La irreverencia no es indisciplina

La irreverencia, se constituye como un elemento que coadyuva en la formación de un auténtico revolucionario, por lo que no se puede confundir la sumisión con la disciplina. Es preciso que quienes cabalgan por los senderos de la transformación puedan internalizar, que la disciplina revolucionaria obedece al apego del marco teórico, practico, ético y moral del modelo. Queda aún lado de dicho sendero todo acto de inmoralidad que atenta directa o indirectamente con el ejercicio de transformación que se esté desarrollando.

Por esta razón, comulgo en lo que dice el camarada Diosdado Cabello: una revolución se hace con revolucionarios. Es preciso definirnos y autenticarnos como revolucionarios, solo es cosa de verificar nuestro comportamiento y sentido de pertenencia hacia el modelo socialista. En lo particular yo defendería la idea, más no, a los hombres que a través del mal manejo de sus responsabilidades; han deteriorado los principios que conducen a multiplicarnos como socialista. Planificar una acción de cambio gubernamental no es cosa fácil, se requiere un arduo proceso de planeamiento que asuma estrategias y tácticas; acompañado de un proceso de formación que direccione la convicción en la necesidad de transformar.

Al momento de asumir la conducción del ejercicio gerencial socialista, son aquellos hombres con experiencia en la estrategias, tácticas y formados en convicción, los llamados a conducir las acciones de un gobierno, opuesto en forma y fondo al gobierno derrotado. Significa que se debe ser un poco pragmático en el accionar y dirección. No se puede pretender instalar una manera distinta de ver las cosas con práctica derrocadas o delegar en camaradas en procesos de formación tareas de un alto nivel estratégico. A quienes adversan la idea no se pueden desestimar, ellos saben lo que hacen, hoy día ellos cuentan con tecnologías de observación en grandes laboratorios. Desde esos laboratorios identifican las vulnerabilidades de nuestras políticas para convertir nuestros errores en grandes fortalezas.

De allí que pensar distinto no debería verse como un acto de indisciplina, se requiere manifestarse en defensa de la tesis, evitando ser injusto con la crítica; la generalidad no es la mejor vía. Las individualidades es un actor nefasto para cualquier modelo de gobierno que se pretenda desarrollar, los líderes deben estar pendiente de este detalle. Los equipos de gobierno son para trabajar en función de la idea, ni mucho menos para constituirse en club de amigos con malas praxis de gobierno.

Son los resultados, producto del manejo político – administrativo, los que validan el modelo. Priorizar entre lo urgente o importante, teniendo como apoyo excelentes equipos de alto rendimiento, minimizara los actos de indisciplina.


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Joselino Serrano


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