La vulgar mentira de Séptimo Día de que en Colombia hay un millón de venezolanos

El pasado domingo 6 de agosto de 2017, Caracol Televisión transmitió un novel episodio del programa hebdomadario, Séptimo Día, en el cual se destilaron innumerables falacias y manipulaciones sobre la migración venezolana a Colombia. No es casual que ese espacio haya sido puesto al aire justo una semana después de la votación para la elección, en Venezuela, de una Asamblea Nacional Constituyente que fue refrendada con más de ocho millones de voluntades. Sin duda, una vulgar operación psicológica para tratar de lesionar nuestra moral.

Para empezar, el mamotreto audiovisual de Séptimo Día contabilizó una serie de disparates en torno al arribo de compatriotas a esas latitudes neogranadinas; el más estridente fue el de que "hay más de un millón de venezolanos" en los predios contiguos (¡!). El otro: la "telenovela" de algunos ¿coterráneos? como Sergio Valles, quien con varios títulos universitarios -y acento extraño- no ha logrado conseguir empleo en Bogotá. Mayrelis Perozo es otra ¿paisana? -con ídem tono "exótico"- que tampoco ha corrido con suerte en el mercado laboral formal y ha acabado vendiendo empanadas "costeñas" en las rúas (*).

Este Séptimo Día pivotó en una seguidilla de "cámaras escondidas" en las que colombianos "agredían" a venezolanos. La primera etapa tuvo lugar en un restaurante, donde un gerente y un "connacional" sin chamba (en realidad ambos eran actores), sostenían una "discusión". El supuesto regente insultaba al venezolano y lo tildaba de "veneco", "flojo". Los comensales escuchaban atentos la diatriba mas no intervenían para defender al "compatriota". La otra puesta en escena fue en la calle: dos vendedores ambulantes (uno colombiano y otro venezolano) simulaban un altercado. El cachaco reclamaba su perímetro y ahuyentaba de la zona al segundo; esto acontecía cerca de una fila de personas. Una chica justificó al neogranadino y espetaba: "¿Qué podemos hacer si los dejaron entrar (a los venezolanos) al país?". Acto seguido declaraba que los venezolanos quitábamos "oportunidades" a los colombianos (¡!). Otros cinco neogranadinos ampararon -a capa y espada- al conciudadano que hacía de mercachifle. Más avanzado el programa, reapareció Sergio Valles en la búsqueda de tajo en Bogotá y fue rechazado en un negocio por su "nacionalidad". El tercer escenario fue una peluquería: un par de muchachas (actrices, desde luego) se "disputaban" una plaza laboral frente al "gerente" del establecimiento; la ¿venezolana? ofrecía bregar por menos dinero y en condiciones más desfavorables, con el propósito de "arrebatar" el puesto a la neogranadina. Nadie intervino para respaldar a la colombiana, a pesar de que las clientes -por el lenguaje gestual- apoyaban a ésta. A continuación de cada uno de estos segmentos, una psicóloga compartía explicaciones acerca de la reacción de las personas. Incluso se inventaron, en Séptimo Día, una recolección de rúbricas para secundar una supuesta ley que prohibiera la entrada de venezolanos a Colombia. Lo más inaudito es que la mayoría de los consultados firmó. Algunos esgrimieron: "Uno se va a Venezuela y ellos no le van a dar trabajo a los colombianos (¡!)". ¿Y en nuestro país no hay millones de neogranadinos laborando? ¿Ignorancia delirante o "caradurismo"?

Si bien la dinámica de Séptimo Día fue algo novedosa en la propuesta e "inocente" en la superficialidad, sus profundidades son muy peligrosas y a continuación las enumeramos.

1) Se denigró de la venezolanidad al someter al escarnio público (así fuese una parodia) a "compatriotas" de esta Tierra de Bolívar.

2) Se utilizó terminología insultante y peyorativa como el aberrante vocablo de "veneco". O frases despectivas con motivación político-partidista como: "¡Pídele trabajo a Maduro!".

3) Se palpó el manifiesto "anti-venezolanismo" de ciertos colombianos y su encono gratuito a nuestro gentilicio.

4) Se descontextualizaron imágenes para vender la especie de que Caracas y sus alrededores son un caos total y estamos a punto de una confrontación civil.

