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Me siento contento con el resultado de la Consulta Popular. Sé que muchas personas no fueron a votar para evitar las represalias que tomaría el oficialismo contra ellas. Otras personas no fueron a votar por el hecho de que las preguntas 2 y 3 eran imprecisas y podían prestarse a manipulaciones de diverso tipo. Lo cierto es que concurrimos más de 7 millones de venezolanos y venezolanas. Se trata de algo extraordinario que nos acerca un poco más a nuestras dos metas: devolverle la vigencia a la Constitución y desplazar pacífica y democráticamente la dictadura de Nicolás Maduro.
Las cifras van a ser cuestionadas, alteradas y despreciadas por los integrantes de las cúpulas podridas del PSUV. Eso ya lo sabemos. En todo caso hay un elemento de juicio que me permite a mí (y con toda seguridad a cada uno de ustedes) confiar en el nivel de asistencia que muestra el boletín. Ese elemento de juicio es la evidente participación de muchos hombres y muchas mujeres del chavismo en la Consulta Popular.
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Es útil y necesario que critiquemos todo lo que haya que criticar con respecto a la Consulta Popular. Solo así podremos evaluar, corregir y mejorar. Ahora bien, esas críticas debemos hacerlas sobre la base de lo que pudo haberse hecho bien y se hizo medio bien o mal. Lo que no se hizo bien por circunstancias que la oposición no puede controlar debe ser analizado aparte. Recordemos que la Consulta Popular se realizó en el marco de una dictadura que utiliza las instituciones del Estado, los cuerpos de "seguridad" y los medios de comunicación "públicos" para amedrentar y chantajear a la población.
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Me pareció inadecuada la manera en que la rectora de la UCV, Cecilia García Arocha, se dirigió ayer al pueblo venezolano para anunciar los resultados de la Consulta Popular. En ciertos momentos se comportó como si estuviese en un evento proselitista o en un debate callejero. Dado el rol que le asignaron (rol que aceptó libremente) era de esperarse que ella se manejara de una forma más sosegada, más ecuánime, más seria, etc...
Cecilia García Arocha quiere ser un referente del liderazgo político de estos tiempos. Eso no es criticable. Lo que uno cuestiona es el uso con fines sectarios de un oficio (me refiero al arbitraje electoral) que debería caracterizarse por la prudencia, la imparcialidad y el equilibrio. No se trata de exigirle ahora a la rectora de la UCV que se disfrace de lo que no es, se trata simplemente de pedirle que se ubique donde su temperamento y sus capacidades se den la mano con las funciones inherentes a los cargos o a las tareas que ella decida asumir.
Una de las cosas que más peso ha tenido en la crisis que vive actualmente Venezuela es la ausencia de un Poder Electoral eficiente y confiable. Si no resolvemos ese asunto no podremos avanzar.
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¿Qué viene ahora?... Lo que debe venir ahora (y esto nos compete a todos) es más organización, más amplitud, más cultura ciudadana, más participación consciente, más contraloría social, más compromiso con los valores democráticos, más diálogo entre los distintos grupos y las distintas personas que conforman la oposición, etc… Nos toca confeccionar nuevos y mejores escenarios de convivencia. Para eso es esencial desplazar la dictadura de Nicolás Maduro.
