostentoso del poder que le rodea para abrazarlo, él sabe del mensaje claro, dado por Diosdado Cabello, Nicolás Maduro Moros y todo aquel que alza su visión sobre el rio Orinoco y el Arco Minero. Ya no somos pueblo, el tiempo de la globalización nos llevó a ser ciudadanos del mundo.

Lo más lógico, es que entendamos que somos grupos tribales desde Centroamérica hasta Argentina, sus pampas nos acostumbran a ver a los núcleos familiares ensoñarse alrededor de las fogatas, ovejos y la alegría de los niños. Una sabiduría reflexiva dada por los Aztecas, Mayas e Incas.

Quizás, el lenguaje suramericano, no nos permite entendernos. He vivido, mi propio drama espiritual y busco huir de ello, aceptando la sabiduría de mi Dios. En consecuencia, jamás he necesitado dinero para existir, el, es una forma de capitalismo presente en nuestras vidas. El conocimiento terrenal y espiritual, no es para todos, menos para los papas, porque son unos engañadores del pueblo.

Estos pedófilos, nunca entraran al Reino de Dios, porque, en ellos existen otro nivel de conciencia que no es la espiritualidad. Es necesario tener una convicción del arrepentimiento.

Ahora en Venezuela, estamos en un verdadero declive espiritual. Por lo menos, debo levantar mis banderas y valores para enfrentarme al catolicismo y a los demonios que bordean mi contextualización áurica y no debo permitir ningún debilitamiento que provenga de las causales políticas que buscan regir nuestra patria. Jugamos a una historia peligrosa, donde el bienestar psíquico de cada venezolano se encuentra en peligro y, estoy convencido que el papa y su jerarquía eclesiástica busca manipular cada conciencia para revelarnos que el mesianismo heredado por los colonizadores españoles es un aporte positivo para nuestra creencias religiosas, un tema abordado por los comunistas depredadores para hacernos entender que la esperanza y fe, se articulan juntos para demostrarnos la existencia de un Dios religioso, pero no viviente en nuestras almas.

El perdón del Vaticano, hacia nuestro presidente Nicolás Maduro Moros es ambiguo, más no definitorio. La cruz del Gólgota colgando a un Cristo vivo clama justicia por lo que sucede en mi territorio amado, este espacio físico no puede seguir soportando las botas marciales de enemigos espirituales y ciudadanos enfermos de una realidad ciclópea. Duendes, transitorios que vagan con sus almas sembrando el pánico y llamados por rituales que reflejan una apostasía atroz.

El papa Francisco, apenas tiene vergüenza y su paz, como la otra paz trae aflicción a las almas. El hermetismo de la Iglesia, debe ser quebrantado y oremos a Jesús, El Salvador y al Espíritu Santo que revele su programa espiritual sobre esta tierra de gracia por sus riquezas y que unos bandoleros, desean apropiarse de ellas. El juicio de lo eterno, sobrevendrá sobre ellos al violentar normas constitucionales y espirituales.

El poder, siempre será temporal y los culpables serán juzgados, acorde con su concupiscencia. Por más que los teólogos busquen revalorizar el camino de la Iglesia Católica, el pecado siempre será el mismo, todos se encuentran muertos ante la presencia de mi Dios. Las almas del presidente y de su ministro principal están fuera del muro, en el destierro de la muerte y, solo confesando su pecado delante de Jehová y el pueblo que los eligió, pueden ser perdonados y entrar al Reino Eterno, hacia lo infinito.

El papa, poco se puede justificar ante tal realidad. Ha creado un desierto espiritual y lo ha llamado paz. La sociedad humana, venerables hermanos y queridos hijos, tiene que ser considerada, ante todo, como una realidad de orden principalmente espiritual: que impulse a los hombres, iluminados por la verdad, a comunicarse entre sí los más diversos conocimientos; a defender sus derechos y cumplir sus deberes; a desear los bienes del espíritu; a disfrutar en común del justo placer de la belleza en todas sus manifestaciones; a sentirse inclinados continuamente a compartir con los demás lo mejor de sí mismos; a asimilar con afán, en provecho propio, los bienes espirituales del prójimo. Todos estos valores informan y, al mismo tiempo, dirigen las manifestaciones de la cultura, de la economía, de la convivencia social, del progreso y del orden político, del ordenamiento jurídico y, finalmente, de cuantos elementos constituyen la expresión externa de la comunidad humana en su incesante desarrollo.