5) Se desplegaron burdas técnicas propagandísticas con el fin de posicionar a Colombia como un "paraíso" y denostar de Venezuela.

La primera patraña que debemos desmontar es la de la cuantía de compatriotas que habita en el flanco aledaño. En Séptimo Día afirman que hay un millón de venezolanos allá (¡!), aunque más adelante platican de "cerca de un millón" y a la mitad del relato enuncian que es "más de un millón" (¿?). O sea, ni en ese "pequeño" detalle ha habido consenso en Caracol Televisión. De acuerdo con ellos, en tiempos recientes se ha ido a Colombia esa abismal cantidad de connacionales, pese a que en la frontera común no se haya evidenciado tal anormalidad. Es de suponer que si hay una "crisis humanitaria" en nuestra nación y la gente se está "muriendo de hambre", lo más lógico es que estas "famélicas" personas se movilicen por vía terrestre y crucen hacia Colombia, ¿cierto? Sería un contrasentido que alguien en "pobreza extrema" lograse adquirir un oneroso boleto de avión para "huir" de una "catástrofe". Lo mínimo que nos imaginamos son campamentos de la ACNUR y la Cruz Roja Internacional, en plena franja limítrofe, atendiendo a cientos de "refugiados" venezolanos cada día, ¿no? Si asumimos que la guerra económica se agravó en 2015 y consideramos dicho año como punto de partida del "éxodo masivo", estaríamos hablando -hasta hoy- de unas 1.369 personas por jornada que han debido de arribar en precarias condiciones de nutrición y salud a puestos de socorro en los confines de entrambas Repúblicas, ¿verdad? No obstante, eso no ha ocurrido, señores de Séptimo Día. Al contrario, han venido cientos de colombianos desplazados a territorio venezolano en los últimos meses y se estima que hay unos 173 mil en nuestras coordenadas (**). Además, se calcula que en Venezuela moran unos cinco millones de neogranadinos, abarcando a legales e ilegales. Sin duda, si estos foráneos están acá -y no se han marchado por las dificultades actuales- es porque gozan de un estándar de vida decente en este terruño. Son colombianos que se benefician de educación y salud gratuitas, disfrutan de servicios públicos de calidad a tarifas asequibles, están censados en la distribución de las bolsas de los CLAP y hasta reciben casas de la Gran Misión Vivienda Venezuela. Nada de lo pretérito existe allá, farsantes de Séptimo Día, ¡nada! Para colmo, hace unas semanas atisbábamos datos del flujo de turistas hacia el vecino país y en cuyas estadísticas se reflejaba un monto adyacente a los tres millones de visitantes en el primer trimestre de 2017. Lo más remarcable del asunto es que la mayoría de los turistas era de origen venezolano, ¿qué tal? C'est-á-dire, de acuerdo con la mediática internacional estamos peor que en Siria o Irak, pero más de un millón 500 mil compatriotas han viajado a Colombia -durante los primeros tres meses de 2017- en calidad de turistas. La mentira tiene patas cortas, mitómanos de Séptimo Día.

Otro factor que nunca se menciona de los venezolanos que deciden mudarse a Colombia, es que estos -en abultada generalidad- son hijos de padres neogranadinos. Ello, por consiguiente, es un elemento de peso en la decisión de migrar: una parte del núcleo familiar de estos venezolanos se halla en el territorio aledaño y eso es una circunstancia determinante a la hora de establecerse en el exterior. De cajón, lo previo simboliza una ventaja indiscutible en comparación con un connacional que no sea descendiente de colombianos. Por lo tanto, cuando se platica de venezolanos que emigran hacia allá, por lo general están refiriéndose a vástagos de colombianos que regresan a la cuna de sus progenitores. Voilá!

