Lo bueno, lo malo, lo feo y lo bonito del discurso del presidente

La violencia opositora, esa absurda lucha de barricadas y acciones foquistas, que sólo sirvió para matar a más de cien personas, "descargar arrechera" y provocar la ira de la propia base social, es una de las causas del cierre de filas del chavismo, incluso del segmento que está muy disgustado con el gobierno, alrededor de la cúpula burocrática-militar. Esto, y las presiones abiertas o veladas entre beneficiarios de misiones y funcionarios públicos, aunados a los chantajes ideológicos y el horror al vacío y a la falta de opciones, dieron como resultado ese respaldo electoral para un gobierno absoluto, supraconstitucional.

La convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente, unilateral, echando para atrás los logros participativos de la Constitución de 1999, pasó de ser una hábil maniobra de un presidente acosado para retomar la ofensiva política, a convertirse en un "constitucidio", como lo llamó el profesor Esteban Emilio Monsonyi. Una instancia cuya tarea principal es redactar una nueva constitución, ahora se convirtió en un poder absoluto, un gobierno sin contrapeso institucional, que se da a sí mismo el tiempo que requiere para emitir, desde decretos, hasta "leyes constitucionales", esa platabanda que asesores obesos le construyeron, ranchificándolo, a la pirámide de Kelsen.

Queda, por supuesto, una pequeña rendija, un poquito de libertad de expresión, de asociación, de participación política. Quedan las elecciones regionales que deben realizarse porque lo manda la Constitución que, mientras no se apruebe ora, es la que formalmente está vigente, a pesar de haber sido violada ya tantas veces. Esos breves espacios de democracia hay que utilizarlos.

El pasado jueves el Presidente Maduro asistió a "someterse" al flamante superpoder "plenipotenciario", "soberanísimo", "supraconstitucional", "magna", en esa larga enumeración de cualidades superlativas que caracterizan al ritual discurso oficial. Lo escuché atentamente y decidií escribir esta apreciación que recoge lo bueno, lo malo, lo feo y hasta lo bonito de tal alocución.

LO BUENO: En defensa del principio de no injerencia y antiintervencionismo, me pareció razonable, conveniente, digno, el llamado a una reunión de mandatarios de los países latinoamericanos y del Caribe, especialmente frente a las amenazas de funcionarios norteamericanos, y la de algunos presidentes latinoamericanos. Igual el llamado a restablecer relaciones normales, de muto respeto con los Estados Unidos. Ninguno de esos gobiernos tiene derecho a entrometerse en los asuntos venezolanos. La soberbia imperialista todavía no aprende que esas amenazas lo que hacen es reforzar el nacionalismo de los pueblos, precisándolos a cerrar filas en torno a sus gobiernos.

Igualmente aprecio el llamado a la tolerancia, al diálogo, al respeto de la pluralidad, que hizo el presidente. Sé que lo hizo a propósito de una Ley cuyo contenido no conozco, y acto seguido habló de penas durísimas, con lo cual su llamado al entendimiento tal vez sea una nueva muestra de "neolengua" orweliana. Pero su rechazo al odio es pertinente, especialmente en este momento de ensoberbecimiento del poder.

También me pareció bien que haya propuesto como punto de partida para las labores constituyentes, la actual Constitución de 1999, con lo cual aclaró, de paso, que la Constituyente lo que hará, en ese terreno, es una simple reforma agregará las garantías para los jóvenes y las mujeres. Lo demás, es quizás bienintencionado, en el peor de los casos demagógico: prometer una economía postpetrolera no es un asunto jurídico. Es curioso que haya planteado un "estado de bienestar" concepto propio de la socialdemocracia europea de mitad del siglo XX. Ni de vaina planteó declarar a Venezuela un estado socialista.

LO MALO: Es muy malo eso de convertir una Asamblea Constituyente en un gobierno de duración indefinida. Incluso, por las palabras del Presidente, la ANC es un poder absoluto que "protegerá" (o sea, controlará, tutorará, someterá) TODOS LOS PODERES e instituciones. En todo caso, protegería al grupo en el poder supremo de cualquier expresión demasiado fuerte de algún factor crítico o disidente. Puede "proteger", por ejemplo, al presidente si es que hay elecciones presidenciales en 2018.

LO FEO: Eso de llamar al diálogo a juro, quedó definitivamente feo. También es fea la duda que le queda a uno con la "Comisión de la Verdad" cuando ya la propia ANC ha designado un Fiscal de su gusto y subordinado. Me huele que se prepara una versión criolla de los Procesos de Moscú de la década de los 30, en los cuales la humillación del adversario se hizo espectáculo para entusiastas barras fanáticas.

LO BONITO: Definitivamente, lo mejor, estéticamente hablando, de la larga alocución del presidente, fueron los liquiliques de la pareja presidencial-constituyente, y la propaganda a la confección de liquiliques de Celia. De verdad, se ven muy bien esas prendas. Así mismo, el Primer Magistrado resaltó lo "arregladitos" de los delegados constituyentes de los distintos sectores: los estudiantes, los viejitos, los discapacitados, etc. De los militares, de verdad, no vi uno sólo bonito, pero hasta allí llegaron las caricias y las flores. Abundaron los "cariñitos" y los piropos. Incluso la expresión a viva voz del amor presidencial. Más que bonito, fue cuchi.

 

 



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Jesús Puerta


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