El orden vigente en la sociedad es todo él de naturaleza espiritual. Porque se funda en la verdad, debe practicarse según los preceptos de la justicia, exige ser vivificado y completado por el amor mutuo, y, por último, respetando íntegramente la libertad, ha de ajustarse a una igualdad cada día más humana.

La convivencia tiene que fundarse en el orden moral establecido por Dios

Sin embargo, este orden espiritual, cuyos principios son universales, absolutos e inmutables, tiene su origen único en un Dios verdadero, personal y que trasciende a la naturaleza humana. Dios, en efecto, por ser la primera verdad y el sumo bien, es la fuente más profunda de la cual puede extraer su vida verdadera una convivencia humana rectamente constituida, provechosa y adecuada a la dignidad del hombre.

Observamos, por último, que, en la actualidad, la convivencia humana ha sufrido una total transformación en lo social y en lo político. Todos los pueblos, en efecto, han adquirido ya su libertad o están a punto de adquirirla. Por ello, en breve plazo no habrá pueblos dominadores ni pueblos dominados.

Los hombres de todos los países o son ya ciudadanos de un Estado independiente, o están a punto de serlo. No hay ya comunidad nacional alguna que quiera estar sometida al dominio de otra. Porque en nuestro tiempo resultan anacrónicas las teorías, que duraron tantos siglos, por virtud de las cuales ciertas clases recibían un trato de inferioridad, mientras otras exigían posiciones privilegiadas, a causa de la situación económica y social, del sexo o de la categoría política.

Hoy, por el contrario, se ha extendido y consolidado por doquiera la convicción de que todos los hombres son, por dignidad natural, iguales entre sí. Por lo cual, las discriminaciones raciales no encuentran ya justificación alguna, a lo menos en el plano de la razón y de la doctrina. Esto tiene una importancia extraordinaria para lograr una convivencia humana informada por los principios que hemos recordado. Porque cuando en un hombre surge la conciencia de los propios derechos, es necesario que aflore también la de las propias obligaciones; de forma que aquel que posee determinados derechos tiene, asimismo, como expresión de su dignidad, la obligación de exigirlos, mientras los demás tienen el deber de reconocerlos y respetarlos.

Cuando la regulación jurídica del ciudadano se ordena al respeto de los derechos y de los deberes, los hombres se abren inmediatamente al mundo de las realidades espirituales, comprenden la esencia de la verdad, de la justicia, de la caridad, de la libertad, y adquieren conciencia de ser miembros de tal sociedad. Y no es esto todo, porque, movidos profundamente por estas mismas causas, se sienten impulsados a conocer mejor al verdadero Dios, que es superior al hombre y personal. Por todo lo cual juzgan que las relaciones que los unen con Dios son el fundamento de su vida, de esa vida que viven en la intimidad de su espíritu o unidos en sociedad con los demás hombres.

Nuestra Constitución Bolivariana ha sido violentada varias veces y, los ciudadanos, ya no somos pueblo. Pertenecemos a una sociedad organizada y exigimos compromiso con la patria y verdadera lealtad hacia ella. Prisión a los traidores.

La posteridad nos dará la razón, el marxismo, como el cristianismo es una concepción de análisis y reciprocidad entre los ciudadanos

Durante el período 1309-77, los papas residieron primariamente en Avignon, debido a las constantes disputas facciosas en Roma. Presionado por Felipe IV de Francia, el papa Clemente V mudó la capital pontificia a Avignon, que entonces pertenecía a los vasallos del papa y que en 1348 se convirtió en propiedad pontificia. Los siete papas del período fueron franceses, así como 111 de los 134 cardenales.

Luego de que Gregorio XI restableciera la capital pontificia en Roma, Clemente VII lideró a los cardenales que en 1378 declararon inválida la elección de Urbano VI y fue electo antipapa en 1378, ocupando el trono vacante en Avignon. Europa se dividió en el apoyo a ambos contendientes y, en tanto Francia favoreció a Clemente, Inglaterra apoyó a Urbano, un diferendo que continuaría en la Guerra de los Cien Años entre ambas coronas (1337-1453) y abriría el período conocido como el «Gran Cisma» (finalizado en 1417), en el que se sucedieron los nombramientos de antipapas.