Según investigaciones del economista, profesor universitario y conocedor a fondo del tema, Giuseppe de Corso, 22 mil permisos de estadía han sido tramitados por venezolanos -durante 2017- en Colombia. Nos arguye Corso que las cédulas emitidas a extranjeros no arrojan una medición exacta de la cuantía de foráneos en dicho terruño; esto es porque una persona puede obtener entre dos y cinco documentos de identidad en el transcurso del quinquenio requerido para optar a la residencia. Sólo unos 8.500 compatriotas están legales allá. A lo sumo, no habría más de 50 mil venezolanos en Colombia (incluyendo a los de estatus irregular) y 40% de estos serían consortes de neogranadinos y estudiantes. Tal monto (50 mil) es irrisorio si lo contrastamos con los 50 millones de habitantes de esa nación y representa el 0,1% de su población. Corso nos brinda su perspectiva al respecto: "En Colombia no hay muchas familias extranjeras (...) No es un país de inmigrantes (...) En 2014 sólo 14 venezolanos se naturalizaron colombianos (...) Entre 2004 y 2014 se naturalizaron 450 mil colombianos en Venezuela (...) Colombia es un país profundamente hostil a los extranjeros". En resumidas cuentas, lo del millón de venezolanos es una palurda mendacidad de Séptimo Día.

Conviene acotar que la corriente migratoria de neogranadinos hacia Venezuela no nada más se desarrolló en los decenios de 1960, 1970 y 1990. En la década anterior hubo una fuerte oleada de colombianos que persiste hasta el presente, así los mercenarios comunicacionales de Caracol Televisión y sus derivados deseen ocultarlo. Colombia es un enclave en punzante crisis: la tasa de desocupación real varía entre 13 y 15%. Las cifras sobre la pobreza no son creíbles gracias a un polémico cambio en los métodos de medición de ésta (***) y el narcotráfico se computa a los dígitos de "crecimiento" del PIB. El 61,7% de la población apenas percibe ingresos para subsistir (****). La comedia de los Acuerdos de Paz fue una estratagema para "atar las manos" a las FARC y limpiar el sendero a las facciones paramilitares patrocinadas por el Estado terrorista.

Antes de concluir, no podemos obviar el fenómeno del "anti-venezolanismo" que caracteriza a una porción alarmante del pueblo neogranadino y el cual quedó patente en la emisión de Séptimo Día del pasado seis de agosto. Los medios de comunicación predominantes de esa nación, que actúan como caja de resonancia de la oligarquía bogotana, son los principales responsables de dicha aversión visceral a todo lo vinculado con Venezuela. Los infames herederos del "santanderismo", entre los cuales se halla el Grupo Santo Domingo, casa matriz de Caracol Televisión, son los que han llevado la batuta en la agenda contra Caracas. El inicio del proceso revolucionario en Venezuela, en 1999, potenció la atroz campaña anti-bolivariana de los enemigos de la unidad regional y latinoamericana. Las descalificaciones subliminales contra la Asamblea Nacional Constituyente no lograrán desviarnos del camino hacia el socialismo. En definitiva, las falsificaciones de Séptimo Día han quedado desenmascaradas: el guarismo de coterráneos en Colombia ni siquiera roza el 1% de los pobladores de ese país.

P.D. El reportaje de Séptimo Día, liderado por Laura Hincapié, convidó a los colombianos a acoger con "los brazos abiertos" a los venezolanos que escapan del "régimen socialista de Maduro" (¡!). Por la fachada, la intención se aprecia virtuosa y bondadosa, sin embargo, detrás se esconde un descomunal cinismo y un retorcido éxtasis por exhibir a los venezolanos como los "payasos" de un circo mediático. ¡Venezuela se respeta!

(*) Algunos de los participantes en la emisión de Séptimo Día del 6 de agosto de 2017, podrían ser "costeños" neogranadinos y no venezolanos. Verbigracia, Sergio Valles y Mayrelis Perozo, adolecen de una entonación singular que no se corresponde con el habla común de "esta ribera del Arauca vibrador". ¿Montaje?

(**) Unos 200 desplazados colombianos reciben atención en Venezuela: http://www.eltiempo.com/mundo/latinoamerica/colombianos-desplazados-en-venezuela-reciben-atencion-por-la-onu-60220

(***) Colombia's new index to measure poverty merits a cautious welcome: https://www.theguardian.com/global-development/poverty-matters/2011/aug/30/colombia-new-poverty-measurement-index

(****) Al 61,7 % de los colombianos los ingresos apenas les alcanza para subsistir: http://www.semana.com/economia/articulo/indice-de-pobreza-monetaria-y-multidimensional-2016-en-colombia-segun-el-dane/463788



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Adán González Liendo

Traductor, corrector de estilo y locutor

 elinodoro@yahoo.com      @rpkampuchea

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