Un "alzamiento" a favor del gobierno

Lo extraordinario del «alzamiento militar» recientemente escenificado en el Fuerte Paramacay, en el estado Carabobo, es que, contrariamente a las presuntas aspiraciones de sus perpetradores, éste no produjo ninguna onda expansiva que pusiera en graves aprietos al gobierno de Nicolás Maduro. Antes que eso, abrieron mayores posibilidades a favor del gobierno, ahora con un as efectivo en la mano (la Asamblea Nacional Constituyente) con el cual podría deshacerse -a riesgo de extralimitarse- de todo aquello que le impide lograr un mejor nivel de estabilidad. Posiblemente este no será el caso de aquellos que, llevados por su fanatismo extremo, crean que esta clase de acciones, malamente calcadas de algún videojuego o guión cinematográfico, sean las más apropiadas para salir del «régimen» chavista, tal como lo han hecho exaltando a sus pretendidos «libertadores» cuando insultan, aterrorizan, linchan y queman a toda persona que señalen de ser militares y chavistas.

Se obvia que, no importa que haya sanciones del gobierno estadounidense o ataques mediáticos de la derecha local y extranjera, la Asamblea Nacional Constituyente -controlada por el chavismo- le otorga a éste un barniz de legalidad que induciría a un número significativo de venezolanos a aceptarla como lo menos malo que pudiera ocurrir en este país (aunque se continúe cuestionando su modo de convocarla y de elegirla), tal vez esperanzado en que sus decisiones reduzcan el clima de violencia impuesta por la ultraderecha, lo mismo que el desabastecimiento y la especulación descontrolada de diversidad de productos. Paradójicamente, pareciera que la dirigencia opositora estuviera en contubernio con el régimen que aparentemente busca derrocar, en un extraño juego de roles con el cual mantener en ascuas al pueblo, impidiéndosele, al mismo tiempo, que inicie por sí solo una verdadera democracia participativa y protagónica, alejado -por consiguiente- de todo dominio partidocrático.

De acuerdo al artículo «Ataque armado al Fuerte Paramacay: análisis y contexto», publicado por Misión Verdad, «Esta operación con ribetes de falsa bandera (pues intenta simular un "alzamiento militar"), no sólo ha servido para que la mediática transnacional imponga una narrativa con coordenadas simbólicas similares a la de "los rebeldes sirios o libios" (fachadas mercenarias de Al Qaeda y el Estado Islámico que han destruido a estas dos naciones), al mismo tiempo legitima y aumenta el alcance del hecho colocándolo como una respuesta, casi espontánea y sobre todo `razonable´, a la Asamblea Nacional Constituyente. Por ende, la mediática internacional ha insistido en blanquear la información alegando que hubo una "rebelión militar", otorgándole respaldo y promoción». En el fondo, se trata de imponer como cierta e inevitable la percepción expuesta por muchos, fuera y dentro de Venezuela, en relación con el agravamiento de la confrontación política que conduciría al país, fortuitamente, a una guerra civil sangrienta. Esto último (en el cálculo de quienes diseñaron tal estrategia desestabilizadora) obligaría al gobierno a refrendar un pacto de gobernabilidad con sus enemigos políticos, según podría extraerse de las manifestaciones de algunos dirigentes opositores de participar en las próximas elecciones de gobernadores y legisladores regionales; lo que estaría ligado al hecho («extraño» para muchos) que antes de este 6 de agosto no hubo reportes en todo el territorio nacional de grandes disturbios por parte de los grupos de la derecha.

Por ello, este «alzamiento» tendría como derivación favorecer más bien al gobierno antes que fracturarlo, como muchos aspiran desde las filas de la derecha; creando, en su lugar, un efecto boomerang, con el ingrediente adicional de ser un elemento estimulado desde Washington. Igualmente, podría utilizarse para cohesionar las fuerzas del chavismo, evitando el surgimiento y la influencia creciente de aquellos que, sin mucha base, son rotulados de traidores y contrarrevolucionarios, por divergir abiertamente del comportamiento clientelar, nepótico, corrupto y burocrático de una inmensa porción de sus dirigentes actuales.-



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Homar Garcés


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