La mayor parte de las anexiones al territorio del Vaticano se mantuvieron bajo poder del papado hasta 1797, año en que Napoleón Bonaparte se apoderó de este territorio, creando la República Romana.

En 1801 el papa Pío VII recuperó parte de su poder, y en 1815 el Congreso de Viena, tras la caída de Napoleón, restituyó casi todas las antiguas posesiones al papado.

En 1869 se celebró el primer Concilio Vaticano en el que se decretó el dogma de la infalibilidad del papa. Un año después, los Estados Pontificios se disolvieron definitivamente cuando Víctor Manuel II los anexó al reino unificado de Italia, incluida Roma. La jurisdicción del papado quedó reducida al Vaticano, en el que cada uno de los sucesivos pontífices permaneció como prisionero voluntario en protesta. Este encierro voluntario continuó hasta 1929 cuando, en virtud del Tratado de Letrán entre la Santa Sede y el Reino de Italia –gobernado entonces por Benito Mussolini– se reconoció la soberanía y personalidad jurídico-internacional del Estado de la Ciudad del Vaticano. Este estado se constituyó como un ente distinto a la Santa Sede (el segundo es el órgano de gobierno de la Iglesia Católica, y el primero el territorio físico sobre el que se ejerce ese gobierno). Se logró así la consolidación de la autoridad política del sumo pontífice.

Con el nombre de Benedicto XVI, asumió el cardenal alemán de 78 años Josef Ratzinger, quien había estado por décadas a la cabeza de la Congregación de la Doctrina de la Fe –sucesora de la Inquisición. A lo largo de los siglos, y especialmente durante el Renacimiento (siglo XIV-siglo XVII), el mecenazgo papal convirtió al Vaticano en uno de los más importantes centros culturales del mundo. En arquitectura destacan la Basílica de San Pedro, la Capilla Sixtina –en el Palacio Papal– decorada con frescos de Miguel Angel, Boticelli y otros artistas, y las Estancias de Rafael, así denominadas por las pinturas murales del artista.

El papa Pío XII aplicó al extremo la definición de «neutralidad» del Vaticano durante la Segunda Guerra Mundial, provocando críticas hasta la actualidad por su relación con la Alemania de Hitler y, en particular, por el conocimiento del Vaticano del Holocausto y su nula respuesta a lo que se perpetraba.

En 1982, el hallazgo, en Londres, del cadáver del banquero Roberto Calvi, determinó que el Banco Ambrosiano –importante banco del que él era único propietario– colapsara, quedando al descubierto un «agujero negro» en su balance de 1.300 millones de dólares. Una gran parte de este capital perdido fue encontrado posteriormente en cuentas pertenecientes al Banco del Vaticano. La muerte de Calvi –«el banquero de Dios»– reveló una red que incluía masonería, mafia y fraude en el Vaticano.

Los recursos económicos del Estado provienen, en su origen, de la inversión financiera de los 1.750 millones de liras que el Tratado de Letrán estableció como indemnización por los territorios perdidos en 1870, y de donaciones de todo el mundo, en especial EE.UU. y Alemania.

Durante la última década del siglo XX, numerosos escándalos por denuncias contra sacerdotes pedófilos sacudieron al Vaticano. Las víctimas recibieron un total de 119.6 millones de dólares por daños, el mayor resarcimiento otorgado en la historia en casos de abuso sexual.

En abril de 2005 Juan Pablo II –que desde hacía diez años sufría mal de Parkinson y artritis– falleció, luego de una larga agonía, por un colapso cardio-circulatorio.

Así que estamos claro, presidente Maduro, deje de criticar al imperialismo y al sistema capitalista, el Vaticano y Estados Unidos de Norteamérica, son los principales negociadores con Venezuela y le dio un buen porcentaje de petróleo en la II guerra mundial a los países de la alianza para derrotar a Alemania. Ellos quieren invadirnos y colonizarnos, acabar con nuestra libertad.



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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