Lina, la soldada del pueblo, la dirigente más radical del bolivarianismo, supo ganarse el sitial de la luchadora social impaciente y preocupada por los más desasistidos. Era ella la que quería ver de inmediato las bonanzas de un socialismo que aún se encuentra en construcción.
¡Cómo hace falta Lina en esta coyuntura política!. Era ella la que no pedía permiso, ni seguía líneas políticas, cuando consideraba atacados a los suyos, a los más pobres, a los más débiles. Era ella y así era…
Algunos se alegraron por la muerte de Lina Ron, esos lo sabemos todos, lo expresaron sin tapujos a través de sus mensajes en las redes sociales. Son los mismos que trataban de colocarla en vida al escarnio público, al criticar su accionar revolucionario.
Pero eso no importa, lo verdaderamente interesante es que todos los revolucionarios llevamos por dentro a una Lina Ron, a un Che Guevara, a un Danilo Anderson y lo más importante, a un Hugo Chávez. A la hora de la chiquitica sabremos sacar a flote a ese revolucionario radical que llevamos en el corazón. ¡Que no nos busquen pues…!
